De izquierda a derecha: Herminia Pintado Conde, Fina Pombo García y Fina Rodríguez Agraso.

De izquierda a derecha: Herminia Pintado Conde, Fina Pombo García y Fina Rodríguez Agraso.

Referentes

Las tres gallegas jubiladas que han ejercido la oftalmología por todo el mundo: "La cooperación es como una droga dura"

Llevan más de 20 años dedicadas a la ayuda internacional, pasando por países como Togo, México, India, Perú, Camerún y, ahora, Senegal. 

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Dakar (Senegal)
Publicada

Fina Pombo tiene todo tipo de anécdotas alrededor del mundo. Como aquella vez en la que tuvo que compartir cama con una enfermera y una gotera, o cuando descubrió que en Gambia los burros eran las ambulancias y sus rebuznos, las sirenas que alertaban de su llegada.

Incluso, en uno de sus viajes le llegaron a poner a un sordomudo como intérprete "y claro, aquello era...". Aunque peor fue cuando a cada hora el gambiano que le traducía se ausentaba para ir a dar de comer al burro —ese mismo que hacía de ambulancia— dejando a Pombo improvisando como podía en la consulta.

Y es que lo raro sería que no tuviera ninguna historia que contar, habiéndose dedicado a la cooperación internacional desde 1998, ejerciendo de aquello a lo que se había dedicado toda su vida: la oftalmología

Desde entonces, ha pasado por países como Perú, Nicaragua, Honduras, México, Togo, India, Gambia y, ahora, Senegal —aunque en más de un destino ha repetido—. Porque, para ella, "la cooperación es como una droga dura" y, tras tantos años, ha creado "una dependencia tremenda". 

"Cada sitio al que vas es distinto, incluso, yendo al mismo lugar, cada año es diferente y son nuevas experiencias. A veces tienes barreras idiomáticas, como ocurre aquí [en Senegal], pero cuando exploras un país hispanohablante te surgen más anécdotas", explica a ENCLAVE ODS. 

Junto a ella, también viajan Herminia Pintado —a quien Pombo prefiere llamar Miruca— y Fina Rodríguez, ambas de la mano de la oenegé Solidariedade Galega, de la que son miembros de la junta directiva. 

Nuevos comienzos

Para Pombo la jubilación nunca fue sinónimo de descanso y eso lo supo incluso antes de que llegara el ansiado momento. Un día de guardia en el hospital de Coruña en el que trabajaba escuchó que unos compañeros se marchaban a Perú de cooperantes y quiso apuntarse, pero le dijeron que "de oftalmología no iba nadie". 

Sin embargo, cuando el proyecto terminó, los médicos se dieron cuenta de que verdaderamente había muchas carencias oftalmológicas, pero la ONG no tenía ni el aparataje ni los recursos necesarios para ese tipo de cirugías. 

Fina Pombo atiende a un paciente durante su estancia de cooperante en Senegal acompañada de Fina Rodríguez y una traductora local.

Fina Pombo atiende a un paciente durante su estancia de cooperante en Senegal acompañada de Fina Rodríguez y una traductora local.

Se puso en contacto con una organización de Elche, con la que se sumó a una iniciativa en el sur de Perú. Desde entonces, ha tratado de no faltar a esta cita. Tan solo ha fallado un año, porque su padre estaba grave, pero al curso siguiente fue en dos ocasiones para compensar la ausencia anterior. 

Pintado, también oftalmóloga, se incorporó algo después a este mundillo gracias a Pombo, su compañera de profesión. En concreto, en 2005. Y, aunque pensaba que iría solo una vez, reconoce que la "engancharon" y ya se ha quedado "para siempre". O, por lo menos, como dice su fiel amiga, hasta que la gasolina se les acabe. 

Por su parte, Fina Rodríguez lleva prácticamente toda la vida dedicándose a la cooperación internacional. Empezó en 1965 a través de misiones en Camerún, durante los tiempos de la polio. Su labor se centraba en ayudar a lavar a los niños y niñas que se habían quedado paralíticos a raíz de la enfermedad. 

Estuvo viviendo allí un tiempo y en 2005 montó su propio taller de costura cerca del lago de Chad. Trabajó así hasta 2013, cuando los Boko Haram —un grupo terrorista de carácter fundamentalista islámico— empezó a actuar y, tras una infiltración en sus clases, tuvo que abandonar el país. 

"El comisario de Camerún me dijo que no era prudente que estuviera sola. De hecho, secuestraron a un cura italiano y a una monja canadiense y pidieron un montón de dinero por el rescate", recuerda Rodríguez. 

