Las infraestructuras y los activos inteligentes deben ser parte integral de los planes de descarbonización de cualquier organización. En este sentido, es crucial que las empresas y los gobiernos actúen ahora para garantizar que están construyendo y manteniendo activos e infraestructuras que sean más eficientes para las empresas y la sociedad.

Los activos de una empresa —como edificios, redes de energía, vehículos y equipos industriales— son de gran importancia en cuanto a los desafíos de sostenibilidad que pueden tener las compañías en estos momentos. Para hacer frente a estos retos, las empresas cuentan con la digitalización, la inteligencia artificial (IA) y el llamado Internet de las Cosas (IoT). Herramientas necesarias para garantizar que sus activos sean más resistentes, eficientes y sostenibles.

Las empresas con las que trabajamos están adoptando un enfoque doble para lograr los objetivos de sostenibilidad invirtiendo en infraestructuras y activos que permitan una transición más rápida con fuentes de energía más limpias y abordando el problema urgente del desperdicio de energía. Para ello, están implementando cuatro estrategias.

Invertir en infraestructuras inteligentes

"Las infraestructuras sostenibles suponen la única forma en que podemos garantizar que las personas, la naturaleza y el medio ambiente prosperen juntos", afirma el PNUMA. Sin embargo, una investigación de McKinsey muestra que el mundo necesitará invertir 9,2 billones de dólares cada año hasta 2050 para lograr cero emisiones netas.

Por lo tanto, es fundamental que las organizaciones inviertan en infraestructuras sostenibles que puedan adaptarse a las condiciones climáticas inciertas venideras, contribuyendo además a la descarbonización de la economía, protegiendo la biodiversidad y minimizando la contaminación.

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Para las compañías, cumplir con estas acciones puede llegar a significar la construcción de fábricas, oficinas y activos más inteligentes con mayor eficiencia energética, reducción de emisiones y extinción de los ciclos de vida de los activos.

Cuidar mejor los activos existentes

Las empresas deben considerar también el coste en carbono de demoler y reconstruir o, simplemente, reemplazar activos y estudiar cómo se puede usar la tecnología para mejorar la sostenibilidad de los edificios y activos existentes.

Al tiempo, tienen que valorar la cantidad de activos necesarios en sus operaciones. Cada uno tiene un ciclo de vida finito que incluye mantenimiento, renovación y/o reemplazo, que no siempre son las actividades más ecológicas.

En este sentido, las soluciones de gestión de activos que incorporan IA están ayudando a los clientes con los que trabajamos a reducir el uso de energía. Por ejemplo, el mantenimiento predictivo puede mejorar la disponibilidad de los activos y prolongar la vida útil de las máquinas; el poder identificar pequeños problemas antes de que se agraven permite adelantarse a soluciones que requieran un mayor consumo de energía.

Consumo de energía más inteligente

La gestión inteligente de activos es una de las formas que están utilizando las empresas para reducir el consumo de energía. El software ahora puede predecir cuánta energía requieren los activos, ya sea una bomba de agua o un sistema de iluminación a través de una variedad de fuentes de datos e IA, en lugar de especular cuál sería su consumo, lo que significa que las empresas pueden aumentar y reducir los requisitos de energía. 

También es crítico para las operaciones poder ajustar el riesgo por cuestiones climáticas. Por ejemplo, conocer los datos meteorológicos precisos permite a los clientes predecir mejor su demanda de energía y reducir el desperdicio al evitar que compren más energía de la que necesitan. Otro caso similar es el de las emisiones de CO2 de los vehículos, que también pueden reducirse mediante el uso de información meteorológica para la predicción, con lo que se evitan interrupciones y permite trazar rutas más eficientes.

Y, aunque, incluso la IA más avanzada no llega a predecir con precisión los fenómenos meteorológicos más extremos, la capacidad de modelar el impacto de dichos fenómenos significa que las infraestructuras de una empresa pueden estar preparadas para gestionarlos mejor. Por ejemplo: el aire acondicionado durante episodios de calor extremo o el efecto que provocan determinados fenómenos climáticos en cuestiones como la capacidad de generación de energías eólica y solar.

No en vano, el Foro Económico Mundial estima que el 1% de la demanda de energía puede suponer hasta el 9% de los costes totales de las infraestructuras, mientras que el 10% de la demanda representa alrededor del 25% de los costes totales. En este sentido, la IA y el IoT ofrecen la posibilidad de aplanar la curva reduciendo los picos de demanda, lo que significa una menor necesidad de combustibles fósiles y una reducción significativa de los costes de compra de energía.

Más activos conectados

Los activos e infraestructuras inteligentes están permitiendo a las organizaciones beneficiarse plenamente de la conexión a redes energéticas inteligentes, en las que el transporte de electricidad procedente de fuentes de energía limpias puede diseñarse para satisfacer las distintas demandas de electricidad de los usuarios finales.  

La capacidad de la IA para agregar todo tipo de datos, incluidos los patrones meteorológicos, las fluctuaciones al generar energía renovable, el uso de la energía, las tarifas de precios y una serie de fuentes de datos, representa la mejor oportunidad para acelerar la transición a la energía limpia. 

Las infraestructuras y redes eléctricas obsoletas son actualmente un obstáculo en muchos países y regiones, impidiendo la necesaria integración de las fuentes de energía renovable, por lo que las empresas y los gobiernos deben trabajar juntos para actualizar las infraestructuras para permitir explotar el potencial de las nuevas tecnologías sostenibles. 

Copenhague es un ejemplo de liderazgo de la transición verde, lo que le está permitiendo reducir las emisiones de CO2 en un 80% desde 2009. Todo a partir de cambiar sus sistemas de energía y de calefacción urbana a la biomasa, la energía eólica y la energía solar; renovar los edificios para convertirlos en energéticamente eficientes y mejorar el transporte público. 

A modo de conclusión, es necesario remarcar que los beneficios completos de las infraestructuras y los activos inteligentes sólo pueden lograrse conectándolos a través de los límites tradicionales de la empresa corporativa. Cada vez más empresas están aumentando drásticamente la resistencia y la sostenibilidad mediante la adopción y la gestión de infraestructuras y activos inteligentes, pero aprovechar el verdadero potencial de la tecnología en la transición energética requiere colaboración e inversión por parte de la industria y la administración.

***Javier Roncero Merino es director de SW Sostenibilidad de IBM para España, Portugal, Grecia e Israel.