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. Diseño: Arte EE / Reuters, Europa Press

Política GOBIERNO

El abismo entre Starmer y Sánchez: sus diferencias en Defensa, migración y gasto revelan dos tipos de socialismo

La visita a Downing Street, tras ser marginado de las grandes cumbres continentales, expone el profundo contraste entre los únicos líderes socialistas de peso en Europa y sus modelos opuestos de gobernar seguridad y bienestar.

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A un par de calles del 10 de Downing Street, sobre el edificio que aloja los antiguos cuarteles de guerra de Winston Churchill, una majestuosa mole frente al Parlamento de Westminster se corona con cinco mástiles que ondean otras tantas banderas. Dos son del Reino Unido, y tres son de Ucrania.

En el centro de Londres, camino de su visita a la residencia del primer ministro Keir Starmer, el presidente Pedro Sánchez, podrá constatar este miércoles después de comer, cómo los británicos simbolizan su apoyo a Ucrania.

Uno de los países que con más celo guardan el respeto a sus símbolos y tradiciones ha elegido incorporar a Kiev en el corazón de uno de los más añejos parlamentarismos europeos.

Hay quien dice que el más antiguo de todos; y hay quien dice que no, que en eso gana la vieja España.

Pero ocurre que, para el caso, no importa. Lo de las banderas ucranianas al mismo nivel que las nacionales, en nuestro país, sólo pasa por decisiones puntuales (y temporales) de políticos que organizan un acto o reciben a un mandatario.

Las banderas de Reino Unido y de Ucrania coronan el edificio de los cuarteles de la guerra, en Londres.

Las banderas de Reino Unido y de Ucrania coronan el edificio de los cuarteles de la guerra, en Londres. ADP

En la capital del Reino Unido de la Gran Bretaña, llevan ahí desde el inicio de la guerra. Y han visto pasar a tres premieres conservadores distintos antes de al actual mandatario laborista: porque el consenso frente a la invasión está fuera del debate.

En nuestro país, ni siquiera eso. Sólo ha gobernado el socialista Sánchez desde 2018, pero la polarización que todo lo ha invadido desde entonces, no ha respetado nada: ni las políticas sociales, ni las fiscales (más dadas a la ideología)... pero tampoco la exterior ni la de Defensa.

Starmer le podrá explicar, en esta primera bilateral que celebran uno y otro mandatario, que no es que tenga bula en ningún caso: por ejemplo, sus alzas en gasto militar reciben aprobación del Parlamento hasta que sus medidas se traducen en consecuencias.

Los recortes sociales le están haciendo pagar un duro precio.

Hasta 120 diputados de su partido lo traicionaron hace meses cuando quiso imponer 5.000 millones de libras menos de gasto en Dependencia... no le valió de nada acompañarlo de una rebaja del 15% en los ministerios y ahora ha tenido que nombrar un nuevo controller de gasto gubernamental.

A Sánchez no le deserta nadie. Quizá porque el presidente español no rebaja gastos. Eleva un 151% la inversión en (precisamente) Dependencia y alza un 11% las pensiones, más allá del agujero del sistema.

¡Hasta recibe elogios sarcásticos de sus colegas belga e italiana por su "capacidad" para cumplir con el 2,1% de inversión en Defensa lo que el resto de aliados han de hacer con un 5% de su PIB!

Este miércoles, Starmer y Sánchez podrán comparar las dos maneras de ser socialista (y poco querido) tan opuestas de los dos.

Después de haber participado en la marginación del español en las últimas reuniones de alto nivel entre europeos o entre los aliados atlánticos, el británico recibe a su único colega de izquierdas al frente de una gran nación continental... a pesar de que la interpretación del laborismo (o de la O de obrero) de cada uno es, en estos asuntos clave, tan distinta que resulta opuesta.

Defensa

Las políticas de defensa de Starmer y Sánchez representan dos estrategias claramente contrapuestas. El británico ha apostado decididamente por aumentar el gasto militar, con el propósito de reforzar la posición atlántica y responder a la amenaza rusa.

