El presidente de la Región de Murcia y presidente del PP de Murcia, Fernando López Miras, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, durante un acto con afiliados y simpatizantes en diciembre del 2024.
El 'modelo EGB' que implanta el PP en sus CCAA pese a Sánchez recibe el aval de los expertos: "Reduce el fracaso escolar"
Un estudio internacional asegura que el salto del colegio al instituto aumenta el riesgo de abandono escolar y cuestiona el modelo de transición "abrupto" instaurado por el Ministerio de Educación.
Más información: El éxito del modelo EGB de Ayuso: 1 de cada 8 centros ya lo son y hay lista de espera para implementar el programa.
El Gobierno de Isabel Díaz Ayuso decidió el pasado curso cambiar el modelo educativo de España y recobrar el llamado modelo EGB por el que Primero y Segundo de la ESO se imparten en los colegios.
El sistema, criticado por el Gobierno de Pedro Sánchez al asegurar que no hay marco legal para ello, rompe la dinámica de los planes educativos por los que el instituto y la etapa de Primaria están diferenciados en ambientes y espacios.
Ante el debate de qué modelo es mejor, la ciencia ha hablado. Y el último estudio elaborado por la Fundación Europea Sociedad y Educación muestra que las transiciones educativas de Primaria a Secundaria aumentan el riesgo de abandono escolar.
Según este informe, una transición "inadecuada" —con cambio de centro, más profesores por materias y ruptura organizativa— incrementa las probabilidades de repetición de curso, fracaso escolar y abandono educativo temprano.
El salto coincide, además, con el inicio de la adolescencia, lo que "genera desorientación, inseguridad y desafección escolar".
Frente a ello, el informe apuesta por otros sistemas en los que no existe ruptura formal entre etapas —como los nórdicos o los de estructura única—: muestran mejores resultados y menores tasas de abandono, especialmente entre los alumnos más vulnerables.
El análisis sostiene que "la ausencia de ruptura entre etapas, la continuidad curricular y la permanencia del alumnado en un entorno escolar estable permiten una transición fluida y menos estresante", reduciendo los efectos negativos del cambio de ciclo.
En este sentido, destaca expresamente el modelo Ceipso (centros que agrupan Infantil, Primaria y la ESO en el mismo espacio), vigente en Madrid y otras regiones aunque de forma puntual desde hace años: esta fórmula favorece la "estabilidad emocional" y un conocimiento más profundo del alumno a lo largo de toda su escolaridad.
Madrid y Murcia se alinean
Este aval científico llega después de que el modelo impulsado por Ayuso haya comenzado a extenderse por otras comunidades gobernadas por el PP.
Murcia, presidida por Fernando López Miras, anunció el pasado junio que implantará también esta fórmula. Permitirá que los colegios impartan 1º y 2º de ESO "siempre que sus instalaciones lo permitan", para favorecer que los menores permanezcan "en un entorno más protegido" hasta los 14 años, cuando "su proceso de madurez los hace todavía muy vulnerables y dependientes".
La medida murciana, planteada ya para el curso 2026-2027, priorizará centros rurales y aquellos con mayor porcentaje de alumnado vulnerable.
López Miras defendió que el objetivo es que los niños "vivan su infancia con plenitud" y evitar que la temprana entrada al instituto añada presión a un alumnado todavía inmaduro.
Madrid, pionera en este modelo, inició el pasado curso con 52 colegios autorizados y 49 ya en funcionamiento. Actualmente, según datos de la propia Consejería de Educación, 93 centros públicos madrileños aplican esta fórmula, es decir, uno de cada ocho.
Y la expansión continúa: una veintena de colegios ha solicitado formalmente adherirse en el curso 2026-2027.
Gusta a las familias
Lejos de ser una medida polémica en las aulas, el modelo está siendo ampliamente demandado por los propios padres.
Según datos de la Consejería madrileña, casi 300 colegios pidieron información sobre el programa el pasado curso, lo que ha generado una auténtica lista de espera para poder incorporarse.
El consejero Emilio Viciana subraya la "excelente acogida" y defiende que los alumnos se benefician de un entorno estable, con sus compañeros de toda la vida y sin salto brusco al instituto hasta los 13-14 años.
Los expertos que firman el estudio coinciden en este punto: un entorno estable, sin cambio de edificio ni ruptura entre etapas, permite "mayor continuidad pedagógica" y evita que el alumnado más vulnerable quede descolgado.
Transición "abrupta"
Aunque reconoce desventajas como son la rotación del profesorado de Secundaria en estos centros, la falta de una regulación específica y carencias puntuales de infraestructuras. Argumentos en los que se ha apoyado el departamento de Pilar Alegría cuando se le ha preguntado por este sistema.
El informe recuerda que España, aunque integradora hasta los 16 años, tiene una de las transiciones más "abruptas" entre Primaria y Secundaria en Europa.
A diferencia de países como Suecia, Finlandia o Portugal, carece de mecanismos formales de acompañamiento, coordinación entre docentes y continuidad curricular.
La normativa que regula la transición es "dispersa y heterogénea", según la comunidad autónoma y no garantiza un traspaso homogéneo del alumnado.
Otros países europeos aplican filtros o mecanismos de transición, como exámenes estatales de competencias —caso de Italia—, mientras que Alemania o Austria separan a los alumnos en itinerarios distintos demasiado pronto, lo que aumenta las desigualdades.
El Gobierno de Sánchez criticó desde el primer momento el modelo EGB madrileño y llegó a asegurar que "no existe marco legal" para impartir parte de la ESO en los colegios.
Batalla política
Pero la realidad territorial se ha movido en la dirección contraria: comunidades del PP están ampliando su apuesta por un modelo mixto, que suavice el salto entre etapas educativas.
El informe de Sociedad y Educación confirma que la transición actual entre Primaria y Secundaria tiene efectos negativos medibles y que los modelos en los que los alumnos permanecen en el mismo centro hasta los 14 años reducen el fracaso escolar.
Es, precisamente, el argumento que desde hace dos cursos esgrime la Comunidad de Madrid: devolver a los alumnos estabilidad, continuidad pedagógica y un entorno emocionalmente seguro hasta completar los primeros años de la adolescencia.