Rivera en Ifema, la noche del debate.

Rivera en Ifema, la noche del debate. Dani Pozo

España Elecciones generales 2016

Las notas de EL ESPAÑOL: Rajoy (5,4), Sánchez (5,1), Iglesias (6,2) y Rivera (7,1)

El Sanedrín de este periódico considera ganador del debate al candidato de Ciudadanos. Le sigue Iglesias. Los cuatro aprueban. Sánchez, por los pelos.

14 junio, 2016 01:59

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Tras el debate a cuatro por la presidencia del Gobierno, que condicionará casi con total seguridad los mítines pendientes, las firmas de EL ESPAÑOL, a modo de Sanedrín, analizan el papel de los cuatro líderes.

John Müller

Rajoy (5): El presidente en funciones se impuso en el primer segmento. Se le vio contundente en el tema económico. Sólo Rivera compitió con él en esta parte. Rajoy se mostró eficaz en la dialéctica con Sánchez y con Iglesias. Sin embargo, en la parte de la regeneración democrática acusó el golpe del ataque de Rivera y ya no se recuperó. Incluso su mensaje final resultó tópico.

Sánchez (6): Comenzó ofreciendo una imagen débil y dispersa en el primer segmento. Mejoró en los siguientes tramos, sobre todo en el de regeneración democrática. Curiosamente cuando se le vio mejor fue cuando se enzarzó con Iglesias sobre el tema territorial.

Iglesias (6): El líder de Podemos fue de menos a más, aunque nunca llegó a exhibir la maestría que se le supone en el medio televisivo. En el primer segmento estuvo prácticamente desaparecido. Se le vio falto de voluntad cuando Rivera lo cuestionó respecto de las deudas de su coalición con IU y muy débil cuando Sánchez arremetió contra él a raíz de sus propuestas para Cataluña. Sólo mejoró en el tramo final, pero claramente no fue su mejor debate.

Rivera (9): El candidato de Ciudadanos hizo un debate que rozó la perfección. Hubo momentos en los bloques 2 y 3 en los que dominó claramente el escenario. Rivera exploró todos los temas y atacó a Rajoy y a Iglesias eficazmente. Su gran logró fue exhibir claramente que puede mejorar a cualquiera de sus dos eventuales aliados, al PP porque le añadiría un perfil reformista, y al PSOE, porque le marca un horizonte a un Sánchez a veces desorientado.

Vicente Ferrer

. Rajoy (7): Notable. Sabía que le bastaba con no perder y mantuvo la distancia con sus adversarios para lograr el combate nulo. Objetivo conseguido.

. Sánchez (6): Bien. Era el que más tenía que ganar o perder por lo que se está jugando el PSOE. Estuvo convincente, pero le faltó la agresividad necesaria para sobresalir en un formato que a él le perjudicaba, emparedado entre Rajoy e Iglesias. Una ocasión perdida.

. Iglesias (9): Sobresaliente. Sin ser su mejor día, logró trasladar la idea de que el modelo alternativo al del PP en la izquierda es el suyo. También supo explotar teatralmente los ataques de Sánchez haciéndose la víctima. Uno de los ganadores.

. Rivera (9): Sobresaliente. Fue de menos a más hasta voltear la noche sacando de sus casillas a Rajoy y a Sánchez; a uno con la corrupción, al otro con Venezuela. Transmitió credibilidad. Aprovechó su oportunidad.

Mariano Gasparet

. Rajoy (6): El presidente en funciones llegó bien preparado para el contraataque y en todo momento aprovechó para vender su mensaje: la gestión fue buena y toca perseverar. Los pucheros a los que nos tiene acostumbrados ya no hacen mella en un candidato a prueba de SMS. No dudó en hacerse el ofendido cuando Rivera dijo que cobró en negro. El tono presidencial, "a gobernar se viene aprendido", le sirvió para neutralizar ataques. Sólido en el apartado de economía, líquido en lucha contra la corrupción.

. Sánchez (6): El candidato socialista empezó con tono bajo y fue creciendo. Se sabe la lección e hizo bien en centrar sus ataques en Rajoy y en dirigirse al electorado progresista para subrayar, viniera a cuento o no, que si gobierna la derecha es porque Iglesias lo permitió. Se cuidó mucho de atacar a Rivera, quizá más por coherencia que por complicidad. Su competidor directo no es el PP, sino la amenaza de sorpasso de Unidos Podemos.

