Imagen de archivo de un joven varón esposado.

Imagen de archivo de un joven varón esposado. iStock

Tribunales

Dos hermanos se culpan el uno al otro de una violación: el tribunal cree a la víctima pero no puede condenar a ninguno

La Justicia otorga "plena credibilidad" a la víctima, pero las confusas declaraciones de los acusados y la falta de pruebas imposibilitan la condena.

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Los hermanos Boufedji robaron su móvil a una joven el día 7 de junio de 2023, en Alicante. Además, uno de ellos la violó. Pero la Justicia no ha podido determinar cuál de los dos, por lo que la agresión sexual queda, por el momento, impune.

Hace poco más de un mes, la Audiencia Provincial alicantina sí condenó a ambos hermanos, de nacionalidad marroquí, como autores de un robo con violencia.

El tribunal impuso a Adel dos años y nueve meses de prisión. A Amar Boufedji, una condena mayor, de cuatro años y tres meses de cárcel, ya que éste tenía suspendida una pena anterior a condición de que no reincidiera. Pero volvió a delinquir.

Sin embargo, ninguno de los dos ha resultado condenado por la agresión sexual, ya que los Boufedji se acusaron de la misma el uno al otro. Y no se ha podido determinar quién la cometió.

La sentencia, consultada por EL ESPAÑOL, relata que, aquella noche de junio de hace dos años, ambos merodeaban en el coche propiedad de su padre. Circulaban por una calle de Alicante en busca de alguna víctima a la que robar.

Les acompañaba un tercer condenado, Azzedine Gherbi. Pasada la medianoche, localizaron a una joven, nacida en 2003, que caminaba desde la Avenida de Alfonso El Sabio hacia la Avenida Jaime II.

Uno de los dos hermanos —¿quién? No se sabe...— bajó del coche y la siguió. Los otros dos acusados, desde el coche, planearon la huida.

La víctima se dirigía a su casa y atajó por el párking de un centro comercial. El agresor sexual, que llevaba una mascarilla que tapaba parcialmente su rostro, la alcanzó.

La agarró por atrás, le tapó la boca para evitar que gritara y le exigió que le diera el móvil, la tarjeta de crédito y 20 euros en efectivo.

Finalmente, la intentó besar, bajó sus pantalones y trató de penetrar a la joven. La víctima, temiendo que le contagiara alguna enfermedad de transmisión sexual o le provocara lesiones en el ano o la vagina, pidió al agresor que se conformara con una felación.

El acusado aceptó y agachó la cabeza de la joven. "Tras unos cinco segundos de que comenzara la felación, y dado que a [la víctima] le empezó a dar arcadas con evidentes signos de que podía vomitar, el varón la apartó bruscamente, saliendo corriendo y llevándose el móvil y el bolso [de ella]", relata la sentencia de la Audiencia Provincial.

El asaltante corrió hacia el coche, donde le esperaban los otros dos acusados, y todos ellos huyeron a gran velocidad.

El tribunal que enjuició este caso no duda en absoluto del testimonio de la joven. La Audiencia le otorga "plena credibilidad".

"No hay nada que pueda hacer pensar que está exagerando la situación o inventándose una posible agresión sexual para agravar la conducta del asaltante", expresan los jueces.

Tiene claro que la violación se produjo y en los mismos términos que ella denunció en una comisaría. Los hechos probados de la sentencia encajan con su relato.

Ahora bien, ha resultado imposible determinar quién cometió la violación. "El problema que presenta la causa, en lo referido a la agresión sexual, no es tanto el relato de cómo sucedieron los hechos, sino la autoría de los mismos", admiten los magistrados.

"Y dicha dificultad proviene de la ausencia de una prueba mínimamente objetiva que permita atribuirlos a uno de los tres acusados, como a las diversas y variables declaraciones de éstos, que, en una actitud que, podemos afirmar, era concertada, han ido variando, atribuyéndose la
responsabilidad de la agresión sexual, o imputándosela a un tercero, de forma indistinta, conforme avanzaba la tramitación de la causa", lamenta la Audiencia Provincial.

"No sería extraño que si se produjeran unas nuevas declaraciones, los acusados volverían a modificar sus manifestaciones", pronostica el tribunal.

En su primera declaración, Amar Boufedji aseguró que estaba en su casa, junto a su mujer, cuando sucedieron los hechos.

Las cámaras de seguridad del párking captaron a un joven huyendo y llevando una camiseta blanca con un estampado frontal. Amar enseñó a la Policía una foto de su hermano Adel con una prenda similar.

Más adelante, Adel acusa a su hermano Amar. Manifiesta que no lo hizo antes porque este último tenía antecedentes por robo, además de una mujer embarazada.

Amar se reconoce autor del robo, pero no de la agresión sexual. Sostiene que la felación fue consentida, una teoría inverosímil, a ojos del tribunal.

Azzedine, por su parte, admite que era él quien conducía, dado que es el único de los tres con carné. Pero asegura que nunca supo nada del robo ni de la violación.

"Labios gruesos", zapatillas blancas

En el juicio, los dos hermanos vuelven a acusarse mutuamente, Amar, defendido en este proceso por el abogado José Luis Sánchez Calvo, responsabiliza a Adel. Adel, a Amar.

"Las declaraciones de los acusados han servido para crear confusión en relación con el posible autor de los hechos", lamenta la Audiencia.

Las pruebas de ADN tampoco resolvieron el misterio. La víctima, a pesar de que el autor de la violación, al intentar besarla, se quita la mascarilla, tampoco identifica claramente quién fue. Sólo recuerda que el violador "tenía los labios gruesos", pero es un detalle insuficiente.

En el domicilio de Adel se encontraron unas zapatillas blancas, parecidas a las que llevaba el autor de los hechos. "Pero esta es una prenda común que, salvo más detalles, es insuficiente para descansar en ella un pronunciamiento condenatorio", expresa la sentencia. La Policía tampoco halló la camiseta que se ve en las imágenes.

Y tanto el Ministerio Fiscal como la víctima atribuían la violación tan sólo a Amar, por lo que condenar a Adel sería imposible.

La estrategia de Sánchez Calvo surtió efecto. Así las cosas, ninguno de los dos hermanos Boufedji ha sido condenado por la agresión sexual, aunque la que Justicia tiene claro que sucedió de la forma narrada por la víctima.

El letrado ya ha recurrido esta sentencia. Actualmente, su cliente está en libertad.