Felipe González y Alfonso Guerra de parten en un saloncito del Ateneo, minutos antes de presentar 'La rosa y las espinas'.

Felipe González y Alfonso Guerra de parten en un saloncito del Ateneo, minutos antes de presentar 'La rosa y las espinas'. Rodrigo Mínguez

Política AMNISTÍA

Felipe y Guerra, como "dos colegas" en la Sala Azaña: así se gestó el 'ateneazo' que sacude al PSOE

Viejos amigos, organizadores y testigos presenciales reconstruyen para EL ESPAÑOL la intrahistoria de la primera "actuación juntos en el escenario" en lustros de los viejos líderes socialistas, el jueves en el Ateneo de Madrid.

24 septiembre, 2023 03:35

Se reunieron en el backstage unos 10 minutos, antes de salir a escena, en el viejo despacho de Manuel Azaña. "Estaban como dos colegas", dos viejos amigos "en confianza".

Alfonso Guerra había llegado algo antes de las 19.00 a la Sala Azaña, "el primero", y después se fueron acercando a saludar Virgilio Zapatero (el puente entre ambos durante los años de crecida en el desencuentro), Juanjo Laborda, Javier Fernández, Virgilio Zapatero... y Emiliano García-Page, "que hizo de telonero, no dejando un periodista al que atender".

A las 19.18 horas -"miré el reloj", apunta uno de los presentes- apareció Felipe González.

"Se formó un corrillo a su alrededor" inmediatamente, pero primero hablaron ellos dos solos. "No puedo decir que hubiera un abrazo, pero un detalle me llamó la atención, querían intimidad", añade este testigo callado. "Cuchichearon uno al oído del otro, agarrándose, unos minutos" y luego, ya sí, Felipe y Guerra atendieron a los amigos.

De ayer, de hoy y de siempre: por ahí entraron Matilde FernándezJavier Sáenz de CosculluelaJuan Carlos Rodríguez Ibarra, José Luis Corcuera... y hasta populares como Adolfo Suárez Illana y Pilar del Castillo. "No diré si se habló de amnistía o del PSOE, si salió el nombre de Carles Puigdemont o de Pedro Sánchez, pero sí que son viejos amigos y que se han visto más veces, incluso en público... así que era evidente el porqué del tumulto".

El porqué es evidente, sí, y viene de fuera de ellos dos, pero de dentro de su "historia emocional". Su salida en pareja contra "la traición" de la amnistía ha sacudido al PSOE de Sánchez, cuya deriva ha unido a aquellos dos chavales de Sevilla que hicieron "Historia" juntos, se despidieron "con un portazo" y, hasta hace un año, ni se llamaban. Ahora se dejan ver y hasta premiar por un Gobierno andaluz del PP.

Fuera, la Policía controlaba la calle tras reclamar a los organizadores que abrieran las puertas desde una hora antes para evitar atascos.

Dentro, Luis Arroyo, presidente del Ateneo, se multiplicaba para atender a los vips y comprobar que todo el mundo se ubicaba en su lugar: la prensa (90 periodistas de 50 medios diferentes) en las dos salas habilitadas; los inscritos, al final del salón; los socios, en las primeras filas (hubo que dejar fuera a la mitad de ellos, dada la expectación); y los invitados, en sus butacas nominales, "para que nadie se colara, que no cabíamos".

"Aún apareció más gente sin avisar, algunos de renombre, como el Padre Ángel o Eugenia Martínez de Irujo", recuerda un responsable de la organización. En total, casi 500 personas, y 14.000 más por streaming.

"Sabíamos que se iba a desbordar, pero nunca te imaginas qué significa eso". Sin duda, en esta nueva etapa del Ateneo, relanzado como "templo de la palabra y el debate", nunca se había colgado el cartel de no hay billetes con una semana de antelación.

'Los Stones'

No hay que desdeñar el componente de "hinchazón de ego" que suponía el volver a verse "juntos en el escenario" y jaleados como los eternos Rolling Stones. La metáfora la puso Manuel Lamarca, autor del documental que inspiró este libro. Y la recogió luego Alfonso como propia. "Vinieron en la gira del Urban Jungle al Calderón, en 1990, y Felipe los recibió en Moncloa... me acordé por eso", recuerda el profesor y cineasta para EL ESPAÑOL.

Felipe González y Mick Jagger, el 16 de junio de 1990, en las escalinatas de Moncloa.

Felipe González y Mick Jagger, el 16 de junio de 1990, en las escalinatas de Moncloa. Cedida

 

Pero a ninguno de los dos les impulsó sólo el revival. "A quién le pueden interesar mis opiniones personales", se preguntaba Guerra cuando tomó el micrófono, "esto es sólo la presentación de un libro".

Pero no lo era, y él lo sabía. Felipe, a su lado por primera vez para volver a ser "los dos" después de años, quizá lustros, lo sabía. Y por eso aceptó la invitación del propio Alfonso, en una llamada el pasado agosto.

Así se gestó el ateneazo, con mimo por lo que significaría "un evento histórico", tal como lo describen -en conversaciones por separado- todas las fuentes consultadas: un alto responsable del Ateneo, una ejecutiva de la editorial, el autor del documental Guerra, Alfonso. El hombre detrás del político, que inspiró La rosa y las espinas (La Esfera, 2023) y un viejo socialista que se hizo cargo de parte de la logística.

