Sociedad SUCESOS

El crimen 'dantesco' del reumatólogo con antecedentes por pederastia

El hombre apareció desnudo, golpeado y con una bolsa en la cabeza que le mató por asfixia.

18 diciembre, 2016 19:34

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A Vicente Soler lo encontraron asesinado en la tarde del jueves 7 de diciembre en su piso de Valencia. Su vecino de abajo tenía humedades y hacía un día que no había forma de localizarle. Así que avisó al administrador de la finca y a un cerrajero y entraron. Alguien se había dejado un grifo abierto y el agua corría por el piso. La casa estaba toda revuelta. Pronto se encontraron con el cuerpo de Vicente, de 63 años, completamente desnudo en el suelo del salón, con las manos atadas y una bolsa de plástico atada al cuello. El agresor, además, le había golpeado tan brutalmente que en un principio se habló de una muerte por la paliza. Una “imagen dantesca”, que dijo días después el delegado del gobierno en Valencia, Juan Carlos Moragues. La autopsia acabó confirmando que murió asfixiado por la bolsa.

Vicente vivía solo en un piso de la avenida Peris y Valero de Valencia. Era un médico de reumatología jubilado con un oscuro pasado que sus vecinos han descubierto tras el crimen: sus antecedentes pederastas. Hace veinte años que este médico estuvo implicado en la mayor red de pederastia que se había desmantelado hasta entonces en Valencia. El delegado del Gobierno destacó sus antecedentes por “agresión sexual” en días posteriores al crimen. Ahora, los investigadores siguen la ‘pista pedófila’ para dar con quien le mató. Posiblemente, indican fuentes cercanas al caso, podría tratarse de una venganza por un caso similar pero más reciente. Es el rastro que está investigando la Policía. La propia víctima pudo haberle dejado pasar sin más porque la puerta del piso no estaba forzada.

El oscuro pasado de este médico se remonta hasta 1995. Ese año fue detenido junto a otras siete personas más por formar parte de una red de pedofilia centrada en Valencia (y que llevaba actuando más de diez años) que ‘captaba’ menores de entre 8 y 16 años en partidos de fútbol, colegios o salas recreativas. A cambio de dinero, tabaco y meriendas u otros caprichos, los grababan con cámaras caseras estando desnudos, sometiéndolos a tocamientos e, incluso, abusando sexualmente de ellos. Los videos se grababan en casas o en espacios abiertos como la Albufera. Luego distribuían todos esos vídeos por Estados Unidos. La Policía logró identificar a 64 menores que aparecían en las imágenes, pero quedaron “cientos” sin identificar. La mayoría eran niños víctimas de la marginalidad que acababan aceptando dinero.

BENEFICIADOS POR UN CAMBIO DEL CÓDIGO PENAL

La red estaba compuesta por José Cardona, un joyero valenciano considerado como el cabecilla; Vicente Rafael Royo, un sargento de Caballeria del Ejército (que acabó expulsado por la condena); un profesor irlandés que trabajaba en Puçol (Valencia) y que era el enlace para vender las cintas en EEUU, el médico asesinado y otras cuatro personas. El caso era clamoroso y las cintas no dejaban lugar a dudas. Los agresores también salían en ellas. El fiscal del caso, Jesús Carrasco, pedía para ellos penas de hasta 135 años.

Sin embargo, llegado el juicio, un cambio en el Código Penal hizo desaparecer la corrupción de menores y solo cuatro de ellos fueron condenados con penas de entre tres y seis años de prisión. Otros tres, entre los que se encontraba el médico, fueron absueltos porque el cambio penal hizo que sus delitos prescribieran. El octavo implicado murió antes del juicio. El fallo destacó el “grave efecto corruptor sobre la formación y la sexualidad de los menores”. El caso provocó tal escándalo que el mismo día que se dictó sentencia todos los grupos parlamentarios del Congreso se mostraron dispuestos a endurecer el castigo a los pederastas.

La hemeroteca de aquellos años refleja como probada la participación de Vicente Soler. Él fue “protagonista de un video en el que realizaba penetraciones anales a menores”, recogió el diario La Vanguardia el día que se dictó sentencia, en noviembre de 1996. Pero el caso se remontaba a 1983 y fue declarado prescrito. El fallo reflejó la impotencia de los magistrados de la Sección Quinta de la Audiencia que dictaron la sentencia y que apuntaron a un caso claro de corrupción, el de una de las víctimas que pasó por el juicio (‘solo’ 31 menores de los 64 identificados acudieron a testificar). Un tal Ángel que declaró que desde que tenía trece años y por su mala situación económica y desarraigo familiar encontró como una fuente de ingresos las relaciones sexuales con al menos tres de los acusados.

Imagen del juicio.

Imagen del juicio. Archivo

REINCIDENTES Y NUEVOS ARRESTOS

El nombre de Vicente Soler no vuelve a aparecer desde entonces, aunque fuentes de la investigación apuntan que fue condenado unos años después del juicio por un caso similar. Alguno de sus compañeros de fechorías sí volvieron a actuar. Entre ellos José Cardona, el joyero sobre el que recayó la condena mayor: seis años de prisión por catorce delitos de utilización de menores con fines pornográficos y uno de prostitución. En el juicio, José ya dejó constancia de sus preferencias. Admitió que mantenía relaciones sexuales con menores desde que tenía 16 años. “A mí, por desgracia, no me gustan los chicos ya hechos”, dijo. Los médicos psiquiatras que le analizaron entonces concluyeron que tenía totalmente asumido su inclinación sexual, la paidofilia, y que eso no le ocasionaba ningún problema. “Pare él, los equivocados somos nosotros, la sociedad es la anormal”, dijeron.

Cardona volvió a ser condenado en 2002 por abusos sexuales. Le cayeron otros 4 años y seis meses de prisión. Y más aún. La Guardia Civil le detuvo en agosto de este año en una operación en la que se desarticuló una red de producción de pornografía infantil con 80 víctimas, la mayor parte también procedentes de entornos desfavorecidos y algunos tutelados por la Generalitat de Cataluña. El ‘modus operandi’ es prácticamente similar a los de 1996.

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Del nombre de Vicente Soler, por el contrario, no hay ningún rastro en la red que le vuelva a involucrar con hechos similares por los que fue juzgado y absuelto (por prescripción) en 1996. Su nombre sí aparece publicitando su profesión, médico especializado en reumatología, junto con su dirección (el piso donde fue asesinado) y su número de teléfono móvil.

La Policía ha acudido en varias ocasiones al domicilio para inspeccionar el lugar del crimen y recoger pruebas. Fuentes cercanas a la investigación hablan de un ADN hallado en la zona que se está investigando. Además, aseguran, que las pesquisas se están centrando en esta vinculación con redes pedófilas pero hablan de un episodio reciente, sin vincularlo a la red desarticulada hace veinte años. La pista que siguen los investigadores es si alguien, alguna posible víctima, actuó por venganza.