Luis Rigoberto posa junto a su plantación de café.

Luis Rigoberto posa junto a su plantación de café. Ayuda en Acción Ecuador

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Luis Rigoberto Lima migró a EEUU, fue detenido y deportado a su Ecuador natal y ahora lidera una cooperativa cafetera

La Asociación de Productores de Café de Santa Isabel hizo que se quedase en su pueblo para, junto a Ayuda en Acción, fortalecer su cadena de valor.

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Luis Rigoberto Lima decidió emigrar a principios de los 2000, convencido de que "el sueño americano que tanto ansiaba" se haría realidad para él. "Los coyotes en aquel entonces cobraban entre 10.000 y 12.000 dólares [entre 8.500 y 10.500 euros] para llevarte a EEUU", cuenta a ENCLAVE ODS desde el cantón de Santa Isabel, en Azuay, Ecuador.

Para costearse el viaje, Lima vendió todo lo que tenía, incluso su coche. "También me ayudaron mis padres; lo vendimos todo para buscar un futuro mejor".

Lima, que ahora tiene 51 años, explica que en aquel momento le "pintaron maravillas" para ese viaje que cambiaría su destino: "Íbamos a ir en un barco en el que no nos faltaría nada, así que decidí irme, porque aún no tenía familia, ni estaba comprometido ni nada".

Sin embargo, tras nueve días de travesía, el barco no atraca en Estados Unidos, sino en Guatemala. "¡Y chuta, terrible!", exclama al recordarlo. "Nos abandonan allí, en otro país del que no sabemos nada, con culturas diferentes… sin nada. Pero en tres días nos agarra migración y nos hacen volver a Ecuador".

Pero, claro, Lima insiste en que en su país natal ya no le quedaba nada. "Lo poco que tenía lo vendí para pagar al coyote, así que no podía hacer otra cosa que volver a intentar ir a EEUU", lamenta.

Así que su periplo por lo que hoy se conoce como la caravana de migrantes comenzó de nuevo: "Nos llevaron en avión hasta Costa Rica y de ahí para arriba íbamos en carro y caminando… En ese trayecto demoramos seis meses para llegar a Estados Unidos".

Lima cuenta que durante ese tiempo hubo mucho "sufrimiento", pero "al menos comía bien". Su mayor angustia era que su familia en Ecuador no sabía nada de él, "si estaba vivo o muerto, no había comunicación porque no había teléfonos; era terrible, pero no nos pasó nada".

Un albergue de migrantes en México.

Un albergue de migrantes en México. Hugo Borges Ayuda en Acción

"A los seis meses avanzamos a cruzar a Estados Unidos y nos agarró migración allí en Texas. Nos metieron en la cárcel", cuenta. Y explica que durante ese periodo solo pensaba en lo complicado que sería si regresaba a Ecuador, pues el país se había dolarizado y, por tanto, encarecido.

Encontronazo con ICE

Durante el tiempo que estuvo en la cárcel de EEUU su deuda con los coyotes iba incrementando. Pero "por suerte inmigración no me deporta porque ya tenía familiares allá en Estados Unidos". Lo que hacen, en cambio, es que "nos firman documentos e ingresamos al país".

La deuda había aumentado a 15.000 dólares. "Habíamos perdido todo acá en el Ecuador, entonces había que buscar una alternativa. Allá en EEUU nos comentan que tenías que trabajar hasta que te volviese a agarrar inmigración". Y así volver a empezar el ciclo.

Personas dirigiéndose a un albergue para migrantes latinoamericanos que viajan hacia EEUU.

Personas dirigiéndose a un albergue para migrantes latinoamericanos que viajan hacia EEUU. Hugo Borges Ayuda en Acción México

Pasaron seis años, en los que Lima se casó, formó una familia y "tenía dos trabajos" para sacarlos adelante y para ahorrar, hasta que el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) le detuvo de nuevo. "Yo ya había conocido a mi mujer y teníamos un niño pequeño, de cuatro años", cuenta Lima.

Y añade: "Cuando volvió a cogerme inmigración, yo tenía documentos, pero vieron que ya me habían deportado y que había estado detenido, así que me devolvieron a Ecuador".