Todo empezó allá por la primavera, cuando el libro se componía entre las oficinas de la casa editorial y la de Guerra en Sevilla. "Buscarás un presentador de campanillas", le dijo Ymelda Navajo, la editora, al exvicepresidente del Gobierno, ya en julio. "Lo tengo pensado, a la vuelta de verano os digo... si él está en España para esas fechas, yo creo que acepta, y entonces os digo quién es".

'Guerra, Alfonso. El hombre detrás del político' (Manuel Lamarca, 2022)

La llamada de Alfonso a Felipe se debió de producir "en agosto", calculan las fuentes consultadas. Cuando, pasado el 23-J, el PSOE de Sánchez ya filtraba la necesidad una amnistía para Puigdemont y los demás implicados en el procés que permitiera recabar los votos de Junts en una eventual investidura.

"Quizá por eso Guerra estaba tan convencido del  de González", apunta otra de las personas que han contribuido a componer esta intrahistoria. Lo cierto es que hace un año, el desencuentro de años seguía vigente.

Se les había visto a los dos haciendo campaña por Rubalcaba, pero no juntos; luego, con el propio Pedro Sánchez, en los 40 años de Suresnes... cuando Felipe provocó otra sacudida en el viejo PSOE: "¡Hay que ser socialista antes que marxista!".

Allí empezó todo, recuerda un antiguo colaborador de ambos, cómplice de la organización del ateneazo. "La conexión volvía a estar ahí". ¿Recuperada o nunca perdida? "Alfonso ha dicho ya muchas veces que nunca dejaron de ser amigos", que eso estuvo siempre por encima de los desencuentros políticos que los separaron en los años 90. "Y Felipe lo corroboró allí".

Pero lo cierto es que ambos no habían compartido nada "amistoso" hasta la cena del pasado diciembre en La Manduca de Azagra, por los 40 años de la victoria de 1982. EL ESPAÑOL logró colarse en la reunión de aquellos exministros y publicar la primera foto de ambos compartiendo mesa.

Felipe González y Alfonso Guerra, juntos en la cena por los 40 años de la victoria del PSOE en 1982.

Felipe González y Alfonso Guerra, juntos en la cena por los 40 años de la victoria del PSOE en 1982. EL ESPAÑOL

Y ya el pasado junio hubo un evidente adelanto público: Felipe y Alfonso tienen, de nuevo, una causa común, y la pueden defender con el peso que ambos juntos ejercen. Fue en la presentación de otro libro, Aquel PSOE, de Zapatero (Virgilio, el "colega" común; no José Luis, el del "infame pacto del Tinell", en palabras de Guerra durante su discurso del ateneazo).

La Editorial había montado el acto de la mano del Ateneo, pero la logística de González fue cosa de su amigo: "Cuándo y cómo llegaría, cuánto se quedaría... el buen rollo es entre los dos, y nosotros no participamos en eso", apunta la ejecutiva de La Esfera.

"Lo que vi allí, en la Sala Azaña, fue la constatación del mucho afecto que Alfonso me había dejado traslucir en nuestros encuentros", apunta Lamarca, el autor del documental. "La cercanía era real, y esas buenas vibraciones se vieron luego, en la mesa del escenario, ante el público del Ateneo".

En el corrillo, Guerra saludó a Felipe con un "la que hemos montado...", con esa sonrisa cabrona que lleva gastando décadas. En ese momento, de hecho, apareció en la sala Nicolás Redondo Terreros, sólo una semana después de que Ferraz le retirara el carné del PSOE, y al que ambos saludaron con cariño.

"Luego, en su aparte, se podía adivinar en las miradas de Rodríguez de la Borbolla o de Javier Lambán la admiración a los mitos, ¿qué se estarán diciendo?".

Uno de los testigos del momento lo interpreta para este periódico: "El momento es el que es, y para Felipe y Alfonso, lo que los debe de estar uniendo es la defensa del Estado de derecho... que para un socialdemócrata incluye los derechos políticos tanto como los sociales. El principio de igualdad, que no se está respetando". 

González había estado cariñoso con todos, cuando llegó, el último, a la madrileña calle del Prado, 21. A un lado de la acera, la prensa agolpada pidiendo fotos y palabras del expresidente. Al otro, decenas de curiosos aplaudiendo y entonando a coro "¡Felipe, Felipe!", como minutos antes "¡Alfonso, Alfonso!".

La presencia de hija del exvicepresidente emocionó a Guerra, que después de los discursos, se despidió de Felipe antes de "disfrutar" de una hora firmando libros. 

Al acabar, con los pasillos del Ateneo ya vaciándose, Alfonso se guardó el boli y repartió saludos de despedida.

Cuenta el último testigo que dejó la mesa ya casi sin ejemplares, caminó el pasillo que, bajando unas escaleras, lleva a la calle, y dobló a la izquierda, caminando solo en una noche protootoñal y fresca en Madrid. Ya era de noche, pasadas las 22.00 horas, y se paseó un rato, en silencio, la carrera de San Jerónimo, junto al Congreso, antes de retirarse al hotel, ahí mismo, en la plaza de las Cortes.

No era el Palace. No esta vez.

Felipe González y Alfonso Guerra celebran la victoria del 82 en una ventana del hotel Palace.

Felipe González y Alfonso Guerra celebran la victoria del 82 en una ventana del hotel Palace. César Lucas