
Primer plano del mosquito doméstico común ('culex pipiens'). Istock
Las poblaciones de insectos disminuyen un 75% en tres décadas: la intensificación agrícola podría estar detrás
Un nuevo estudio publicado en la revista 'BioScience' destaca más de 500 factores interconectados detrás su declive global.
Más información: La desaparición de los insectos pone en riesgo la biodiversidad
"Debido a que la gente se ha centrado tanto en polinizadores como las abejas y las mariposas, estamos limitados a la hora de identificar acciones de conservación que beneficien a otros insectos". Por ese motivo, dice Eliza Grames, profesora adjunta de Ciencias Biológicas, surge la necesidad de realizar un estudio cuyo foco principal sean todas las especies. Y así lo ha hecho una nueva investigación dirigida por la Universidad de Binghamton.
Según los datos, el declive de los insectos ha aumentado considerablemente en los últimos años. En concreto, un estudio publicado en 2017 sugería que sus poblaciones podrían haber disminuido por lo menos un 75% en menos de tres décadas. ¿El motivo? De acuerdo a la opinión de los expertos, la intensificación agrícola encabeza la lista de factores responsables de esta causa, pero no es el único.
Los nuevos hallazgos destacan más de 500 aspectos interconectados detrás de este declive global. De hecho, a través del análisis de más de 175 revisiones científicas, los autores de este estudio crearon una red de 3.000 posibles vínculos, abarcando desde la apicultura hasta la expansión urbana.
El problema aquí es que la cantidad de artículos publicados al respecto con diferentes hipótesis es innumerable. Esto, dice Christopher Halsch, investigador postdoctoral en Binghamton y autor principal de la investigación, hace que sea "realmente difícil hablar con todo el mundo sobre lo que piensa cada uno". Razón por la que, indica, "en lugar de reunir a 600 personas en una sala", decidieron "adoptar un enfoque que consistía en leer todos los artículos, ya fueran revisiones o metaanálisis".
Las causas del declive
La idea, apunta Halsch, era "leerlos y extraer lo que se considera vías causales. Por ejemplo, la agricultura provoca contaminación, lo que a su vez genera la disminución de las poblaciones de insectos". A continuación, sigue el investigador, construyeron "una red gigantesca a partir de ellas para ver qué ideas se conectan con mayor frecuencia entre sí y qué factores de estrés se consideran con mayor asiduidad en las causas fundamentales".
De este modo, concluyeron que el aspecto más citado para la disminución de los insectos era la intensificación agrícola, a través de cuestiones como el cambio de uso de tierra y los insecticidas. Sin embargo, no es el único, ya que se dieron cuenta de que existen cuestiones interconectadas y que se influyen mutuamente.
El clima, por ejemplo, podría ser un factor que impulsa la disminución de insectos, aunque también hay otros individuales bajo este paraguas. Algunos de ellos serían las precipitaciones extremas, los incendios y las temperaturas, que a su vez pueden influir en otros aspectos. En definitiva, indican los expertos, "es una red altamente conectada y sinérgica".
Barreras de la investigación
Pese al exhaustivo estudio que realizaron los investigadores, "se pasan muchas cosas por alto". Ejemplo de ellos es que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza tiene una lista de todas las amenazas potenciales que deben considerarse en la conservación de insectos, sin embargo, gran parte de ellos nunca han aparecido en la literatura reciente sobre su declive.
"Ninguno de los artículos mencionó los desastres naturales", apunta Grames. Y añade: "Tampoco analizaron las intrusiones y perturbaciones humanas, ni los efectos de la guerra en los insectos ni en los ferrocarriles. Por lo tanto, existen grandes áreas que sabemos que, en general, representan amenazas para la biodiversidad, pero la literatura sobre el declive de los insectos se centra únicamente en unos pocos factores de estrés importantes, en lugar de abordar los más específicos, que son mucho más mecanistas".
En concreto, los expertos identificaron sesgos en las investigaciones recientes, especialmente en aquellas generadas a partir de un enfoque de insectos "populares y carismáticos" como las abejas y las mariposas, a pesar de que constituyen la gran minoría de la biodiversidad de estos seres vivos.
Por eso, uno de los puntos clave que plantean en el estudio es, dice Halsch, que "las acciones de conservación excesivamente sesgadas hacia ciertos insectos o determinados factores de estrés probablemente serán negativas para muchos otros". Y es que, concluye, "si nos centramos demasiado en las abejas y las mariposas y su conservación, pasaremos por alto muchas otras especies, la mayoría de ellas, de hecho".