. Iglesias (5): Durante la primera hora del debate, Pablo Iglesias recurrió a un tono lastimero insusual para indignarse cuando tocó hablar de la corrupción y las puertas giratorias: un asunto y un tono cómodos para el candidato de Podemos. Trató de urgir a Pedro Sánchez para que desvelara si, llegado el caso, le apoyará, pero el líder socialista no aceptó la premisa. Pablo Iglesias suele estar mejor en los debates de lo que estuvo en esta ocasión.

. Rivera (7): El candidato de Ciudadanos estuvo firme en la defensa de sus propuestas, rápido en las réplicas y tuvo la habilidad de poner nervioso a Rajoy, a cuenta de la corrupción en el PP, y de dejar noqueado a Pablo Iglesias por la financiación bolivariana. El presidente lo acusó de inquisitorial y perdió por momentos su habitual templanza y Pablo Iglesias no pudo más que indignarse sin saber muy bien cómo salir de ahí.

Peio H. Riaño

. Rajoy (3): Absurdo. "Usted no quiere moralizar la política, sino hacer moral con la política", le espetó a Sánchez sobre su compromiso contra la corrupción. Y todos alucinando. También recriminó al resto que fueran sin los deberes hechos para afrontar el debate con garantías, a pesar de ser el único incapaz de memorizar sus propuestas para el país. ¿Cuánto puede resistir el flotador de Rajoy?

. Sánchez (3): Noqueado. Empezó la noche evitando el enfrentamiento con Iglesias y se centró en Rajoy. A Rivera ni lo rozó. Estuvo perdido y desorientado, encerrado en la letanía sobre su fracaso de investidura. "Pablo Iglesias demostró la intransigencia que no me permitió ser presidente". Iglesias le tendió la mano hasta en dos ocasiones.

. Iglesias (6): Eficaz. "Desearía que Sánchez se decantara por una opción". Fue directo y menos agresivo de lo que acostumbra. Dio la imagen más socialdemócrata del debate. Su tono calmado le conviene para no despertar el voto del PP y del PSOE. Cuanto menos miedo sea capaz de movilizar, mejor. Su estrategia es polarizar todo lo que pueda la campaña y llegar a tener 300.000 votos menos que el PP sin hacer ruido.

. Rivera (5): Agresivo. Tuvo un sueño como el de Luther King, trató de concretar, pero sobre todo mordió mucho. A Rajoy y a Iglesias. A Sánchez le respetó hasta los casos de corrupción. Apeló al corazón, pero quedó aguado a pesar de su ímpetu.

Ana I. Gracia

Rajoy (7): El líder del PP consiguió su objetivo: salir 'vivo' del debate en el que ya sabía que se iba a traducir en un 'tres contra uno'. El presidente del Gobierno en funciones destacó en el apartado económico, donde pudo presumir de los logros de su Ejecutivo, y recordó a sus contrincantes que el único que tiene experiencia en gestión es él. "Al gobierno no se viene a hacer prácticas", les espetó. Sus rivales consiguieron acorralarlo en el tema que más flaquea el Partido Popular, la corrupción, de la que Rajoy solo pudo defenderse recordando que su Gobierno ha puesto medidas (insuficientes) para erradicar esta lacra. PSOE y C´s dejaron claro que no habrá pacto de Gobierno con él al frente del nuevo Ejecutivo que se tendrá que conformar tras el 26J.

Sánchez (5): El líder socialista no consiguió recuperar la moral machacada por el CIS. Ni siquiera los ataques que intentó propinar a Pablo Iglesias le sirvieron para conquistar alguno de los votos que está perdiendo el PSOE. El mensaje derrotista de que no fue presidente tras el 20D porque Podemos no lo consintió lo convirtió en el único líder que no se vendió ante los españoles como un candidato firme a presidir España.

Iglesias (6): Se presentó como la única alternativa real a Mariano Rajoy y durante gran parte del debate consiguió transmitir ese mensaje. Sin embargo, se esperaba a un Pablo Iglesias sin la piel de cordero que lució durante todo el debate televisivo. El tono fue mucho más calmado que el que utilizó en el Parlamento durante los debates de investidura y se esmeró, sin mucho éxito, en intentar que Pedro Sánchez le firmase delante de los españoles que habrá un pacto para echar a Rajoy de la Moncloa.