A continuación, pasó por Chad y Malí, entre otros lugares, y terminó cayendo "afortunadamente" en la oenegé Solidariedade Galega, a la que ahora define como "una familia".

Desde entonces, estas tres mujeres —dos oftalmólogas y una traductora— no han dejado de recorrer el mundo juntas ayudando a quienes más lo necesitan. 

Una rutina atípica

En líneas generales, explica Pintado, su labor en los programas de cooperación se centra en "hacer cirugía menor y poner gafas". Porque no cuentan con la infraestructura necesaria para hacer labores más complejas, ni para tratar las cataratas. 

En un primer momento, sí lo hacían [lo de las cataratas], sin embargo, señala Pombo, "con el ultrasonido se complicó un poco la cosa". Y lo explica: "Antes era con otro método más sencillo y que no requería tanto aparataje ni tecnología. El problema es que ahora con el transporte el nuevo equipo se estropea y no lo podemos utilizar". 

Herminia Pintado atiende a un paciente durante el proyecto de cooperación de Solidariedade Galega en Senegal.

Herminia Pintado atiende a un paciente durante el proyecto de cooperación de Solidariedade Galega en Senegal.

Normalmente, el material lo trasladan ellas desde Galicia, sea cual fuere el destino. Y aunque en las primeras ocasiones fue difícil saber qué necesitarían, ahora, dice Pombo, "de haber ido tantas veces, tenemos cierto rodaje y conocemos más o menos las patologías con las que nos podemos encontrar". 

Se encargan de llevar medicación, bien sea para tratar glaucomas, conjuntivitis o infecciones de todo tipo, tanto tópicas como sistémicas, además del instrumental esterilizado para realizar cirugías. Y, cuando se quedan cortos de material, vuelven a desinfectarlo en el terreno "de una manera química". 

Junto a ello, portan gafas de diferentes graduaciones, además de progresivas y de niños. Son cajas y cajas de equipamiento, pero incluso siendo así, Pombo reconoce que "los últimos días hay que andar innovando y, a veces, aparecen carencias con las que no contabas. Pero, dependiendo de sitio al que vayas improvisas". Porque, como dice la cooperante, "la necesidad agudiza el ingenio". 

Hasta el final

Ahora, Rodríguez lleva implicada en cooperación 60 años, Pombo 27 y Pintado 20. Sin embargo, no parece que el fin de esta actividad vaya a llegar pronto. O, por lo menos, no serán ellas quienes lo paren por voluntad propia. "Mientras el cuerpo vaya aguantando... No se sabe", menciona la oftalmóloga jubilada.

A lo que añade Pombo: "Que la voluntad no falte. Como decía un amigo nuestro: ¿en 70 años cuantas veces cambiaste de coche? Pero aquí no se puede, se tiene que ir siempre con el mismo, parcheándolo, y llegará un momento en el que ya no siga. Pero mientras funcione...". 

Hay momentos, cuenta Pombo, en los que tienes que estar desplazándote de un lugar a otro y cruzar un río con todo el equipamiento encima al hombro... Y pese a que, como dice Rodríguez, ahora "la edad juega en contra", ellas son inmensamente felices. 

De hecho, en el caso de la traductora, cuando no se encuentra sumergida en un proyecto fuera del país, se dedica a mandar mensualmente cajas con paquetes de gafas y medicamentos a un hospital de Camerún —donde conoce a dos médicos— y a un campamento de saharauis. 

Por eso, tiene claro que, aunque ya está "el cuerpo un poco flojo, lo de arriba se mantiene bien", y seguirá cooperando "mientras pueda". 

Herminia Pintado y Fina Rodríguez en un momento durante su labor de cooperación en Senegal.

Herminia Pintado y Fina Rodríguez en un momento durante su labor de cooperación en Senegal.

"A medida que pasa la edad, por otra parte, tenemos más recursos. La veteranía es un grado y cosas que igual no solucionábamos hace 20 años, ahora sí. Pero también ocurre al revés. Antes teníamos mucha más habilidad, pero es como todo, si dejas de hacer una actividad durante cierto tiempo vas perdiendo destreza", apunta Pombo. 

Y aunque mientras realizamos esta entrevista se encuentran inmersas en un proyecto de cooperación —esta vez en Senegal—, están deseosas de empezar el siguiente. Incluso plantean hacerse un tatuaje, porque si no, bromea Pombo, "desentonamos de una manera tremenda" entre las juventudes. 

Fina Pombo: "Pero bueno, osadas no somos, ¿verdad Miruca? O, por lo menos, eso creemos". 

Herminia Pintado: "Nosotras nos vamos quedando un poco obsoletas, pero no, osadas no somos".