El lehendakari y candidato a la reelección por el PNV, Iñigo Urkullu.

El lehendakari y candidato a la reelección por el PNV, Iñigo Urkullu. Gorka Estrada EFE

España Elecciones vascas

La sombra de Artur Mas planea sobre las elecciones vascas

Urkullu elude comprometerse con un plan B rupturista si fracasa su negociación con el Estado, mientras el PP alerta de que seguirá la estela del político catalán.

17 septiembre, 2016 02:57

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“En política y en convivencia eso es plantear el carro antes que los bueyes”, espetó el candidato a la reelección de lehendakari por el PNV, Íñigo Urkullu, a la aspirante de EH Bildu a ocupar su puesto, Miren Larrión. Lo hizo cuando ésta le preguntó por el plan “B” y le  puso ante la hipótesis de una negociación fracasada con el Estado.

Ocurrió este jueves durante el único debate de campaña en ETB 2 de los principales líderes políticos que optan a la presidencia vasca el próximo 25-S. Larrión, cabeza de lista por Álava, que sustituyó al inhabilitado Arnaldo Otegi, intentaba trasladar a Urkullu a un escenario posterior al planteado por el PNV. El partido de Ortuzar defiende en su programa electoral la consecución de un nuevo Estatuto vasco pactado con el Estado que reconozca a Euskadi como nación y profundice en su autogobierno. Esa pretensión incluiría un sistema de garantías de cumplimiento basado en la bilateralidad y en una relación de igual a igual entre los Gobiernos vasco y central. 

SIN PLAN DE CONTINGENCIAS

EH Bildu está dispuesto a acompañar al PNV en su negociación con el Estado pero presiona a los peneuvistas para que establezcan una hoja de ruta posterior. Convencidos de que puede reeditarse un nuevo portazo, como el que obtuvo el plan Ibarretxe en las Cortes, tratan de dejar claro ante su electorado que la tibieza del “PNV de Urkullu” impedirá que los vascos avancen en la senda  independentista. Seguidores de las decisiones unilaterales  adoptadas por Cataluña se inspiran en ese modelo para cuestionar el alcance del espíritu soberanista del PNV, a quien interpelan continuamente sobre  hasta dónde está dispuesto a llegar en su defensa de la soberanía vasca.

Larrión, profesora de la UPV, echó mano de su formación académica, para tratar de obtener una respuesta ante las cámaras, o más bien, dejar constancia de la evidencia de su ausencia. “En Ingeniería cuando queremos conseguir un objetivo planteamos un itinerario y un plan de contigencias”, expuso, sin lograr que Urkullu se adentrase en explorar cuál sería su respuesta al “veto” de las Cortes que la coalición abertzale plantea como seguro.

La réplica que obtuvo, del todo previsible, fue que no hay que abandonar la esperanza de que un nuevo Gobierno y unas Cortes Generales, “con una nueva composición”, no sometidas a la mayoría absoluta del PP, puedan ser mucho más proclives a aceptar la propuesta de reforma estatutaria acordada por el Parlamento Vasco.

El lehendakari y candidato a la reelección no se movió ni un ápice en ETB del espacio  seguro por el que transita en la campaña vasca, con todas las encuestas a favor que vaticinan un cómodo triunfo para su partido, en el que el PNV  podría reeditar incluso los 27 escaños obtenidos en 2012.

De momento, y si se cumplen los sondeos, tiene todos los ases en la manga porque el Parlamento Vasco que salga de las urnas podrá optar entre dos opciones: la consecución de una mayoría más que cualificada defensora del derecho a decidir junto con EH Bildu y Podemos, o ampliar al Ejecutivo vasco la alianza estable con los socialistas que le permite gobernar en diputaciones y ayuntamientos de las tres capitales, principales instituciones de la comunidad autónoma. Y es posible  que ni siguiera tenga que elegir y pueda alternar  unos pactos con otros en la Cámara de Vitoria.

La primera es una opción que le pone delante todos los días EH Bildu, que basa su campaña en la oferta de un pacto a tres bandas entre las fuerzas que defienden la celebración de una consulta soberanista entre la población; mientras que la segunda está condicionada por la reacción y los resultados del PSE-EE, que se considera libre de ataduras para romper su entente si el PNV vulnera la legalidad en su búsqueda de nuevo Estatuto. 

“EL ARTUR MAS VASCO”

A Urkullu le acompaña una aura de moderación labrada a lo largo de la última legislatura, por contraposición al modelo anterior de su partido acuñada por el lehendakari Ibarretxe y la deriva soberanista iniciada en Cataluña por su entonces homólogo y líder de Convergencia, Artur Mas.

