El envejecimiento de la población ya no es solo un fenómeno demográfico: es un desafío estratégico para las empresas.

En un país como España, donde más del 41% de la población tiene más de 50 años, la demografía está transformando el mercado laboral, el consumo, la comunicación y la gestión del talento.

Sin embargo, muchas organizaciones aún no han incorporado esta transformación en sus agendas directivas. En este artículo hago una llamada a la acción porque el tiempo vuela y el futuro ya está aquí. Las empresas no tienen tiempo que perder.

En efecto, el envejecimiento poblacional afecta a cada vez más organizaciones, del sector público y privado, que están siendo testigos de las salidas masivas de empleados a los que les corresponde jubilarse y de la dificultad para encontrar reemplazo.

En los próximos años, miles de profesionales con décadas de experiencia nos iremos jubilando y muchos lo seguiremos haciendo, sin que se nos faciliten los medios necesarios para hacer una completa transmisión de nuestro conocimiento y experiencia y sin que se nos involucre en programas dirigidos a apoyar a esas generaciones relevo en manos de quienes quedan esas organizaciones.

Además, algunos nos iremos tristes y frustrados, porque aún nos sentimos jóvenes y con ganas de trabajar, pero eso sigue sin importar mucho y cuando llega la fecha fatídica de "se puede usted jubilar", simplemente nos dan el regalo de la pluma con nuestro nombre y nos dicen adiós. No hay lugar para otras opciones.

Por otra parte, una sociedad envejecida tiene un mercado prioritario que atender: el de los consumidores mayores, que tienen sus propias necesidades y muchas veces no coinciden con las de la población más joven. Los productos y servicios y los mensajes requieren adaptación para resonar en los oídos de los séniores.

Una disciplina emergente

Esta doble presión, de naturaleza interna y externa, debería provocar a las organizaciones el deseo de repensar su forma de gestionar el talento, el marketing, la innovación y la cultura corporativa.

Bajo la disciplina de la gestión del envejecimiento, se engloba el smart ageing, la economía de la longevidad, la economía silver o la economía de las canas. Esta materia se va consolidando poco a poco como nueva disciplina formativa para directivos. No se trata de una moda, sino de una necesidad estratégica.

Grandes empresas españolas ya han comenzado a crear unidades específicas para analizar el impacto del envejecimiento en sus equipos y diseñar respuestas eficaces y esas unidades requieren de profesionales bien formados. Esta disciplina integra conocimientos de salud laboral, liderazgo intergeneracional, comunicación inclusiva, planificación de carreras, ergonomía, diversidad, innovación social y transformación digital.

¿Quién se hace cargo?

Uno de los principales obstáculos que enfrentan hoy las empresas para hacer frente al reto del envejecimiento es la dispersión de responsabilidades. En muchas organizaciones, los temas relacionados con el envejecimiento bailan entre distintas áreas: sostenibilidad, recursos humanos, salud y bienestar, estrategia, marketing o desarrollo de negocio.

Esta fragmentación impide una visión integral y dificulta la toma de decisiones coherentes. Por eso, es urgente que las compañías definan con claridad quién lidera esta necesaria transformación.

La creación de comités interdisciplinares o unidades especializadas, con representación de todas las áreas implicadas, puede ser una vía eficaz para diseñar estrategias sólidas y sostenibles.

Una llamada a la acción

El envejecimiento y la longevidad representan una de las mayores oportunidades de crecimiento de las próximas décadas. En Europa, como consecuencia de ellas, se están movilizando cada vez más recursos y se generan más empleos.

En España, el grupo de mayores de 50 años concentra el mayor poder adquisitivo y es el motor de consumo más dinámico. Ignorar esta realidad es perder competitividad.

Los directivos deben, por tanto, formarse en este nuevo campo de aprendizaje. Es necesario comprender los retos derivados de nuestra situación demográfica, anticiparse a sus efectos y liderar con visión.

La gestión del envejecimiento no es solo una cuestión de responsabilidad social: es una palanca de innovación, productividad y reputación. Y solo las organizaciones que la manejen, de forma correcta, con profesionales bien formados, seguirán siendo dentro de unos años: relevantes, humanas y sostenibles.

Por tanto, es hora de que algunos directivos vuelvan al cole: hay que aprobar la asignatura de gestión del envejecimiento.

*** María Jesús González-Espejo es fundadora del Instituto de Smart Ageing, Matura Club de Mejor Longevidad y autora de ‘El arte de envejecer sabiamente’.