Eso sí, no sin antes detenerlo durante tres meses en los que su esposa apenas tuvo comunicación con él. Una vez deportado, ella decidió coger a su hijo e irse con él "a empezar de cero".

Vida nueva

Hasta aquí, la historia de Lima podría ser la de cualquier hombre o mujer latinoamericano que aún hoy cruzan el continente en busca de un American dream que parece no existir.

Con el poco dinero que "habían hecho" en EEUU, se compraron "un terrenito donde crecía el cacao y el café" que antes había cultivado su abuela. Poco a poco aprendió el oficio y se dio cuenta de que tal vez ahí estaba su futuro.

Pero "solo no podía, así que busco ayuda". Y así entra en la cooperativa cafetera Asociación de Pequeños Productores de Café de Santa Isabel (ASOPROCSI), centrada en técnicas de cultivo y producción sostenibles.

Allí, Lima conoció también el trabajo de Ayuda en Acción, oenegé que en la provincia de Azuay, donde el protagonista de esta historia tiene sus cultivos, apoya a los agricultores para mejorar las cadenas productivas del café para que, a largo plazo, puedan sostener sus negocios.

Irse o quedarse

Hasta que Lima y su familia consiguieron generar ingresos y tener una vida relativamente confortable, la idea de volver a migrar, de seguir persiguiendo el sueño americano, no se borró de su cabeza.

Migrantes en un autobús.

Migrantes en un autobús. Hugo Palotto Ayuda en Acción

Ahora, su hijo, nacido en EEUU, vive en el país como ciudadano de pleno derecho, pero Lima ni siquiera se plantea volver. El motivo, como explica el estudio Por qué la gente se queda, aunque quiera migrar, elaborado por Ayuda en Acción, tiene mucho que ver con haber conseguido una seguridad económica mínima.

La investigación, llevada a cabo en colaboración con la Universidad del Pacífico (Perú) y el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) de Canadá, profundiza en los factores que frenan la movilidad humana.

La pobreza estructural, las responsabilidades familiares, las etapas de la vida, la falta de documentación o las experiencias traumáticas previas son las razones por las que, en Ecuador, el 43% de la población que aspira a migrar no lo haga. La cifra es representativa de toda América Latina, pues se encontraría en torno a la mitad de la población.

En lugares como Mali o Etiopía, la situación es más compleja. Según Ayuda en Acción, "solo el 16% y el 13%, respectivamente, corresponde al segmento que aspira a migrar. Sin embargo, más del 70% de los encuestados en ambos casos ni siquiera se plantea la migración como una opción viable por la falta de oportunidades".

El arraigo, la clave

"Solemos pensar que las personas migran porque escapan de la pobreza y las guerras, y que muchas de ellas se enfrentan a los riesgos de la migración como única salida. Pero existe una situación aún más dramática: la de quienes realmente no tienen una opción diferente a quedarse y sobrevivir", señala Pablo Uribe, responsable de Migraciones de Ayuda en Acción.

Por eso, el estudio urge a "repensar las políticas migratorias" con un objetivo en mente: fomentar el arraigo y desarrollar políticas que permitan la capacidad de elegir de cada persona.

Personas migrantes en Colombia.

Personas migrantes en Colombia. Cedidad Ayuda en Acción

Pero, como explica Uribe, "el arraigo no debe ser entendido como una herramienta para evitar la migración, sino como una forma de fortalecer las capacidades de las personas para decidir si quedarse en su comunidad con condiciones dignas o si migrar en las mismas condiciones".

Y recuerda que "la opción de irse debe ser también una opción digna, a partir de vías de migración legales y seguras". Por eso, precisamente, el informe de Ayuda en Acción pone el foco en la necesidad de invertir en oportunidades de desarrollo local para quienes desean quedarse.

Aunque también en garantizar vías legales y seguras para quienes desean migrar, fortalecer los servicios básicos, las redes de apoyo y la protección en zonas de alta movilidad e incorporar la perspectiva de derechos humanos en todas las políticas migratorias.