Vista aérea panorámica de la ciudad medieval de Urueña. Castilla y León, España.

Vista aérea panorámica de la ciudad medieval de Urueña. Castilla y León, España. Istock

Historias

Urueña, el pueblo vallisoletano que combate la despoblación de la España vaciada a través de la cultura: "Estamos resistiendo"

Festivales como Rural Lee en Extremadura o la red Mi Pueblo Lee trabajan para no dejar a los municipios rurales sin libros ni actividades culturales. 

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Uno de cada cinco españoles, el 18,9%, no tiene ningún tipo de oferta cultural en su municipio, algo que se agrava cuanto más pequeño es. En los de menos de 5.000 habitantes, llega al 31%.

Son los datos más escandalosos del informe La percepción del impacto de la cultura en el ámbito rural en España elaborado por Reale Seguros, publicado en junio de este 2025. Pero incluye otra conclusión más: el 87% de los encuestados cree que la realización de actividades culturales es un incentivo tanto para fijar población en el rural como para atraer personas a cambiar ciudad por pueblo.

"Estamos resistiendo. Siempre la sensación de resistir. Ayer murió una vecina, de las que solo venía en verano, aunque estaba censada, y su casa ahora se quedará cerrada. Es el proceso en que vivimos", comenta Tamara Crespo.

Lleva diez años al frente de la librería Primera Página, situada en Urueña, conocida como 'la villa del libro'. Con algo menos de 200 habitantes censados, cuenta con cinco museos y once librerías. Las guías de la provincia de Valladolid lo presentan como el único pueblo de España con más librerías que bares.

"Estamos en plena España vaciada y en eso este lugar no es distinto de cualquier otro pueblo del entorno", explica la librera. "La mayoría de los vecinos son jubilados de la agricultura, personas que rozan los 80 años. Yo tengo 54 y soy de las más jóvenes del censo".

Aclara que "la gente piensa que solo abrimos el fin de semana, porque es cuando viene la mayor afluencia, pero yo intento cuidar a la clientela que viene en otro horario, entre semana. Hay días que estoy sola en la librería, pero tenemos un horario normal. Como en cualquier negocio, la forma de tener un balance anual es hacer un trabajo constante". 

Otro estudio, Claves e impactos de la cultura en el medio rural. El valor de lo intangible, publicado por el Ministerio de Cultura en 2024, recogía entre sus conclusiones que acoger eventos culturales mejora "la imagen que los vecinos tienen de su pueblo" e incluso "las relaciones con los miembros de la comunidad", lo que "permite concluir que estas iniciativas refuerzan el arraigo que tienen con su lugar de residencia, mejoran su calidad de vida y estrechan los lazos colectivos". Casi nada.

Vista aérea de Urueña, Castilla y León, España.

Vista aérea de Urueña, Castilla y León, España. Istock

De hecho, el Plan de Derechos Culturales que tiene en marcha el ministerio incluye en su medida 72 la realización de un "estudio sobre la brecha territorial en la vida cultural"; en la 75, "ayudas para el tejido sociocultural en territorios rurales"; en la 76 la creación de la "Plataforma cine municipios", y en la 78, una "Red Cultura Rural". 

Para paliar la ausencia de eventos existen iniciativas como Mi Pueblo Lee,  asociación cultural sin ánimo de lucro que "trabaja para fomentar la lectura en el mundo rural". Una red rural de festivales, en la que participan tanto escritores como municipios de diferente tamaño y que en 2024 recibió el Premio Nacional al Fomento de la Lectura.

En total se calcula que sus actividades, más de 300 al año, alcanzan a 55.000 personas de diferentes puntos de España, y cuentan ya con más de 100 escritores asociados, que incluyen nombres como David Uclés, Espido Freire, Juan Gómez Jurado o Elvira Lindo.

"Los pueblos pequeños se encuentran fuera de los circuitos editoriales tradicionales. Los encuentros con escritores y los festivales literarios se organizan habitualmente en ciudades grandes, privando a los habitantes de estos municipios del acceso a estas actividades. Esto se traduce en desigualdad de oportunidades. Mi Pueblo Lee quiere revertir esta situación", afirman.

Las aldeas galas

Tamara Crespo, desde Urueña, comenta a ENCLAVE ODS que sus problemas son "como los de otros lugares de la España rural: mala conexión a internet, que ya es fundamental para mí o para el que tenga una quesería. Durante ocho años no llegaba la fibra óptica o se nos iba la conexión todo el tiempo. Y en la pandemia estuvimos directamente sin cobertura móvil algunos días". 

Más grave aún es "la falta de transporte público regular, en la modalidad que sea. Aquí ahora mismo solo tenemos un autobús que viene los sábados desde Valladolid". 

Por una parte, añade, "yo puedo organizar muchas actividades culturales en el pueblo, pero si la gente solo puede venir en coche me estoy quedando sin una parte del público posible". Por otra, "a medida que la gente se hace mayor ya no puede conducir, se queda atrapada en el pueblo", concluye.

Paralelo a Mi Pueblo Lee o lugares únicos como Urueña, existen modelos como el de la cooperativa cultural Wazo Coop, un grupo de profesionales de la cultura extremeña que se quedaron en su tierra natal para impulsar las actividades del sector (y ganarse la vida con ello), desde una Ensemblé musical, La Ruralité, hasta el I Festival RuraLee 2025 Letras para la sostenibilidad rural, celebrado este diciembre en Valdefuentes, Cáceres.

Desde Almendralejo, Badajoz, y Valdefuentes, Cáceres, editan, organizan conciertos o restauran murales atendiendo al ámbito rural y colaborando con entidades de todo el territorio. "A veces cuanto más te alejas de la capital, y me refiero a Madrid pero también a Cáceres, más abandono encuentras en lo cultural", explica Marta Lozano, su presidenta.

Fundada en 2017, Wazo abarca todo el espectro de la industria cultural, aunque música, sector editorial y patrimonio tengan más peso. "Somos custodios de nuestras narrativas, y al final damos la oportunidad a una comunidad de contar sus historias a través de nosotros o de contarlas nosotros", concluye.

De vuelta a Urueña, para la librera Tamara Crespo, la cultura sería "un aliciente para quedarse a vivir. Aunque lo fundamental es el transporte, el acceso a la vivida. Pero imagínate una persona joven que tiene una explotación ganadera, no tiene ni un aliciente en su pueblo pequeño. Por eso, una programación para todas las edades, no solamente para gente mayor, haría que la gente tuviera más posibilidades de arraigo y de quedarse".

La librera cree que es "sintomático": "La gente que vivimos en pueblo tenemos los mismos derechos que los que viven en las ciudades, pero aquí se nos quitan esos servicios con la idea de que son deficitarios".

Aun así, insiste en que "apostamos por vivir aquí porque somos felices, es una forma de vida fantástica y animo a la gente a luchar por ella. Porque claro, es la pescadilla que se me voltea la cola. Si nadie viene porque faltan servicios, nadie los reclama y si nadie los reclama, pues no los hay, ¿no?".