Orlando Javier Pérez Sierra, trabajador de la finca Maryland en Apartadó-Antioquia, Colombia.

Orlando Javier Pérez Sierra, trabajador de la finca Maryland en Apartadó-Antioquia, Colombia. Cedida

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Orlando Javier Pérez lleva 16 años en el sector bananero de Colombia: "Cada vez se insiste más en cuidar la naturaleza"

El territorio colombiano se ha situado como el quinto exportador mundial de banano, en una industria que avanza hacia mayores estándares ambientales.

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Orlando Javier Pérez Sierra se despierta cada día a las cuatro y media de la mañana. A esa hora, cuando Apartadó (Colombia) aún duerme bajo el calor húmedo de la madrugada, él ya está en pie. Se ducha, se viste sin hacer ruido y sale rumbo a la finca Maryland, donde ha pasado buena parte de su vida adulta.

Lleva 16 años entre ciclos de entrada y salida del sector bananero, un trabajo que empezó buscando "un futuro mejor" cuando la economía en su tierra natal, Córdoba (Colombia), se complicó. Gracias a ello, encontró la posibilidad de comprarse una casa, de garantizar estabilidad a su mujer y a su hijo de 13 años y de construir una vida en el Urabá antioqueño.

Su jornada transcurre entre labores de campo como cirugía, deshoje, protección de fruta y otras tareas que se asignan según el lote. Y, al volver a casa, retoma la vida familiar con la misma regularidad con la que empieza sus días.

Tras una etapa con contratistas, un familiar le recomendó presentarse en la finca en la que hoy trabaja. Ingresó, permaneció ocho años, se retiró un corto tiempo y regresó para sumar otros ocho.

Promesas cumplidas

La historia de Pérez Sierra se enmarca en una agroindustria que ha logrado consolidarse como un actor estratégico a escala global. Colombia es actualmente el quinto exportador mundial del banano, con cerca de dos millones de toneladas enviadas cada año a mercados como la Unión Europea (destino del 69,5% de la fruta), Estados Unidos, Reino Unido y China.

La clave del éxito, tal y como indica Emerson Aguirre, presidente ejecutivo de Asociación de Bananeros de Colombia (AUGURA), es simple: "Promesa hecha = promesa cumplida". Y es que la calidad estable durante todo el año, el manejo poscosecha estandarizado y la logística en frío permiten entregar un producto homogéneo y verificable.

Colombia es el quinto exportador de bananas en el mundo.

Colombia es el quinto exportador de bananas en el mundo. Cedida

A ello se suma la trazabilidad lote a lote y la adopción generalizada de certificaciones sociales y ambientales, que ha dejado de ser un diferenciador para convertirse en un requisito básico.

50.000 empleos directos, 150.000 indirectos, 100% de formalidad, salarios un 75% por encima del mínimo y un 92% de sindicalización definen el modelo de negocio, lo que ha permitido casi cuatro décadas de relaciones estables. Algo que, según Aguirre, se traduce en productividad, menor rotación y un ecosistema empresarial que sostiene el desarrollo regional.

Sostenibilidad medible

El sector afronta, además, un escenario internacional marcado por regulaciones ambientales estrictas, especialmente el Pacto Verde Europeo. Una respuesta que se ha organizado en torno a tres frentes.

El primero, la sustitución y optimización de insumos mediante el manejo integrado de plagas y bioinsumos. El segundo, la integración de la debida diligencia ambiental y en derechos humanos en los sistemas de trazabilidad. Y, el tercero, la verificación independiente que permite a los mercados de destino incorporar la fruta colombiana en sus metas ESG con confianza.

Los avances incluyen 6.000 hectáreas certificadas como carbono neutro, más de 102.000 árboles sembrados, 17 fuentes hídricas en conservación y 2.900 hectáreas de flora y fauna protegidas.

Sin embargo, ahora el objetivo es pasar de proyectos puntuales a sistemas MRV (medición, reporte y verificación) que permitan auditar anualmente el impacto real. De este modo, cada intervención ambiental podrá traducirse en toneladas de CO₂ evitadas o removidas por caja exportada.

La agroindustria bananera colombiana avanza hacia la sostenibilidad, la innovación logística y el cumplimiento de las regulaciones ambientales.

La agroindustria bananera colombiana avanza hacia la sostenibilidad, la innovación logística y el cumplimiento de las regulaciones ambientales. Cedida

En las fincas, los trabajadores perciben estos cambios en prácticas concretas. Tanto es así que Pérez Sierra asegura que "se ha visto más conciencia sobre el cuidado del entorno", indicando que en su día a día observa un mayor énfasis en "el reciclaje, el cuidado de las fuentes hídricas y en evitar la tala innecesaria de árboles".

"Se insiste en hacer las cosas de manera que afecten lo menos posible al medioambiente", señala. "Hay un equilibrio y se trabaja para mantenerlo".

A futuro

Ahora, el sector bananero colombiano se prepara para un futuro donde la competitividad dependerá menos del volumen y más del valor aportado por cada caja.

Las prioridades incluyen agricultura de precisión para aumentar la productividad por hectárea, digitalización para reducir mermas y tiempos térmicos, y diversificación de rutas y clientes que minimice riesgos logísticos y geopolíticos. Y, en mercados lejanos como Asia, las innovaciones se centran en la seguridad de la cadena y en tecnologías de frío con datos en tiempo real.

Colombia ha construido un modelo integral que combina productividad con responsabilidad social y ambiental.

Colombia ha construido un modelo integral que combina productividad con responsabilidad social y ambiental. Cedida

Pérez Sierra reconoce ser testigo de estos cambios. Sin embargo, también identifica un reto reciente: la falta de relevo generacional. "Se siente la carencia de mano de obra; muchos creen que es un trabajo muy duro", comenta, aunque insiste en que para él ha sido una oportunidad real de estabilidad y progreso.

Así, el horizonte de la agroindustria bananera se perfila como una combinación de innovación técnica, sostenibilidad medible y fortalecimiento social. Y, en el centro de ese proceso, continúan las jornadas de trabajadores como Orlando Javier Pérez Sierra, cuyas tareas cotidianas sostienen una cadena compleja y global.