Edmundo Bal pasándoselo bien.

Edmundo Bal pasándoselo bien.

Política CUANDO SE LE CAE LA TOALLA

Edmundo Bal: "Se me cayó la toalla en las duchas de un hogar de retirados del ejército de EEUU"

"Ya no nos caben los imanes en la puerta del frigorífico" / "Lo mejor del verano es que el político se puede poner bermudas" / "Hice una queimada en la playa de Portonovo, pero la infracción ya ha prescrito".

27 agosto, 2021 01:50

Cuando Ciudadanos fichó a Edmundo Bal, algunos de sus nuevos compañeros pensaron: "Debe de saber un montón de leyes, pero a ver qué hacemos con él en los mítines". No tuvieron que hacer nada. Bal es un roquero. Un abogado del Estado que posa con vaso de tubo y gafas de sol cuando están todas las luces apagadas.

Se le cayó la toalla en las duchas de una residencia de retirados del ejército norteamericano. Y hasta ahí puede leer. Le duele no poder llevar esos bañadores largos que incluyen abrebotellas en el bolsillo. A ritmo de Bryan Adams, dice que no es de derechas. Antes de entrar a Cs, por descarte, votaba al PSOE. Bal se sube a la moto. Lleva, ¡por fin!, bermudas.

¿Cuáles han sido sus chanclas más horteras?

Nunca llevo chanclas, pero en Sanxenxo tenía que utilizar unas zapatillas que se llaman fanequeras para que no me pincharan unos bichos que se esconden en la tierra y que se llaman fanecas. Si alguien quiere saber lo que es, que se meta en internet...

¿Y el bañador que más le costó tirar?

Un bañador de pantalón que en el bolsillo llevaba un abrebotellas: me permitía abrir las cervezas directamente desde el bañador. Me lo tiró mi mujer porque ya estaba despeluchado.

Un lugar en el que no volvería a veranear jamás.

Sin decir el sitio, para que nadie se ofenda: en el Levante español hay un lugar muy bonito al que fuimos de camping. Nos acostábamos a las siete de la mañana, nos despertaba el sol, nos teníamos que ir a dormir a la playa para que los niños no molestaran... Fue un verano horrible en el que no dormimos nada.

El destino de veraneo que más feliz le ha hecho.

Yo siempre he veraneado unos días en Sanxenxo, Pontevedra, y otros en Huelva. Son los sitios que más recuerdo de niño.

¿Qué le diría hoy a su primer ligue de verano?

Le doy las gracias porque me abrió un camino maravilloso que me ha aportado grandes momentos y personas a lo largo de mi vida.

Su mayor locura en una playa.

Hacer una queimada en la playa de Portonovo, que estaba prohibido, con todos mis colegas de allí. La infracción administrativa ya está prescrita, así que la puedo contar.

¿Y en la montaña?

Nos subimos un día a Siete Picos, en Madrid, en la sierra. No teníamos que haber subido porque pintaba muy mal. Nos empezó a nevar y tuvimos que salir corriendo montaña abajo: no nos matamos de milagro.

¿Se pondría mascarilla en una playa nudista?

Pues es que no me pongo nunca nada en una playa nudista. Además, estoy vacunado con las dos dosis.

Lo mejor y peor que le ha pasado yendo de campamento.

Lo peor es la tienda de campaña, que se te meta un bicho que moleste toda la noche...
Y lo mejor es que estás con tus colegas, tranquilo... porque las noches son fenomenales. Compartes muchas cosas cuando estás ahí, haciendo vida en común.

El sitio más incómodo en el que se le ha caído la toalla.

En San Diego (Estados Unidos). Nos fuimos a una residencia que era un hogar de retirados del ejército y en las duchas de los chicos se me cayó la toalla y... no voy a contar más.

Edmundo Bal, en una fotografía no tan reciente...

Edmundo Bal, en una fotografía no tan reciente... Cedida por el entrevistado

¿Es más fácil veranear siendo de derechas?

Pregúntaselo a los de derechas, porque no tengo ni idea.

Una canción del verano que todavía escuche.

Bryan Adams, Summer of 69. Bueno, hay muchas... porque en verano siempre sale alguna canción que luego, al final, se te queda grabada a fuego en el cerebro.

En el verano se compran cosas absurdas. ¿Qué compra usted?

En mi casa, mi familia y yo nos empeñamos en comprar los imanes de nevera allá donde vamos y ya no nos caben en la puerta del frigorífico.

¿Alguna vez ha comprado en el top manta?

Nunca, jamás. Pero sí he comprado mucho en el Rastro. También en los mercadillos hippies: las típicas pulseritas de hilo, velas, incienso y ese tipo de cosas.

¿Le gusta la sangría?

No solamente me gusta, sino que además en verano la hago, y mis amigos se quedan satisfechos.

Lo peor del verano del político es…

Que no terminas de desconectar de la actualidad política.

Lo mejor del verano del político es…

Puedes estar más informal, te puedes poner bermudas... ¡no tienes que estar todo el rato pensando que te va a ver la gente por la calle en pantalón corto!

¿Alguna vez ha llegado a las manos con alguien?

No he llegado a las manos con nadie, pero a grito pelado, sí.

Qué libros va a aprovechar para terminar.

Leo todos los días. Ahora mismo estoy acabando Madrid, de Trapiello. Me he terminado Independencia, de Cercas, hace muy poco; y voy a empezar con un libro que ha escrito un senador de Ciudadanos que se llama Miguel Sánchez: se titula Charnego y lo va a presentar en septiembre en Madrid. También Es sólo vivir, de Dani Ramírez: me parece muy valiente escribir poesía en esta época.

¿Va a pasar algún día con un adversario?

Los adversarios también tienen derecho a descansar de mí.

¿De quién no quiere saber nada hasta septiembre?

Hay días que sueño con la sirena del Congreso, la que te llama al pleno, que sales corriendo y luego por el overbooking de los ascensores no llegas a tiempo... A ver si puedo evitar soñar con la sirena del Congreso.