Imagen creada por inteligencia artificial sobre la sequía y las hambrunas en la Edad Media.

Imagen creada por inteligencia artificial sobre la sequía y las hambrunas en la Edad Media.

Historias

La sequía que explica la llegada de los musulmanes a España y otros hitos que el clima desvela a los historiadores

Los avances en paleoclimatología permiten conocer las temperaturas o lluvias del pasado y ayuda a explicar episodios como la caída de los visigodos.

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"Enseñamos mal la caída del reino visigodo y el comienzo de al-Ándalus, que es un acontecimiento clave en la historia de España. Si no tienes en cuenta el clima, que provocó una gran sequía y hambruna en la península y trajo consigo desequilibrios sociales y políticos, no se puede entender".

José Soto Chica, historiador especializado en la Edad Media, acaba de publicar junto al climatólogo Francisco Jiménez Espejo el ensayo El dios incomprendido. El desafío del clima en la historia de la humanidad (Desperta Ferro, 2025). En él, repasan cómo las crisis climáticas del pasado provocaron grandes cambios históricos, aunque casi nunca las tengamos en cuenta en los relatos oficiales.

Un tipo de estudio que se ha abierto camino en la historiografía en los últimos años, en parte aupado por los avances en el campo de la paleoclimatología, que estudia los cambios en el clima del pasado. Esto permite establecer con más precisión que nunca las temperaturas máximas y mínimas o la cantidad de lluvia en otras épocas.

Una cantidad de datos que han permitido poner en contexto complejos procesos históricos a los que podía faltarles una pieza del rompecabezas, desde las malas cosechas que precedieron a la Revolución francesa hasta el fin del llamado Óptimo Climático Romano y su influencia en el Imperio.

En el libro de Soto y Jiménez se repasan episodios como la desaparición de los neandertales, el fin del Imperio antiguo en Egipto, el fin de la Edad de Bronce en el Mediterráneo, los eventos volcánicos del reinado de Justiniano en Bizancio, la expansión árabe o el imperio de los comanches en América del Norte.

En este último caso, Soto señala cómo "la pequeña Edad del Hielo, a partir del siglo XIV, perjudica a las sociedades agrícolas de Norteamérica y favorece a las cazadores-recolectoras que se especializan en la caza del bisonte".

Asimismo, continúa, "la llegada del caballo con los españoles redondea ese fenómeno que les permite convertirse en un imperio. Pero en el siglo XIX, 20 años de sequía acabaron con los bisontes y dejaron a los comanches listos para ser derrotados por Estados Unidos".

El clima cambia

"El clima es, fundamentalmente, el ambiente percibido y vivido por las sociedades en cada momento histórico; por eso es tan importante conocer esta percepción social del clima a lo largo de la historia", opina el divulgador Jorge Olcina, catedrático, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.

Para este investigador, que ha participado en el quinto informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), ese conocimiento del pasado permite situar correctamente el momento actual "en el contexto de los cambios climáticos de nuestro planeta a lo largo del tiempo".

No obstante, advierte que, aunque "tanto el clima como la ocurrencia de eventos extremos, como sequías o inundaciones, han condicionado la vida cotidiana desde la Prehistoria", estas alteraciones en las condiciones climáticas solo provocaban cambios civilizatorios "cuando venían a sumarse a procesos económicos como las crisis o políticos como el mal gobierno o la corrupción".

Silenciosa, pero constante

Para Olcina, una de las causas de que algunos estudios históricos hayan ignorado el factor climático es la propia inconsciencia de que este cambia a lo largo del tiempo.

"La evolución del clima, salvo que se produzcan manifestaciones atmosféricas extremas de forma muy frecuente, suele ser silenciosa pero constante. Quizás esta consideración está cambiando porque la sociedad se ha dado cuenta de que el cambio climático es más acelerado de lo que se pensaba", indica.

Francisco Jiménez coinciden en cómo esa falsa conciencia de que el clima es "siempre el mismo" lleva a interpretaciones erróneas del pasado. Por ejemplo, "cuando se visitan las megaciudades del Antiguo Egipto o las romanas en Argelia o Túnez".

Y aclara: "Creemos que eran fronterizas con el desierto, pero no, el desierto se las comió. Sabemos que había lagunas, que eran regiones fértiles que exportaban trigo. Creemos que vivían en un secarral, y no era así".

Foto de archivo de la entrada del Templo de Luxor (Egipto).

Foto de archivo de la entrada del Templo de Luxor (Egipto). iStock

Lo mismo, añade el climatólogo, para el Nilo: "El río actual no es el que vivieron los antiguos egipcios, ha tenido una evolución brutal en los últimos 10.000 años, ha perdido brazos, hay zonas que ha dejado de inundar. Si no tienes eso en cuenta, es imposible entender la historia de Egipto".

Soto Chica considera que normalmente no se dan procesos como estos "o porque a los historiadores les falta formación para interpretar los datos que les aportan los paleoclimatólogos o porque a estos les falta formación historiográfica para relacionarlos con otros eventos".

Para Jiménez es importante que se estén dando cada vez más trabajos multidisciplinares en los que arqueólogos, historiadores y paleoclimatólogos colaboren. Pero también que esta última especialidad "ha evolucionado muchísimo en los últimos años y ahora tenemos datos más precisos, que nos permiten saber, por ejemplo, las temperaturas máximas y mínimas en cada región o cada época".

La historia enseña

Precisamente su colaboración con Jiménez, que dio lugar a Un dios desconocido, parte de su trabajo sobre los visigodos y la caída del reino, en la que tuvo más que ver la sequía que una hipotética e incluso quizás ficticia traición al rey Don Rodrigo.

Visigodos destruyendo estatuas atenienses.

Visigodos destruyendo estatuas atenienses. iStock

"En los textos de la época me había encontrado con múltiples alusiones a un colapso climático: un enfriamiento muy severo con una sequía espantosa que trae consigo desarreglos sociales y económicos muy potentes. ¿Y qué decían mis compañeros historiadores? Que eran exageraciones", explica.

"En ese momento acudo a Francisco y su equipo, que me confirman todo lo que había leído, porque está en sus análisis, en sus estudios de testigos del fondo de las lagunas en España y demás: hubo una caída de pluviosidad brutal, y eso, en una sociedad que dependía tanto de la agricultura, tuvo que provocar una gran hambruna", añade Soto.

Otras crisis climáticas

Sobre la influencia de la preocupación por el cambio climático en que proliferen este tipo de estudios, Soto Chica y Jiménez opinan que "los científicos al final también formamos parte de la sociedad y los temas que abordamos son reflejos de las preocupaciones de nuestro momento".

Sin embargo, advierten contra "hacer preguntas que no podemos responder. No podemos saber cómo va a ser el clima en el futuro, por ejemplo".

Para lo que sirve la historia, subraya Soto, es "para ver cómo otras sociedades se enfrentaron a crisis climáticas, aunque fuesen diferentes a la nuestra. Esas experiencias sí pueden ser útiles para lo que tenemos que afrontar".

Por eso, zanja: "Quizás la historia no puede decirte qué tienes que hacer, pero sí lo que no deberías hacer. Las sociedades que fueron capaces de sobrevivir a los desafíos del clima fueron las que lo enfocaron de forma cohesionada para adaptarse. Las que lo hicieron desde el conflicto interno, fracasaron. Esa es la gran advertencia".