Ángel Jesús Mota, hermano de Jorge Mota, durante su juventud.
Jorge Mota, víctima de ETA: "No podemos permitir que las calles legitimen a los asesinos"
El hermano de Ángel Jesús, funcionario de prisiones asesinado por los terroristas, se pronuncia en el pódcast 'En la sabana' sobre la marcha a favor de los presos etarras y las camisetas exhibidas en la Semana Grande de Bilbao.
Hoy no es un día fácil para las víctimas de ETA. No lo es porque, si se acercan a disfrutar de la Semana Grande de Bilbao, se pueden tropezar con las caras de los asesinos de sus familiares estampadas en camisetas, con un merchandising que convierte en icono a quienes segaron vidas inocentes.
En algunas txosnas, las casetas que marcan el pulso de las fiestas, se exhiben estos objetos. Si logran armarse de valor para quedarse un poco más, comprobarán cómo se retuerce la historia: el trato a esos asesinos se transforma en pequeños homenajes a falsos héroes.
Tampoco es un día fácil para estas víctimas porque, a pesar de que asociaciones como la AVT habían pedido expresamente que no se celebrara la habitual manifestación de apoyo a los presos de ETA, la Fiscalía se ha opuesto al veto. El juez, finalmente, ha rechazado prohibirla.
Una vez más, se ha impuesto la libertad de expresión frente al riesgo de revictimización. La decisión reabre un debate incómodo: ¿hasta qué punto se puede permitir que el espacio público se convierta en altavoz de quienes legitiman el terror?
La voz de Jorge Mota
En el capítulo de hoy entrevistamos a Jorge Mota, concejal del PP en el Ayuntamiento de San Sebastián. Mota perdió a su hermano Ángel Jesús, funcionario de prisiones en Martutene, asesinado por ETA el 13 de marzo de 1990 mientras sostenía a su bebé en brazos.
"Le pido a la sociedad, y especialmente a la vasca, que no mire hacia otro lado. Es una humillación directa a las víctimas", lamenta. Para Mota, no es solo un acto inocuo. "No se trata de una manifestación inocente porque sus organizadores no son neutrales", subraya.
El concejal insiste en que esta marcha no es una reivindicación legítima, sino una manera de normalizar el pasado más oscuro de nuestra historia reciente. "No podemos permitir que las calles se conviertan en un escenario para legitimar a los asesinos, son el pasado más oscuro de nuestra historia reciente", advierte. Y concluye con firmeza: "Los presos de ETA no son presos políticos. Son presos comunes, asesinos, extorsionadores".
La denuncia de la AVT
La Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) había solicitado la prohibición de la marcha en favor de los presos etarras. Sin embargo, la Justicia ha permitido que se celebre, esgrimiendo al derecho de manifestación. Para las víctimas, se trata de un ejemplo más de cómo las instituciones no logran proteger su dignidad.
Carmen Ladrón de Guevara, abogada de la AVT, lo denuncia sin rodeos: "En las calles del País Vasco y Navarra se da una anomalía democrática homenajeando asesinos", lamenta. "Se está pervirtiendo el lenguaje que blanquea y legitima a ETA. Al pedir "la vuelta a casa de los presos o exiliados, están admitiendo que estar en prisión no es legítimo", afirma.
Este uso perverso de las palabras, advierte, supone una forma sutil de reescribir la historia.
El debate vuelve a situar sobre la mesa una cuestión de fondo: ¿cómo debe una democracia gestionar la memoria del terrorismo? España ha avanzado en el reconocimiento a las víctimas, en el relato oficial y en la enseñanza de lo que supuso ETA. Pero la convivencia diaria en Euskadi y Navarra todavía muestra grietas dolorosas.
"Si la defensa de la memoria democrática se abre paso digna y justamente en este país, entonces, ¿por qué se permite que las víctimas de la historia reciente del terrorismo en España tengan que aguantar tanto dolor?", se preguntan desde las asociaciones.
El dilema es complejo. La libertad de expresión y de manifestación son pilares irrenunciables en cualquier democracia. Pero la revictimización, el homenaje encubierto y la exaltación de asesinos en el espacio público son una herida abierta que aún sangra. La memoria democrática exige equilibrio: respetar derechos sin blanquear la violencia.
Muchos reclaman pasar página, pero pasar página no significa olvidar. Como recuerdan las víctimas, cerrar heridas implica conocer la historia para no repetirla. Significa entender que quienes hoy son reivindicados como "presos políticos" en realidad fueron responsables de asesinatos, secuestros y extorsiones. Significa no mirar hacia otro lado cuando la memoria se retuerce en las fiestas populares o en las pancartas de las manifestaciones.
El desafío no es sencillo. Requiere coraje político, firmeza institucional y, sobre todo, compromiso ciudadano. Como recuerda Jorge Mota: "No podemos permitir que la sociedad normalice el terror. No podemos dejar que se legitime a los asesinos en nuestras calles".