Pedro Sánchez y Pere Aragonés durante un encuentro en La Moncloa.

Pedro Sánchez y Pere Aragonés durante un encuentro en La Moncloa. Efe

Política INDEPENDENTISMO

El arresto de Puigdemont en Italia aviva la guerra de Junts con ERC y tensa la relación Aragonès-Sánchez

La mesa, boicoteada por los exconvergentes, queda herida de muerte. Aragonès pondrá en solfa los Presupuestos por temor a ser tildado de colaboracionista.

24 septiembre, 2021 01:05

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Eran las 22.40 horas de este jueves cuando saltaba la noticia: Carles Puigdemont, detenido en Cerdeña por la orden de busca y captura del Tribunal Supremo. En Moncloa se acababan de enterar del arresto, "después de que se produjera", confirmaron fuentes de Presidencia. Y en la sede de Junts per Catalunya, el partido del expresident huido, no sabían nada. Se enteraron de la exclusiva de EL ESPAÑOL, precisamente, "por la prensa".

Puigdemont, residente en Waterloo (Bélgica) desde hace cuatro años, tenía previsto participar en la ciudad sarda en el Aplec Internacional Adifolk, un evento patrocinado por una asociación para la promoción del folclore catalán. Allí se había trasladado este jueves, donde fue detenido por la Policía de fronteras. En las próximas horas, deberá pasar a disposición del tribunal italiano competente para examinar la orden de detención emitida por el Tribunal Supremo español.

Una vez que la euroorden del magistrado del Supremo Pablo Llarena había puesto a Puigdemont bajo custodia policial en Alghero, la Barceloneta sarda y ciudad de habla catalana al noroeste de Cerdeña, los focos principales de la noticia estaban en esas dos sedes: la del partido independentista heredero de la vieja Convergència y la del Gobierno español.

"Una relación infernal"

Porque son los líderes de Junts los que reventaron la llamada mesa de diálogo, negociación y pacto hace apenas una semana. La iniciativa nació de un acuerdo entre Pedro Sánchez y un president de ese partido, un designado por Puigdemont. Pero ahora la conciben como "un instrumento inútil", impulsado por "un Gobierno sin palabra" y, en definitiva, como "fruto del compromiso de Esquerra con el PSOE".

Ahora, acabe como sea la detención de Puigdemont, se recalentará la pelea de unos independentistas con otros. Un ministro definía la relación entre JxCat y Esquerra como "infernal" en conversación con este periódico. "Y eso genera inestabilidad y fragilidad del gobierno catalán".

Ahora, esa tensión, indudablemente, se trasladará a la relación "de confianza personal" que Moncloa decía que había surgido entre Aragonès y Sánchez: los exconvergentes arrinconarán a los republicanos abonando los argumentos que ya esgrimía Jordi Sànchez, secretario general y exlíder de la ANC, hace un par de semanas en rueda de prensa. 

"Nos corresponde ser la fuerza tractora del independentismo. Apelamos a la unidad de los 23 diputados en Madrid para no apoyar los Presupuestos de un Gobierno español que no defiende los intereses de Cataluña... ¿o lo vamos a mantener sólo por miedo a uno peor?".

Pelea que viene de atrás

La pelea en el independentismo es un secreto a voces: no sólo la avivó Moncloa, por tacticismo, en las fechas previas a que el miércoles 15 de septiembre se reunieran en Barcelona "las delegaciones catalana y española"; sino que quedó por escrito en la página 12 del mismo acuerdo de gobierno entre Junts y ERC: "El escepticismo y las dudas de JxCat sobre los resultados de la mesa no serán un impedimento para trabajar y participar lelamente en el proceso de diálogo y negociación con el Gobierno español".

Después de la declaración unilateral de independencia (con freno y marcha atrás, pero respondida con la aplicación del 155 por el Gobierno de Mariano Rajoy, apoyado por el PSOE de Pedro Sánchez), terminó de ser pública la bronca interna en el seno del independentismo.

