
Jane Fonda.
Jane Fonda carga contra Trump por sus ataques hacia el medioambiente: "Debemos ponernos en pie con todo"
La actriz y activista política estadounidense asegura que el presidente "está intentando socavar los procesos internacionales para proteger la naturaleza".
Más información: Del nuevo adiós a París a la pesca en zonas protegidas: los 'atentados' de Trump contra el cambio climático
Jane Fonda carga contra Donald Trump. En lo que es toda una llamada de atención al, de nuevo, presidente de los Estados Unidos, la actriz y activista política quiso dedicar un emocionante e inspirador discurso en Naciones Unidas en el que asegura que el actual ocupante del despacho oval "está intentando derribar el multilateralismo y socavar los procesos internacionales para proteger la naturaleza".
"Debemos ponernos en pie con todo lo que tenemos. Dicen que nuestras voces no importan, que no tenemos fuerza, pero esto es mentira", continuó Fonda, haciendo referencia a un alzamiento hacia las políticas contra el cambio climático y el medioambiente que se han sucedido por parte del mandatario desde el inicio de esta nueva era trumpista.
"La esperanza para el futuro de nuestro planeta sigue siendo posible, incluso cuando el presidente Trump está tratando de desafiar a los grupos ecologistas como Greenpeace Estados Unidos. Saben que la protesta funciona, por eso intentan subir las apuestas tan alto y que nadie se arriesgue a hacerlo. Pero esto es lo que sé: no estamos indefensos. Somos más fuertes, de lo que quieren que creamos y no nos callarán", sentenció.
Todo esto llega tras las nuevas noticias que llegaron desde la Casa Blanca que ya, desgraciadamente, no son dignas de sorpresa. Con una comunidad internacional casi anestesiada ante las decisiones de un presidente de los Estados Unidos encaminado hacia la postura del negacionismo, Trump lo volvió a hacer.
En un nuevo revés hacia las políticas climáticas, el pasado jueves 17 de abril anunció su intención de permitir la pesca comercial en una de las mayores reservas oceánicas del mundo, introduciendo por primera vez en más de una década operaciones industriales en un área salpicada de atolones coralinos y poblada por tortugas marinas y ballenas en peligro de extinción: el Monumento Nacional Marino del Patrimonio de las Islas del Pacífico.
Con esta decisión, Trump sigue en su línea "interesada de negar la existencia del cambio climático", tal y como aseguró a ENCLAVE ODS Olga Alcaraz, directora del Grupo de Gobierno del Cambio Climático (GGCC) de la Universidad Politécnica de Cataluña. Para la experta, "tanto Trump como su equipo son plenamente conscientes de la problemática existente" en lo que a medio ambiente se refiere, "pero no les interesa reconocerlo".
Su historial 'antiverde'
No es la primera vez que el actual presidente de los Estados Unidos pone en jaque un área delicada. También impulsó la explotación de recursos naturales en zonas hasta entonces protegidas. En Alaska, se abrió a la perforación petrolera el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico (ANWR), una región clave para especies como el oso polar y el caribú.
Simultáneamente, se recortaron en más de dos millones de hectáreas el tamaño de dos monumentos nacionales en Utah: Bears Ears y Grand Staircase-Escalante. Esta acción, sin precedentes, fue duramente criticada por comunidades indígenas y ambientalistas.
El 1 de junio de 2017, Trump anunció la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París, argumentando que el pacto internacional perjudicaba a la economía estadounidense. Esta decisión, formalizada en noviembre de 2020, marcó un punto de inflexión: el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo abandonaba unilateralmente su compromiso con la mitigación global del calentamiento.

El presidente estadounidense Donald Trump presenta una orden ejecutiva durante el desfile inaugural EE.UU. REUTERS
Además de retirarse del acuerdo, la Administración suspendió el aporte comprometido de 3.000 millones de dólares al Fondo Verde para el Clima, una medida que dejó sin recursos vitales a programas de adaptación en países vulnerables.
Ahora, en el año 2025, el dueño del despacho oval vuelve a la carga. En su primer día de mandato, el presidente firmó una orden ejecutiva para que, de nuevo, Estados Unidos se retirase del Acuerdo de París. Tal y como apunta Alcaraz, en la comunidad internacional "ya están acostumbrados a las idas y venidas de EEUU" pero, aun así, "no deja de ser una mala noticia".
Por suerte, "todo lo que se tenía que aprobar ya está aprobado", continúa la experta. "Ahora estamos en una fase de implementación, y en la mayoría de países y la gran parte de la población mundial son partidarios de que se lleve a cabo una acción climática decidida y, por lo tanto, a mi modo de ver, esto va a seguir. El problema es que quizás no vaya tan rápido como es necesario", completa.
Retroceso en energía limpia
En 2019, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) derogó el Clean Power Plan, piedra angular de la política climática de Obama. Fue reemplazado por la norma Affordable Clean Energy, que trasladó a los estados la decisión de regular las emisiones de las plantas de carbón. Como consecuencia, se relajaron los límites y aumentaron las emisiones proyectadas.
Ese mismo impulso desregulador se vio reflejado en los estándares de emisiones para vehículos. En abril de 2020, se aprobó una norma que congelaba la mejora de eficiencia de combustible, lo que supondrá, apuntan los expertos, 900 millones de toneladas extra de CO₂ para 2030.
En esa misma fecha se sustituyó la regla Waters of the United States (WOTUS) que había ampliado la protección de humedales y arroyos menores. La nueva norma, llamada Navigable Waters Protection Rule, excluyó millones de kilómetros de cauces de la regulación federal.
Otra medida alarmante fue la derogación, en 2017, de la Stream Protection Rule, que había establecido límites a la contaminación de fuentes hídricas por parte de la minería de carbón. Su eliminación facilitó los vertidos en cursos de agua cercanos a explotaciones mineras.
Ya durante este segundo mandato de 2025, Trump ordenó la congelación de miles de millones de dólares en subvenciones climáticas previamente aprobadas, entre ellas las del Greenhouse Gas Reduction Fund. Este golpe financiero paralizó proyectos de energía limpia y justicia ambiental en todo el país.