Pedro Sánchez, apartado del resto de líderes durante la foto de familia de la cumbre de la OTAN

Pedro Sánchez, apartado del resto de líderes durante la foto de familia de la cumbre de la OTAN Reuters

El incremento del presupuesto hasta el 2,5% del PIB y la promesa de alcanzar el 3% en los próximos años colocan al Reino Unido a la vanguardia militar en Europa. Este esfuerzo financiero se traduce en millones de libras destinados a modernización armamentística y apoyo explícito a Ucrania, respaldado por la mayoría parlamentaria, de hasta 5.400 millones de libras anuales.

Mientras tanto, Pedro Sánchez ha optado por una política mucho más cautelosa y limitada en defensa. España, que tradicionalmente cuenta con el menor presupuesto militar de la OTAN, ha prometido alcanzar el 2,1% del PIB a partir de 2025, pero mantiene una postura crítica frente a las exigencias aliadas de elevar aún más el gasto.

Sánchez rechazó de forma explícita en La Haya el objetivo del 5% fijado por la Alianza. Y la consecuencia política de este rechazo se ha visto en la exclusión de España de las negociaciones clave sobre Ucrania y en la creciente distancia con sus aliados de Bruselas y Washington.

Ambos modelos tienen efectos internos. El aumento del gasto militar en Reino Unido ha generado debate social y político.

Starmer ha recibido el apoyo del Parlamento en cuestiones estratégicas, pero los efectos colaterales sobre el gasto social han exacerbado las críticas entre sus propias filas. En España, Sánchez ha defendido que la subida del gasto en defensa "se financiará sin afectar el Estado del bienestar".

Su promesa de no tocar ni un euro del presupuesto social contrasta con el reconocimiento del británico de que una cosa "es imposible" sin la otra.

Inmigración

Keir Starmer ha realizado un giro de 180 grados respecto al tradicional enfoque laborista en inmigración.

Las reformas de 2025 duplican el plazo para obtener la residencia legal hasta los diez años. Ahora exige titulación universitaria y pruebas de inglés reforzadas para visados cualificados, restringe los permisos en sectores tan sensibles como salud y asistencia social, y ha acelerado la deportación de migrantes, estableciendo un comando específico contra el tráfico en el Canal de la Mancha.

Una patera con 121 migrantes interceptada por Salvamento Marítimo, llega a La Restinga (El Hierro, Canarias).

Una patera con 121 migrantes interceptada por Salvamento Marítimo, llega a La Restinga (El Hierro, Canarias). EP

Starmer presume de "recuperar el control de las fronteras" mientras Sánchez habla de "recibir con humanidad a quienes llegan".

Pero esta respuesta a la presión de partidos populistas de derecha no para el auge de Reform UK, que ha empujado al gobierno laborista a endurecer su retórica y aplicar políticas antes reservadas a los conservadores. El resultado: un fuerte descenso en la inmigración legal pero tensiones internas y críticas desde la base tradicional laborista y organizaciones civiles.

En España, Sánchez ha desarrollado el enfoque opuesto. Su Gobierno mantiene el crecimiento económico basándose en la importación de casi 2,5 millones de extranjeros en cinco años. El español defiende la "integración solidaria" del fenómeno migratorio.

El Pacto de Migración y Asilo negociado en la UE fue uno de sus grandes proyectos y ha pedido incluso adelantar su puesta en marcha para 2025. En el día a día, Sánchez facilita la homologación de títulos extranjeros, reduce la burocracia y colabora activamente con ONG y entidades civiles para fomentar la integración y la convivencia.

Esta divergencia no es sólo de matiz, sino de fondo. Mientras Starmer compite electoralmente en terreno de la derecha, Sánchez reivindica el modelo social europeo y combate como "ultras" discursos que habitan hoy en Downing Street.