La fuga de Puigdemont a Bélgica, país con larga tradición de maltratar los requerimientos judiciales procedentes de los tribunales españoles, contrastaba con la permanencia de su vicepresident Oriol Junqueras para afrontar su arresto, prisión preventiva, juicio y condena... y luego su indulto, cierto.

Una vez publicada la noticia del arresto, el desconcierto era palpable en el entorno del presidente de la Generalitat, el republicano Pere Aragonès, quien tardó casi una hora en decir esta boca es mía. Y lo hizo con un mensaje duro, ante el temor a ser tildado de colaboracionsita: "Frente a la persecución y represión judicial, la más enérgica condena. Debe parar. La amnistía es el único camino. La autodeterminación, la única solución. A tu lado, president Puigdemont", terminó por decir.

El término "represión" era el mismo que esta semana le echaba en cara el senador de Junts Josep Lluís Cleries al ministro Félix Bolaños. Y al que el propio Aragonès recurrió recientemente, tras la cita de la mesa, para urgir a Sánchez a avanzar en "la solución para los miles de represaliados por defender sus ideas en Cataluña". Es decir, los activistas del 1-O, los manifestantes quema-contenedores, y los implicados en las estructuras administrativas paralelas montadas por el separatismo.

Mucho antes había marcado posición el líder de la oposición, Pablo Casado, exigiendo que el líder del "golpe a la legalidad constitucional" sea juzgado y que Pedro Sánchez se comprometa a no indultarlo "a cambio de permanecer en el poder".

El presidente del Gobierno mandaba tuits en el momento de la detención. Prueba de que Moncloa desconocía la noticia previamente. Y es que Sánchez emitía mensajes en su cuenta que, a la vista de los hechos conocidos posteriormente, podían parecer frívolos.

El impulsor de la "mesa del reencuentro" con Cataluña entraba en conversación con la banda de pop Coldplay para explicarles que su gabinete donará 30 millones contra el cambio climático. Y otro a los Black Eyed Peas luciendo su compromiso con la vacunación global y la donación de 7,5 millones de vacunas a la iniciativa Covax... 

Después calló en la red social, y se puso a trabajar. Recién había acabado su segunda visita a La Palma, de regreso de una viaje relámpago a Nueva York, para intervenir en la Asamblea General de Naciones Unidas.

Este mismo jueves, la consejera de Acción Exterior del Govern, Victoria Alsina, de Junts, calificaba la mesa del reencuentro como "una etapa más del conflicto político". Desde Roma, donde había viajado para "mantener reuniones" que se negó a detallar, lamentó públicamente que "el president Puigdemont puede ir a Alghero y no puede ir a España". Olvidaba que, una vez levantada su inmunidad como eurodiputado, la euroorden estaba totalmente vigente. 

A Sánchez se le tambalea ahora la mayoría parlamentaria. Para empezar, el "reencuentro" puede quedar herido de muerte.

Y en cuanto a las cosas de comer, queda más que en entredicho el apoyo previsto de ERC en la negociación de los Presupuestos Generales del estado, abierta esta semana por Bolaños, su ministro de la Presidencia... y coordinador de las reuniones de la mesa de diálogo. El ambiente "positivo" de la cita con Gabriel Rufián y el compromiso arrancado por ambas partes para ponerse a trabajar queda en stand by

Los grupos técnicos estaban emplazados a verse ya la semana que viene, y los equipos políticos deberían "coordinarse con el Govern", según fuentes del partido republicano.

Pero el gabinete de la Generalitat no es sólo de ERC, el vicepresidente Jordi Puigneró desde dentro, el líder político Jordi Sànchez desde fuera y la sombra de un Puigdemont entre rejas en Cerdeña por la acción del "Estado represor" no sólo alejan más reuniones de la mesa, sino que tambalean los apoyos parlamentarios de Sánchez para lo que queda de legislatura.