Biodiversidad abriéndose paso tras el fuego.

Biodiversidad abriéndose paso tras el fuego. Mateo Lanzuela Europa Press

Historias

Los incendios forestales se apagan, pero qué pasa después: la naturaleza se regenera por sí misma (si la dejamos)

Después de que los efectivos de emergencia extingan el fuego, llega el momento de reconstruir y recuperar los montes. Pero no todo vale.

Más información: Los efectos de las tormentas tras los megaincendios: "Hacen que el suelo sea mucho más sensible a los procesos de erosión"

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La naturaleza es sabia. Esa frase tan repetida, tan manida, esconde una verdad que, como humanos, a veces nos cuesta entender: la flora y la fauna saben adaptarse a las diferentes casuísticas, como podría ser un incendio forestal.

Como indica en una entrevista con ENCLAVE ODS el investigador del CSIC Fernando Valladares, "la naturaleza tiene un tremendo potencial de recuperación". Siempre y cuando, matiza, "la dejemos hacer".

El catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante, experto en clima, Jorge Olcina, explica a este vertical que "más allá de las labores de limpieza" tras un incendio —como puede ser retirar troncos quemados—, hay poco que el ser humano tenga que hacer para que la vegetación se abra paso.

Especialmente, dice, en las zonas más amenazadas por el fuego en los últimos años, el noroeste peninsular y, en concreto, Castilla y León, Galicia y Asturias.

"Por su localización, esas áreas cuentan con una ventaja: tras el verano, empieza a llover. Y lo hace de una manera más o menos regular, continuada, con lo cual los procesos de erosión son mucho menores que en el litoral Mediterráneo, donde las danas complican la situación".

La naturaleza se regenera sola

Olcina insiste en que "una vez extinguido el incendio, lo que hay que hacer es, en aquellas zonas donde queden muchos árboles o troncos quemados, retirarlos, para luego dejar que el bosque se vaya regenerando".

Ni repoblaciones, ni plantar especies nuevas. Olcina se muestra poco partidario de esa estrategia. Especialmente, matiza, "en esa parte de España donde, por humedad y otras condiciones, el bosque se regenera por sí mismo, tarde más o menos".

El motivo es sencillo: "El matorral, lo que serían los primeros estadios de cubrición del suelo, crece solo". Y sucede de esta manera porque, como explica, "la vegetación en nuestro país es muy potente y en seguida, en tres o cuatro años, cubre el suelo de verde".

Los restos de un incendio de un bosque de eucaliptos y pinos en Lugo en 2023.

Los restos de un incendio de un bosque de eucaliptos y pinos en Lugo en 2023. Carlos Castro Europa Press

Eso sí, el catedrático de la Universidad de Alicante advierte que eso no quiere decir que en un lustro tras un incendio vaya a reaparecer un bosque frondoso lleno de árboles. Para eso, matiza, "hay que esperar unos 20 años como mínimo".

La lenta regeneración de las masas forestales quemadas se realiza de "manera muy natural", indica Olcina. Y lo explica: "Sin estar obligada por el ser humano; es decir, sin repoblaciones ni con especies diferentes".

Porque, advierte, "ya hemos visto los resultados que han tenido las repoblaciones que se hicieron los años 60 y 70 con eucaliptos, por ejemplo". Aquellas, lamenta, tuvieron una "finalidad económica" —relacionada con la producción de celulosa—, pero a nivel medioambiental y de biodiversidad, recuerda, fueron "nefastas para el bosque español".

En cambio, hoy se sabe —y se ha demostrado— que, "en aquellas zonas donde se ha producido un gran incendio, si se deja a la naturaleza actuar sola, excepto para limpiar los troncos quemados, se regenera de una manera perfecta".

Eso sí, Olcina apunta a que la regeneración natural no implica dejar abandonado el monte. "Supone un seguimiento, se necesitan cuadrillas de personal especializado o de agentes forestales que vayan supervisando esa regeneración".

El invierno es clave

Dicho esto, Olcina pone sobre la mesa un asunto clave: "Las condiciones climáticas en España han ido cambiando; es algo que ya se ve". Esto, dice, "nos obliga a hacer una gestión forestal mucho más intensa durante los meses de invierno".

Todos los expertos consultados por ENCLAVE ODS en las últimas semanas coinciden en que esa frase tan repetida de "los incendios se apagan en invierno" no es solo un dicho.

Con veranos cada vez más calurosos y secos, la gestión forestal durante los meses de frío es ya imprescindible para que las imágenes de este año no se repitan ad aeternum.

Tierra quemada en un monte entre Villalís de la Valduerna, Quintana y Congosto, en León.

Tierra quemada en un monte entre Villalís de la Valduerna, Quintana y Congosto, en León. Fernando Otero EP

Sin embargo, Olcina hace énfasis en su dificultad. ¿El motivo? "España tiene mucha superficie forestal y hay que seleccionar zonas que puedan estar más ocupadas por el ser humano, donde haya pueblos o puedan perderse vidas si arde", explica.

Ahí, insiste, "es donde se debe hacer una labor más intensa de cortafuegos, de gestión del espacio, de la interfaz urbano-forestal".

Como recuerda en conversaciones con ENCLAVE ODS Jorge Aguado, técnico del programa de Bosques de WWF España, "es necesario realizar prevención y no reducir el gasto en ella, sino aumentarlo".

Tras desalojas dos urbanizaciones, los bomberos trataban de controlar las llamas.

Tras desalojas dos urbanizaciones, los bomberos trataban de controlar las llamas. Efe

Asimismo, aboga por "promover una gestión forestal a nivel de paisaje de mosaico" que combine en el territorio los "pastos, la actividad ganadera en extensivo, los bosques autóctonos, las plantaciones con aprovechamiento de madera…".

Es decir, la oenegé conservacionista busca que, en definitiva, se realice "un uso del paisaje" y se "apoye a las poblaciones locales que viven de ello". Y eso, recuerda Aguado, solo se consigue "peleando contra el abandono rural".

Invertir en incendios

Olcina recuerda que, hasta ahora, los desastres naturales en los que más se ha invertido de manera constante durante todo el año ha sido en inundaciones y en sequías. Es decir, esos efectos del cambio climático que se perciben durante todo el año.

"El monte, el espacio forestal, necesita también su atención", recuerda el catedrático. E insiste en que los bosques no dejan de ser "sumideros de carbono", clave para la mitigación del cambio climático.

Pero también "protegen el suelo de la erosión". Especialmente, matiza, "si hablamos de un contexto de sequía como el español", pues "la vegetación ayuda a frenar estos procesos".

Olcina va un paso más allá y recuerda que "los bosques ayudan a fijar población rural en un contexto de despoblación".

De ahí la importancia de llevar a cabo labores de prevención de incendios durante todo el año. Pues, como recuerda Aguado, los incendios ya no solo se limitan a la época estival. En abril empiezan a darse focos, y se alargan más allá de septiembre.