Rivera (7): Mucho más calmado y contundente que en el anterior debate a cuatro, el líder de C´s consiguió romper la pinza que mantenían PP y Podemos para ningunear a PSOE y Ciudadanos. Rivera estuvo especialmente acertado en el bloque de corrupción, donde sacó todos los trapos sucios del PP y, en lugar de pedir a Mariano Rajoy que se vaya, se limitó a decirle que "reflexione" sobre su futuro para conseguir un Gobierno de fuerzas constitucionalistas donde estén PP, PSOE y Ciudadanos y alejar a Podemos del Ejecutivo.

Daniel Basteiro

Rajoy (5): El superviviente. El presidente en funciones salió vivo del debate que siempre ha tratado de evitar y que no tuvo lugar en la anterior campaña electoral. Visto lo visto, igual le hubiera convenido repetir para subir nota. Se mostró institucional y hasta tuvo algún momento eficaz, pero su imagen frente a líderes más jóvenes y con menos pecados dejó que desear. Su desempeño en el capítulo de la corrupción, el momento donde perdió los nervios y, de paso, el debate.

Sánchez (6): Correcto, pero insuficiente. Con una victoria clara, podría haberse ido a dormir soñando con ser presidente. No parece que haya roto la dinámica de polarización y confrontación que buscan Iglesias y Rajoy. No parece que esta noche se haya ganado a los indecisos entre el PSOE y Unidos Podemos y está por ver que haya emocionado a los suyos, a los que intenta movilizar. Sánchez estuvo bien en las formas y bien en el fondo. Pero esta vez eso no era suficiente. Le faltó emoción, un golpe de efecto y convertir a Iglesias en el perdedor del debate.

Iglesias (6,5): Cumplir, pero no brillar. Lo dijo desde el primer momento. En España hay dos opciones, o un Gobierno con Podemos o uno con el PP. Lo repitió muchas veces y puso a Sánchez frente al espejo. Es igual que Sánchez negociase infructuosamente un Ejecutivo con Podemos y que ya haya demostrado que no quiere pactar con Rajoy (si fuese su voluntad, no se repetirían las elecciones). Era el mensaje y consiguió encauzarlo. Pero el Iglesias de voz bajita, ojos llorosos y la negación con la cabeza no es la mejor versión. Las hemos visto mejores.

Rivera (7): El inesperado. Empezó la campaña a fuego lento y poco menos que fuera de España. El debate le sirvió para recuperar el pulso. Su eficaz enfrentamiento con Rajoy podría permitirle convencer a los descontentos con la corrupción y el presidente en funciones. Rivera consiguió lo que no logró Sánchez: romper un debate cuya bipolaridad entre el PP y Unidos Podemos estaba cantada desde el principio. Sus ataques a Iglesias consiguieron además sacar de sus casillas al líder de Unidos Podemos por sus vínculos con Venezuela.

Alberto Lardiés

Rajoy (5): Irregular, pero vivo. Desarbolado en la parte sobre corrupción por los pecados de los que nunca podrá huir, pero cómodo en materia económica. Estuvo convincente al centrarse en mostrar su experiencia de gestión y los datos económicos sobre crecimiento. Los ataques de C's y PSOE a Podemos le beneficiaron. Su último minuto, inane. Sale vivo cuando muchos creían que sería masacrado.

Sánchez (4): Repetitivo. Su obsesión por denunciar la 'pinza' entre Podemos y PP le llevó a lanzar una y otra vez los mismos mensajes. Estuvo mejor de lo esperado, sobre todo en la última intervención, pero en este debate tenía una oportunidad de oro para buscar un golpe de efecto con el que remontar. No lo consiguió.

Iglesias (5): Decepcionante. Las expectativas le traicionaron. Estuvo correcto porque es hábil en este tipo de formatos. Pero no consiguió marcar el ritmo del debate. Leyó demasiado en la parte sobre economía. Lo positivo para él es que consiguió vender su principal mensaje: presentarse como única alternativa al PP y presionar al PSOE de cara a los pactos postelectorales. Su último minuto fue acertado, pero, como toda su actuación, no fue tan brillante como en el debate a cuatro del 20-D.

Rivera (6): Combativo. Empezó con un tono gris y empeñado en vender propuestas que no llegan a los electores. Después se entonó, olvidó los tics negativos de otros debates y logró poner nerviosos a Rajoy con la corrupción y a Iglesias con Venezuela. En su minuto final volvió a la senda de los mensajes ilusionantes, pero quizás fuera de foco.