Los resultados también son antagónicos: el Reino Unido endurece condiciones de residencia y limita el acceso laboral, España amplía los canales de integración y acceso a la ciudadanía. El contraste entre ambos líderes sitúa la migración en el centro del nuevo debate sobre el socialismo europeo: control y restricción frente a acogida e integración.

Gasto público

En Reino Unido, el Gobierno laborista ha afrontado una serie de recortes duros en ayudas sociales, particularmente en discapacidad y dependencia, para liberar recursos al presupuesto de Defensa y mantener la disciplina fiscal. Una auténtica fijación para Starmer.

Los recortes finalmente, superan los 3.400 millones de libras (unos 4.100 millones de euros al año), y la reducción de la cooperación internacional (del 0,5% del PIB al 0,3%), lo que refleja la apuesta por la austeridad en tiempos de incertidumbre económica.

Cola frente a una Oficina de Empleo.

Cola frente a una Oficina de Empleo. EFE

Las consecuencias han sido inmediatas. El endurecimiento y hasta la negativa en las condiciones para nuevas solicitudes de ayudas ha generado una rebelión interna entre más de un centenar de diputados laboristas.

Su obsesión por equilibrar el Presupuesto ha impulsado protestas de organizaciones sociales, sindicatos y sectores afectados. Aún se avecinan nuevas subidas de impuestos especiales para equilibrar las cuentas, lo que añade presión sobre la clase media y baja, ya muy golpeada por la inflación y los costes de vida.

Pero mientras el británico presume de no subir el IRPF, el IVA ni las cotizaciones a la Seguridad Social, Sánchez lo hace de lo contrario: es el lado opuesto del tablero. La política social española ha consolidado el gasto en pensiones, salario mínimo, atención a la dependencia y transporte público, el IVA ha vuelto a máximos y el impuesto de la renta no se actualiza con el IPC.

Seis de cada diez euros del presupuesto estatal se destinan al gasto social, y los beneficios de dependencia han crecido más del 150%, las pensiones han subido un 11%, y los salarios mínimos se han incrementado de forma notable... aunque el coste de la vida (y sobre todo, de la vivienda) sigue inabordable para cada vez más españoles.

La soledad los une

Este miércoles, en Londres, el encuentro entre los dos únicos jefes de gobierno socialdemócratas de Europa expone no sólo dos estilos personales, sino dos modelos políticos enfrentados.

Starmer ha optado por la austeridad y la adaptación al nuevo clima electoral británico. Sánchez, por plantarse ante esa ola con el refuerzo del Estado del bienestar y la protección social.

La brecha es evidente, pero las consecuencias de ambas políticas tan antagónicas es muy similar: la soledad en el poder une a ambos mandatarios.

Esa paradoja se refleja en las encuestas de sus respectivos países, que muestran dos tipos de descontento popular diferenciados pero igualmente devastadores.

En Reino Unido, las últimas mediciones sitúan a Reform UK con un histórico 34% de intención de voto, nueve puntos por delante del Partido Laborista de Starmer, que ha caído al 25%.

La estrategia de endurecer las políticas migratorias para competir con la derecha populista ha resultado contraproducente: Starmer ha perdido precisamente a las clases trabajadoras que constituían el núcleo histórico del laborismo.

En España, los sondeos también pronostican una derrota estrepitosa para Sánchez, con el PP alcanzando los 150 escaños frente a los 102 del PSOE, según la última encuesta de SocioMétrica para EL ESPAÑOL.

La suma de PP y Vox (203 diputados) les daría una mayoría absoluta holgada. Y el discurso del miedo a la ultraderecha, en realidad, la dispara al 16,1% de los votos.

Toda la estrategia política de Sánchez se ha basado durante años en ese "cordón sanitario" y el "antifascismo", pero lo que pierde es el apoyo en las clases medias urbanas, cansadas de la polarización constante y los escándalos de corrupción.

Son dos tipos de descontento en países con circunstancias distintas, pero ambos reflejan cómo las transformaciones sociales han dejado perdedores y amenazan a sus gobernantes.