Este verano, el programa L’Oréal-UNESCO For Women in Science entregó sus premios a las investigaciones realizadas por cinco científicas españolas menores de 40 años que han destacado por sus trabajos pioneros en el ámbito de las ciencias de la salud. Estos premios, que se otorgan cada año y están dotados con 15.000 euros, tienen como objetivo reconocer el liderazgo femenino y, concretamente, el talento joven en el ámbito científico.

Una de las premiadas fue Natalia Sánchez (Barcelona, 1981), cuya investigación fue elegida por un prestigioso jurado formado por eminentes expertos científicos en diversas áreas. Sánchez lidera un proyecto sobre enfermedades neurodegenerativas y su posible tratamiento con base en el estudio de la microbiota (las bacterias) que habitan en los intestinos.

Desarrollado en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde Sánchez es doctora en Biotecnología, este proyecto “nos resultará muy útil en el día a día porque nos ayudará a diseñar dietas y a elaborar probióticos que puedan apoyar los tratamientos para este tipo de enfermedades”, explica la científica.

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La relación cerebro-intestinos

De momento, las primeras fases de la investigación pretende aportar “información sobre estos pequeños organismos que viven con nosotros”, pero conforme vaya avanzando, “nuestra investigación puede influir en la forma de entender las enfermedades neurodegenerativas —que, en muchos casos, conducen a discapacidad o dependencia completa— y puede inspirar terapias alternativas para su prevención y tratamiento”.

Los intestinos tienen más de cien millones de neuronas, más de las que un humano tiene en la médula espinal, y los organismos que viven en los intestinos generan moléculas. El cerebro y los intestinos se comunican a través de estas neuronas. Sánchez aclara que en su investigación están centrándose en las enfermedades neurodegenerativas relacionadas con las proteínas de tipo prión.

“Lo que hemos visto es que hay moléculas que se podrían comportar igual en muchos otros organismos, y algunas de estas moléculas pueden ser producidas por nuestra microbiota. Estoy buscando si la interacción entre las proteínas prión y nuestras proteínas podría desencadenar una de estas enfermedades neurodegenerativas. Así, podríamos experimentar con antibióticos y probióticos para combatirlas”.

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La investigadora revela cómo funciona su trabajo: “Por ordenador buscaremos posibles priones entre las proteínas codificadas en el microbioma del sistema digestivo.

Después, en un tubo de ensayo, comprobamos que los candidatos seleccionados son capaces de agregar y que pueden transmitir esta agregación a proteínas humanas. Finalmente, analizaremos en células neuronales y modelos vivos si estos priones de la microbiota pueden generar signos de enfermedad neurodegenerativa”.

Sánchez está convencida de que “nuestra vida está estrechamente ligada a los microorganismos, ya sea a través de una relación parasitaria o simbiótica. Las enfermedades neurodegenerativas afectan a más de nueve millones de europeos y, en muchos casos, conducen a discapacidades o dependencia completa. Por eso pensé que era importante poder conectar estos dos hechos y encontrar tratamientos sencillos como el uso de probióticos”.

Inversión escasa en España

Presente en 117 países, el programa For Women in Science ha reconocido desde sus orígenes a 3.900 científicas, alternando cada dos años entre ciencias de la vida y ciencias de los materiales. En España sus proyectos reciben una dotación económica de 15.000 euros para financiar sus investigaciones y que sigan contribuyendo de forma excepcional al progreso de la ciencia.

A los ojos de Natalia Sánchez, “la inversión publica y privada se complementan bien. Es verdad que a través de lo público estamos teniendo dificultades para que fluya la inversión, pero hay unos institutos muy potentes que generan bastante cantidad de conocimiento”. Además del dinero de las Administraciones españolas, “los recursos también provienen de la UE, y de organismos internacionales”.

La investigadora remarca que “en la Academia no podemos olvidar el producto, que la población debe entender lo que hacemos, pero también nos dedicamos a una labor de think tank (laboratorio de ideas) básica que, igual al principio, no tiene ese objetivo tan claro investigas y no sabes si esa investigación acabará finalmente en el desarrollo de un fármaco”.

Esa incertidumbre, según la experta, es clave para entender la escasez del flujo de dinero público hacia la investigación científica en nuestro país: “en ciencia se necesitan muchos recursos, se necesita hacer una inversión que no se sabe si retornará en forma de un beneficio específico. Eso hace que sea muy difícil que se consiga financiación. Al final se financian más aquellos proyectos con un objetivo muy claro que proyectos de investigación más básica, aunque sean el primer paso”.

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Mujeres en la ciencia

Sánchez siempre ha tenido interés por la carrera científica, aunque confiesa que en la infancia quería ser arqueóloga o paleontóloga, pero a medida que fue creciendo le fue gustando más estudiar las proteínas. “Mi padre me explicaba historias sobre lo interesante y diversa que era la naturaleza, como la metamorfosis de las mariposas o la existencia de los dinosaurios. Por otro lado, mi madre siempre me enseñó a ser metódica y a entender por qué pasaban las cosas”.

La doctora incide en que “el gran reto es encontrar un equilibrio entre la vida personal y el trabajo, así como encontrar financiación para los estudios, sobre todo para la contratación de personal”. También recalca que, a lo largo de su carrera, no ha notado que su recorrido fuera más difícil que el de sus compañeros hombres. “En general considero que el mundo científico es bastante neutro y depende bastante de las horas que estés dispuesto a sacrificar”.

Con todo, destaca que dar visibilidad a las mujeres en puestos de trabajo de responsabilidad ayuda a las jóvenes a ver, no solo que es algo alcanzable, sino que es algo inspirador, y compara la situación actual con la de hace medio siglo: “Ahora es más fácil ser científica que hace 50 años, tanto a nivel cultural como familiar se ha aceptado que la mujer puede hacer carrera como científica”.