El mundo está cambiando. Desde hace años, gobiernos, empresas y ciudadanos tenemos una firme necesidad de actuar por un objetivo común: proteger el entorno en el que vivimos. No cabe duda de que todos somos responsables del impacto que tienen nuestras acciones con el planeta, y por ello es necesario pararnos a pensar qué podemos hacer hoy nosotros para mejorar el mañana.

En concreto, en el sector de la alimentación, el impacto que tienen los alimentos es mucho más amplio de lo que se ve en una caja, envase o botella. La huella de carbono de un producto será mayor o menor dependiendo de cómo y dónde se cultiven los ingredientes, los métodos de producción empleados, el tratamiento del procesado, la distancia que deben recorrer estos alimentos hasta llegar a su destino o hasta del empaquetado que se utilice, entre otros factores.

Un dato que seguramente la mayor parte de la población desconoce es que desde que un alimento se produce hasta que llega a manos del consumidor, se emiten gases de efecto invernadero, principalmente dióxido de carbono. Por este motivo, las empresas del sector tenemos que trabajar y colaborar estrechamente para promover una cadena de valor responsable, comprometida y sostenible. 

En Kellogg, desde hace más de un siglo, hemos sido pioneros en impulsar un nuevo patrón de alimentación, reinventando los ideales a los que los alimentos saludables y sostenibles deben aspirar. En 2021 presentamos el Manifiesto de Bienestar, un plan que tiene el propósito de ayudarnos a avanzar en nuestros objetivos y compromisos y que se basa en tres pilares clave: la nutrición de las personas, la comunidad y el planeta.

En 2022, hemos informado sobre los avances que estamos alcanzando dentro de nuestros objetivos y hemos ampliado nuestros compromisos, asumiendo los grandes retos que tenemos por delante.

Entre esos retos, la compañía se identifica con un gran número de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), promovidos por las Naciones Unidas. Antes de que existiera este llamamiento universal a la acción, Kellogg ya trabajaba firmemente para ayudar a la lucha contra el hambre, proteger el planeta y mejorar las vidas y perspectivas de las personas en todo el mundo.

Por ello, en el año 2013 decidimos iniciar desde España el programa Origins™, la iniciativa de agricultura sostenible de Kellogg Company a través de la cual trabajamos sobre el abastecimiento responsable de ingredientes y conservación de los recursos naturales. 

Hoy, en el año 2022, existen más de 40 programas Origins activos en el mundo. Concretamente en España, utilizamos arroz producido en el Delta del Ebro como materia prima para la elaboración de nuestros cereales de desayuno, entre otras marcas Choco Krispies, Rice Krispies o Special K, que se elaboran en la planta de Valls (Tarragona), a menos de cien kilómetros de los campos de arroz. 

En este programan colaboran el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA) de la Generalitat de Catalunya y el Parque Natural del Delta del Ebro; entidades que ayudan a los agricultores en la implantación de las mejores prácticas agronómicas, que incluyen análisis de suelo, recomendaciones de siembra y fertilización, manejo del agua y protección y fomento de la biodiversidad para facilitar un control natural de las plagas.

Esto permite a los agricultores adoptar procesos más sostenibles, eficientes y positivos tanto en el ámbito económico y social, como medioambiental. Los resultados después de casi una década hablan por sí solos: mayor rendimiento del cultivo, menores costes, mayor eficiencia. Todo ello, además, respetando el entorno y el medio ambiente. 

No cabe la menor duda de que nos queda mucho camino por recorrer para cumplir con la Agenda 2030, pero este tipo de iniciativas son las que deben ponerse en marcha para limitar el avance del cambio climático por parte de empresas y consumidores. Estos últimos valoran cada vez más el compromiso de las compañías con el planeta, lo que ha creado un posicionamiento de compra más realista, seleccionando a la hora de decidir unas marcas por encima de otras en función del impacto y compromisos que tienen.

En Kellogg sabemos de esta importancia y, por ello, además de trabajar la naturalidad y sencillez del alimento desde el origen, tenemos la visión de un mundo bueno y justo donde las personas no sólo estén bien alimentadas, sino también satisfechas. Nuestro propósito es crear días mejores y un lugar en la mesa para todos.

Para ello, ayudamos a quienes más lo necesitan a través de diversas iniciativas en España, como son la colaboración con los Bancos de Alimentos de España, a los que en 2021 hemos donado 870.000 raciones de alimentos, y hemos creado los Premios KELLOGG-FESBAL, que tienen el objetivo de promover la innovación en iniciativas sociales que ayudan a luchar contra el hambre. 

Por otra parte, desde hace diez años, a través de nuestro programa social Todos a Desayunar, ofrecemos cada día del curso escolar un desayuno completo y equilibrado a niños que, debido a la situación socioeconómica de sus entornos familiares, acudían al colegio sin desayunar. Gracias a este programa social, ya han desayunado más de 8.000 alumnos de entre 4-12 años de 22 colegios en 10 ciudades españolas, alcanzando en 2022 la cifra de un millón de desayunos servidos.

El apoyo a estos menores se refuerza con las Becas W.K. KELLOGG y los recién creados Campus Social Basket KELLOGG, en los que menores de entre 6 y 14 años se forman en hábitos de vida saludables, mientras disfrutan en verano del baloncesto adquiriendo sus valores y reciben una alimentación adecuada.

Esto es una muestra de las muchas acciones que hacemos desde nuestra empresa. Estamos comprometidos con ofrecer alimentos de la mejor calidad, con el apoyo a las comunidades y con un impacto positivo en el planeta y personas. Ya hemos hecho progresos muy significativos, pero sabemos que aún nos quedan retos importantes por delante para nuestro planeta.

***Susana Entero es directora general de Kellogg Iberia.