Los viñedos de Telmont en Francia.

Los viñedos de Telmont en Francia. Cedida

Historias

Los viñedos se adentran en los cultivos sostenibles al son de la agricultura regenerativa: así se repara "lo que ya se dañó"

Con una cosecha totalmente dependiente del clima y del tipo de suelo, la viticultura ha decidido reinventarse para asegurarse un futuro en el sector.

Más información: Producción ecológica vs. intensiva: por qué apostar por la sostenibilidad no solo salva el planeta, también su salud

Publicada

La superficie de viñedo para uva de vinificación en España en 2024 se situaba en las 911.080 hectáreas (ha) en 2024. Lo que, de acuerdo con el Observatorio español del mercado de vino, supone 17.437 ha menos que en 2023. Y así, de nuevo, un año más se alcanzaba la cifra más baja de la historia.

De esas 911.080 ha, el 59,2% correspondieron a secano y el 40,8% restante a regadío. En cuanto a ubicación geográfica, Castilla-La Mancha es la comunidad con mayor terreno (48%), seguida —aunque de lejos— por Extremadura y Castilla y León.

A nivel internacional, además, España fue el que registró una mayor superficie dedicada a viñedos en 2024. En concreto, según muestra Statista, el país ibérico se sitúa en el podio acompañado por Francia y China, en segunda y tercera posición, ambos con más de 750.000 ha. Mientras, a nivel global, se estima que se dedican aproximadamente entre 7,1 y 7,3 ha a la vid.

Si ponemos el foco en los nuevos tipos de cultivo que se están abriendo paso en el sector, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación informa de que España "se consolida" como primer productor de la Unión Europea en superficie en ecológico. Pues cuenta con casi tres millones de hectáreas, lo que le posiciona como el sexto del mundo.

Tal y como desprende el informe de estadísticas de producción ecológica correspondiente a 2024, el curso pasado se alcanzaron las 2.944.941 ha. Y aunque esta pueda parecer una cifra significativa, supone 46.940 ha menos que el año anterior.

Pese a ello, el ministerio asegura que España continúa siendo el mayor productor del mundo de aceitunas y uvas ecológicas a nivel mundial, y el tercero de cítrico de esta especialidad.

En cuanto a la superficie total dedicada a la agricultura regenerativa en el país, no hay una cifra oficial, ya que es un término más amplio, pero proyectos específicos demuestran un crecimiento en el sector. De acuerdo a diferentes publicaciones, en Almería, por ejemplo, un proyecto emplea 1.500 ha, mientras una finca en Girona cuenta con 70 ha.

Regenerativo vs. ecológico

Para los menos familiarizados con el sector puede que la agricultura regenerativa o ecológica se les escape de las manos, o que incluso crean que hace referencia a cultivos iguales. Sin embargo, aunque comparten ciertas características, son dos aspectos totalmente diferenciados.

Mientras la ecológica encuentra su foco en evitar el daño del suelo con pesticidas y fertilizantes sintéticos, la regenerativa va un paso más allá. Trata de restaurar y mejorar la salud del terreno, aumentando la materia orgánica, la biodiversidad y la capacidad de retención de agua.

Viñedos.

Viñedos. gehringj iStock

Sin embargo, no son términos contrarios, sino compatibles. O, por lo menos, así lo intenta transmitir Ludovic Du Plessis, CEO de Telmont, la casa de champán fundada en 1912 en Damery (Francia) cuyo objetivo es preservar la tierra para las generaciones futuras.

En su caso, dice, buscan ser "orgánicos y regenerativos, no una cosa u otra". Es decir, persiguen "evitar lo dañino", pero también "reparar lo que ya se dañó".

Para Du Plessis la agricultura orgánica es la base de todo, ya que se centra en "devolver la vida al suelo". Y así lo explica a ENCLAVE ODS: "Aumenta su capacidad para retener agua, fomenta raíces más profundas y genera ecosistemas donde los insectos y microorganismos protegen naturalmente las plantas. Es un círculo: un suelo vivo produce una vid fuerte".

Legado climático

Independientemente del sistema empleado, el problema es que cada vez es más complicado conseguir buenas cosechas, especialmente cuando hablamos de la uva. Y es que la vid es un cultivo altamente demandante.

La viticultura necesita un manejo de lo más cuidadoso a lo largo del año. Pues se trata de una siembra especialmente sensible a las condiciones ambientales, ya que depende directamente del clima —sol, temperatura y humedad— y del tipo de suelo.

Conseguir uvas de calidad para vino requiere un equilibrio preciso entre factores como el azúcar, la acidez y la maduración, lo que implica un seguimiento diario, que se vuelve más intensivo cerca de la época de vendimia.

