Imágenes de archivo de cómics.

Imágenes de archivo de cómics. Unsplash

Historias

El cómic de los 80 que trajo el ecologismo a España: delfines inteligentes que se preguntan cómo se destruyó la Tierra

La Embajada de los Tebeos recuerda la irrupción de las preocupaciones medioambientales en el género con una exposición.

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"Igual que pasó con la música, el cine o la literatura, en el cómic también hubo muchas obras que no se pudieron leer en España hasta que acabó la dictadura, y a partir de los 77 y 78 llegaron a cholón", comenta Juan José Jiménez Blázquez, presidente de la Asociación P.E.R.C.E.B.E. (Protección, Exhibición y Reconocimiento del Cómic Español en el Barrio de Embajadores).

En el caso de los tebeos, eso se tradujo en un boom de revistas con contenidos más adultos, que iban desde el terror al policial. Y también una ciencia-ficción sucia, pesimista, que se miraba en el cine de Blade Runner (1982) o Mad Max (1979) e incorporaba por primera vez las preocupaciones ecologistas al imaginario.

"El miedo nuclear estaba, pero también se empieza a hablar de medio ambiente o contaminación", explica Jiménez. Esa ciencia-ficción le abrió la puerta a los propios autores españoles y trajo los contenidos que ya se publicaban, por ejemplo, en Francia o en Estados Unidos, en revistas como Totem, Cimoc, Rambla, Metal Hurlant… o 1984.

"El título hacía referencia a la novela famosísima de George Orwell y empezó a publicarse en 1978… que ese nombre te diría que se lo ponen porque piensan que no van a dudar mucho, porque cuando llegaron a 1984 se lo tuvieron que cambiar y pasó a ser Zona84. Y fue una revista de cabecera para esa ciencia-ficción adulta en España", añade el experto.

La Asociación P.E.R.C.E.B.E. le ha dedicado una exposición a 1984 en su sede en la Embajada de los Tebeos, un lugar de encuentro en torno al cómic en Madrid en el que han conseguido recopilar completos todos los números de la cabecera. En el espacio coincide con una muestra de páginas originales de Miguelanxo Prado, uno de los autores españoles que, con apenas 20 años, empezó su carrera en aquellas páginas.

Ecologismo 'made in Spain'

Prado publica en 1984, tanto la revista como el año, su obra Fragmentos de la Enciclopedia Délfica, una "joya de la ciencia-ficción" para el presidente de P.E.R.C.E.B.E.: "Es una sucesión de historias que llena de dudas, no te da soluciones, acerca de cómo va a evolucionar el ser humano y si será a peor o a mejor, o qué haremos cuando nos quedemos sin recursos naturales".

Jiménez destaca que Prado se adelantó a la actual crisis ecológica y de biodiversidad, y lo hizo influido más por Sueñan los androides con ovejas eléctricas, la novela de Philip K. Dick, que por su adaptación al cine, Blade Runner.

"En el libro la gente tiene robots en casa que hacen las veces de animales porque la mayoría de las especies ya han desaparecido de la Tierra, y ese concepto de la extinción está muy presente en Fragmentos", indica.

La obra de Prado son pedazos de una suerte de enciclopedia galáctica, como la de la Fundación, de Isaac Asimov, pero escrita por una raza de delfines inteligentes del futuro que se preguntan cómo la humanidad pudo destrozar no solo su propio planeta, sino varios más en la galaxia. El autor, resume Jiménez, "conecta siempre mucho con la naturaleza en todos sus libros".

A los tebeos llegaba entonces —y un poco más tarde a España, como se explicaba al comienzo de este reportaje— la ciencia-ficción climática que había aparecido en novelas de J.G. Ballard como Mundo sumergido (1962) o películas como The Omega Man (1971) o Soylent Green (1973), preocupadas por la subida del nivel del mar, la contaminación o la sobrepoblación.

El gran cambio había operado y llega hasta nuestros días. La ciencia-ficción ya no esperaba un futuro utópico y pacífico como el de Star Trek, limpio, brillante y basado en la razón, sino una deriva a peor de los problemas del presente hasta acabar en el desastre… como la novela 1984 de Orwell respecto a los totalitarismos de su época.

Futuros apocalípticos

La revista acogió las historias apocalípticas del norteamericano Richard Corben y su Mundo Mutante, un reflejo bastante ajustado del miedo al mundo después de una posible catástrofe nuclear que la enemistad entre EEUU y la entonces Unión Soviética provocaba.

"El contexto de muchas historias era hablar de la contaminación, la acumulación de basuras, la desaparición de recursos. Todo esto desde un punto de vista, yo creo que muy ecologista, como avisando de lo que se nos venía encima", analiza Jiménez. Y añade: "Te diría que la práctica totalidad de los guionistas y dibujantes, como Carlos Trillo o Juan Giménez, tenían una visión muy muy negativa del futuro".

¿Acertaron aquellos vaticinios tan apocalípticos? "Creo que no hemos llegado a esos límites, si lees Mundo Mutante, piensas 'esperemos que nada como esto pase nunca'. Pero han pasado más de 40 años y es imposible no ser igual de negativo cuando ves que ciertas derivas no han cambiado, que el mundo lo gobierna quien lo gobierna y que la posibilidad de desaparecer todos de un pepinazo sigue ahí".

Las exposiciones de La Embajada de los Tebeos se mantendrán hasta el 31 de enero, tanto la dedicada a Miguelanxo Prado como la muestra de 1984, y se pueden visitar en su sede en la calle Cáceres de Madrid.