El líder de C's en Andalucía, Juan Marín, y la presidenta andaluza, Susana Díaz

El líder de C's en Andalucía, Juan Marín, y la presidenta andaluza, Susana Díaz EFE

Política La investidura

C's presiona con fuerza a Susana Díaz para lograr la abstención del PSOE

Juan Marín: "Es de justicia. Díaz reclamaba responsabilidad, justo lo que ahora el PSOE no da”.

16 agosto, 2016 03:23
Sevilla

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Ciudadanos no deja de presionar al PSOE. Lo está haciendo, especialmente, desde Andalucía, y casi a diario. Cualquier encuentro y las reuniones del comité de seguimiento del acuerdo de investidura de Susana Díaz, suscrito hace poco más de un año, son la ocasión perfecta para intentar desbloquear el no en el que están enrocados los socialistas. Su portavoz parlamentario, Juan Marín, no ceja en el empeño y pide la misma responsabilidad que les exigieron a ellos entonces.

En esas conversaciones, bien con Díaz o con cualquier miembro de su núcleo duro del Gobierno andaluz o del partido, la palabra que más les repite Marín es “reflexión”. La misma que utiliza el líder de su partido, Albert Rivera, para pedir un giro de postura al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y evitar un bloqueo que conduzca a unas terceras elecciones. Algo que en el PSOE entienden como la presión de una suerte de pinza entre la formación naranja y el PP, pero que a los de Ciudadanos les es familiar. Ya tuvieron  la misma sensación cuando los socialistas andaluces les insistieron para que Díaz llegara a ser presidenta de la Junta.

El PSOE andaluz guarda silencio

A Ciudadanos le consta que en el PSOE andaluz que hay quienes sí quieren dar el paso hacia una abstención, no a Mariano Rajoy, sino a que haya un Gobierno en el país después de 300 días con uno en funciones. Pero existe un problema: los socialistas andaluces ahora están, a juicio de Marín, por estar en silencio y ser una “piña”. O por parecerlo.

No son pocas las voces que han salido públicamente pidiendo la abstención o, al menos, abrir un debate. El último de ellos en alinearse con esta última propuesta del ex presidente Rodríguez Zapatero es el concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid Antonio Miguel Carmona. El edil madrileño es afín a Díaz, tanto como para haber asegurado que es una de las mejores políticas de Europa, no dudando en colocarla al nivel de Angela Merkel o Theresa May.

El interés del partido naranja por presionar desde Andalucía está en el peso que tiene en el PSOE y que en el Congreso se traduce en 20 de los 83 diputados que tienen (aunque el pasado 26 de junio fue la primera derrota de Susana Díaz frente al PP). Cualquier cambio debe pasar primero por esta federación que, además, tiene unas relaciones tensas con Ferraz en un pulso casi constante y marcado por lo que podría acabar con la disputa por la secretaría general en un duelo Sánchez-Díaz.

Marín asegura que hace 20 ó 25 días pensó que se podría abrir una puerta a una abstención en una segunda votación. Pero lo que antes veía como un resquicio, ahora es una puerta cerrada a cal y canto. Sin ir más lejos, menciona una charla con un dirigente socialista hace apenas 48 horas: le advirtió de que ni siquiera tienen previsto una reunión del comité federal para discutirlo. Por eso apela insistentemente a la “responsabilidad” del PSOE.

“Es de justicia. En sus discursos de investidura, Susana Díaz reclamaba responsabilidad y que gobernara la lista más votada, justo lo que ahora el PSOE no da”, argumenta Marín, que recuerda que el PP tampoco dio entonces lo que ahora exige al PSOE, lo que tuvo 81 días en espera a Díaz hasta el sí de Ciudadanos.

"Díaz reclamaba lo que ahora el PSOE no da”

Establece un paralelismo total entre la situación vivida en Andalucía en el verano de 2015 y la de ahora en Madrid: un solo candidato, sin alternativa y un paquete de medidas de regeneración democrática. Porque las que se pusieron encima de la mesa para ese acuerdo de investidura son idénticas a las seis condiciones que Ciudadanos exige al PP y que someterá a votación de su comité ejecutivo.

En Ciudadanos defienden que no imponen nada que no sea de sentido común y que ya sirviera en la investidura de Díaz y también en la de la popular Cristina Cifuentes en la Comunidad de Madrid. Los ex presidentes andaluces Manuel Chaves o José Antonio Griñán tuvieron que dejar sus escaños en el Congreso y en el Senado, respectivamente; ellos y Susana Díaz tuvieron que comparecer en la comisión de investigación de los fondos de formación (esto último le pasó una cara factura a Ciudadanos porque las relaciones se tensaron). Ahora podría ser el turno de Rita Barberá, no ya de Ana Mato, que dimitió como ministra en noviembre de 2014 por el caso Gürtel, pero que seguía como vocal del comité ejecutivo nacional del PP hasta julio, que pidió su baja. Su rastro ya ha sido borrado por completo de la web del partido.

Por este cúmulo de parecidos razonables, insisten machaconamente en demandar al PSOE esa responsabilidad que los de Ciudadanos demostraron. “El escenario es idéntico, pero el comportamiento no lo está siendo. Pedro Sánchez no se puede esconder ni puede trasladar que eso no va con nosotros. El PSOE está cometiendo un error grave”, incide el dirigente andaluz.

Si hay quejas de los socialistas por la presión, Marín recuerda que ellos también la sufrieron. “Fueron tres meses de presión brutal por su parte. Y lo pasamos mal, porque también era difícil de explicar al ciudadano”, justifica, y acto seguido insiste: “Hay que ser responsables”.

En este punto, valora la actitud del ex presidente Felipe González por elogiar el paso dado por Ciudadanos y por insistir en que el PSOE no sea un obstáculo para un Gobierno en minoría de Rajoy. Sólo espera que su mensaje acabe calando en el partido y llegue esa abstención o que se queden algunos escaños socialistas vacíos en el momento propicio de la votación.

“Si se abstienen, sería una gran gesto del PSOE”, concluye, recordando que están en una cuenta atrás con unas elecciones vascas y gallegas a la vuelta de la esquina y que complican el escenario, con unos Presupuestos Generales del Estado que hay que negociar, bajo la vigilancia estrecha de Bruselas que reclama más recortes, y sobre todo, un país que requiere la “tranquilidad y estabilidad” que supone tener un gobierno cuanto antes.