Sin embargo, en el contexto actual, afectado por el calentamiento global, estos son aspectos cada vez más impredecibles, tanto en el territorio español como en el resto del globo.

La realidad es que, tal y como explica Du Plessis, mientras antes luchaban por alcanzar la madurez, hoy lo hacen por mantener la frescura. Porque, declara, "las uvas maduran antes, las lluvias son más irregulares y los suelos sufren estrés".

Pero esto no es ninguna sorpresa; o por lo menos no lo es para el gremio. Años atrás ya lo anunciaba la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) cuando señalaba que los primeros 30 cm de suelo del planeta contienen prácticamente el doble de carbono que el que existe en toda la atmósfera.

Y de ahí la importancia de cuidar el terreno, no solo para mejorar la producción de alimentos, sino también para impedir efectos mayores y más dañinos por parte del cambio climático.

Los viñedo de Telmont en Damery (Francia).

Los viñedo de Telmont en Damery (Francia). Cedida

De hecho, según las investigaciones de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), la humedad del suelo ha disminuido considerablemente en la región mediterránea y ha aumentado en partes del norte de Europa desde la década de 1950. Porque, desgraciadamente, ya nada es lo que era.

Los informes, además, prevén efectos similares para los próximos años a medida que el aumento de la temperatura media continúe y cambien los patrones de lluvia. Porque, como se adelantó en este vertical, este verano los termómetros ya se situaban 1,52 °C por encima de la era preindustrial.

A esto, indican desde la AEMA, se suma las modificaciones en las estaciones, lo que impacta de lleno en los ciclos anuales de plantas y animales, provocando rendimientos inferiores. Aunque, de cumplir con el Acuerdo de París, el planeta evitaría 57 días de calor extremo, de acuerdo con el último estudio publicado por la World Weather Attribution y Climate Central.

En ese sentido, la organización también destaca la erosión del suelo como uno de los principales efectos, y apunta que esta podría verse acelerada debido al incremento de acontecimientos climáticos extremos, como las lluvias intensas, la sequía, las olas de calor y las tormentas. Incluso, menciona que provocaría la pérdida de zonas de tierra.

Salvar la tierra

Ante tal situación, la estrategia de la Unión Europea es firme: defiende la protección del suelo y hace hincapié en la importancia de este para la mitigación y la adaptación al cambio climático. Porque, tal y como mencionaba ya en 2015 el Acuerdo de París, el sector agrícola desempeña un papel esencial en el uso de la tierra en la lucha por la acción climática.

De hecho, el Reglamento (UE) 2023/839 del Parlamento Europeo y del Consejo de 19 de abril de 2023 sobre el uso y cambio de uso del suelo y la silvicultura exige que los Estados miembros, como mínimo, compensen íntegramente las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la utilización de la tierra de 2021 a 2030.

Du Plessis afirma que no hay un tiempo estimado para que un viñedo recupere su equilibrio ecológico, pues "depende del punto de partida". Aunque indica que "entre tres y siete años después se notan cambios visibles". Es entonces cuando, dice, "la tierra empieza a respirar otra vez, los insectos vuelven y el color del suelo cambia".

El proceso puede darse de forma natural, pero, para incentivarlo, el CEO de Telmont propone medidas como las cubiertas vegetales, el compost natural, las rotaciones, la reintroducción de árboles y setos y el respeto absoluto por los ciclos del suelo a fin de regenerar los terrenos degradados tras años de uso intensivo. Y es que para él la clave está en "devolverle vida y permitir que se recupere a su ritmo".

Los cultivos de vid de Telmont en Damery (Francia).

Los cultivos de vid de Telmont en Damery (Francia). Cedida

Por el momento, aunque la legislación avanza en positivo y las cifras españolas de cultivo en ecológico y regenerativo destacan a nivel global, Du Plessis sostiene que aún "estamos en transición".

Es cierto, dice, que "hay una nueva generación de viticultores que entiende que el futuro depende de cuidar la tierra", pero subraya que "todavía hay inercias centradas en el volumen". "El cambio requiere educación, tiempo e incentivos reales", sentencia.

Pese a todo, Du Plessis cree firmemente que la agricultura regenerativa se convertirá en "el nuevo estándar". "Los consumidores lo están pidiendo, los críticos lo reconocen y las políticas públicas empiezan a apoyarlo. Puede tardar una década, pero el movimiento ya ha empezado", asegura.

Y es que, si algo tiene claro el CEO del Temont, es que seguirá trabajando hasta conseguir "un paisaje vivo, diverso, con árboles, insectos, suelos fértiles y productores orgullosos de producir menos, pero mejor". En definitiva, concluye: "Un viñedo que respira y que da vida".