Consciente de que esa imagen de nacionalista equilibrado y prudente que nunca se echará al monte cala incluso en el electorado de centro no nacionalista, el PP vasco, liderado por el exministro Alfonso Alonso, trata de neutralizar a su adversario político con advertencias sobre la verdadera naturaleza del nacionalismo.

Comparar a Artur Mas con Iñigo Urkullu es un ejercicio al que se dedica todos los días Alonso. El candidato popular tiene muy presente los resultados de la última encuesta del CIS donde un porcentaje elevado de ciudadanos que votaron a su partido y al PSE en las últimas elecciones generales del 26-J no tenían ningún empacho en reconocer su predisposición favorable a que Urkullu siga siendo lehendakari.

Alonso combina sus discursos con gestos de efecto. Uno de ellos, el brindado este jueves en ETB, cuando le regaló al lehendakari un libro escrito por Artur Mas en 2002 en el que el expresidente de Cataluña consideraba la independencia “un concepto anticuado y oxidado”.

El video “Íñigo es Artur”, difundido por el PP a continuación, recoge  otras declaraciones en las que Mas aseguraba en 2010 que no provocaría un proceso “que divide al país por la mitad”.  La conclusión llega segundos después: “Un nacionalista moderado se vuelve radical cuando le conviene”.

CONSULTA HABILITANTE

Urkullu, que se declara “independentista” pero “del siglo XXI”, ha planteado a lo largo de la legislatura pasada una hoja de ruta basada en la negociación y el pacto con el Estado alejado de la vía rupturista emprendida por Cataluña y ambicionada por EH Bildu que ve imposible  una salida negociada.

El modelo del PNV es el de Escocia, que llevó a cabo un referéndum de independencia del Reino Unido tras un pacto alcanzado entre ambos gobiernos. El partido de Ortuzar plantea la consecución de un acuerdo de amplia mayoría en el Parlamento Vasco del que salga un nuevo Estatuto –en su programa abandona el término estatus- que sea sometido a una “consulta habilitante” entre la ciudadanía vasca antes de su tramitación en las Cortes para su aprobación y posterior referéndum.

Urkullu asegura que la actualización del autogobierno se debe  llevar a cabo con respeto a  dos principios: el de legalidad y el democrático, pero sortea el primero al considerar que el Estado debe mostrar “inexcusablemente” una voluntad política positiva para asumir la propuesta que adopte la Cámara vasca.

El PSE-EE, tan beligerante en este tema como el PP, viene denunciando a lo largo de la campaña que los planteamientos de la consulta vulneran el marco legal vigente. Su candidata, Idoia Mendia, cuestionó en el debate televisivo el argumento de Urkullu de respetar los cauces legales. La líder de los socialistas contrapuso a su postura el apoyo prestado por el PNV a una propuesta parlamentaria de EH Bildu en la que se reconoce únicamente la legitimidad democrática de lo que decida el pueblo.

Los socialistas defienden la actualización del autogobierno vasco dentro de un marco constitucional reformado y rechazan la consulta que consideran puede provocar la misma división y tensión vividas con el plan Ibarretxe. Mendia, secretaria general del partido, incide en la necesidad de  que cada formación clarifique su postura. Por ello llama al PNV y a Podemos a que  muestren, más allá del procedimiento a seguir, sus bazas sobre el marco jurídico que desean para el País Vasco.

LA LEY DE CLARIDAD DE PODEMOS

Sus llamamientos caen en saco roto. Sólo EH Bildu se manifiesta abiertamente independentista, aunque rehúya esta palabra en su programa, donde sí expresa en cambio su intención de seguir la vía catalana de ruptura, al comprometerse a llevar adelante el resultado de la consulta sea cual sea  la posición del Estado español. Se apoyan en el ejemplo de Ibarretxe, al que loan a diario, para presionar al PNV a que siga su senda y blinde su iniciativa.

La posición de Podemos está mucho más abierta. Sus representantes se manifiestan a favor del derecho a decidir y presentan la Ley de Claridad  de Canadá como un referente para ejercitarlo, pero en sus declaraciones no van más allá de un genérico respaldo a secundar la voluntad de los vascos.

Su cabeza de lista, Pili Zabala, ha rehuido hasta el momento cualquier concreción, y se ha movido en el ámbito de las generalidades al  defender un modelo de país que recoja  todas las “identidades nacionales“ y se alcance “de manera democrática, legal y bilateral”.

Su programa en materia de autogobierno es muy similar al del PNV, una coincidencia que no ha pasado desapercibida y que unida a la voluntad ya expresada por EH Bildu de transitar primero por la senda de negociación que establezca Urkullu, alumbra una poderosa alianza a favor del derecho a decidir en el Parlamento Vasco la próxima legislatura.