La pequeña comunidad de Barco del Sol (Das Sonnenschiff), en Vauban (Friburgo) funciona completamente con energía solar.

La pequeña comunidad de Barco del Sol (Das Sonnenschiff), en Vauban (Friburgo) funciona completamente con energía solar. iStock Friburgo, Alemania

Historias

La ciudad del futuro ya existe y era una base militar: así es Vauban, el sueño alemán de los urbanistas

Esta comunidad germana de las afueras de Friburgo lleva años siendo la más 'verde' de Europa. 

4 julio, 2023 01:58

"Es un lugar en el que los niños de 4 años van al cole solos todas las mañanas". Así describía en ENCLAVE ODS el urbanista Charles Montgomery la comunidad de Vauban, en Friburgo (Alemania). Solo con ese detalle —el de los menores moviéndose por su cuenta— se puede visualizar una ciudad, que nació como barrio residencial, en la que el coche es un accesorio muy poco utilizado.

[“El poder se expresa en nuestras ciudades todo el tiempo”]

Allá por el año 2009, cerca del 70% de los hogares de Vauban renunciaron al vehículo privado. En poco tiempo, se llega al centro de Friburgo en tranvía —"las conexiones son estupendas", aseguraba Montgomery, autor de 'Ciudad feliz' (Capitán Swing, 2023)— y "no se puede aparcar frente a tu casa, sino en un garaje en el límite de la comunidad".   

El límite de velocidad en este vecindario es de 5 kilómetros por hora, por lo que es el paraíso de los peatones. Y también el de los urbanistas, reconoció Montgomery. Esta antigua base militar se ha convertido en la capital verde de la ciudad más verde de Europa (Friburgo), a su vez dentro del land más verde de Alemania (Baden-Württenberg)

Base militar, barrio okupado, terreno público

Y todo surgió de un movimiento ciudadano, que decidió okupar el lugar —una vez abandonado— y reconvertirlo, en la década de los 90, en el escaparate de las políticas más sostenibles a nivel medioambiental, social y económico. Pero vayamos atrás en el tiempo: ¿qué pasado ha hecho que este barrio sea el más verde y futurista del viejo continente?

Vauban, en realidad, se creó en 1936 como base militar de la Wehrmacht —las fuerzas armadas unificadas de la Alemania nazi— de Hitler. Tras la Segunda Guerra Mundial fue utilizada como centro logístico de las fuerzas de ocupación francesas. En 1991 el ejército se retiró y quedó abandonada a su suerte. Fue en ese momento cuando se convirtió en un emblema de la okupación noventera: algunos se mudaron a los antiguos barracones e, incluso, hay quienes usaban los vehículos militares como hogar.

Pero a mediados de los 90 el Gobierno de Friburgo, una ciudad eminentemente verde a nivel político, decidió comprar el terreno y levantar una verdadera urbe del futuro. La utopía misma de la ecología y la cohesión social era lo que imaginaban los creadores de Vauban. Y, parece, lo han conseguido. 

En la movilidad está la clave

Las condiciones eran claras: el nuevo barrio tenía que ser verde, autosuficiente, inclusivo y sostenible —también en el tiempo—. Para conseguirlo, el primer paso fue el ya mencionado: eliminar los coches y apostar por una movilidad eco que no era nada común en la época. 

El resultado fue una ciudad con un tranvía eficiente, carriles bicis y aparcamientos para este medio de transporte por doquier y mucho espacio para el peatón. Para facilitar el movimiento en bicicleta o a pie se levantaron dos parkings de gran tamaño a la entrada del municipio. Así, los vehículos privados prácticamente desaparecen de Vauban y el espacio de aparcamiento queda reservado para las emergencias y el transporte de mercancías.  

De los 5.000 habitantes de Vauban, el 70% no dispone de coche en propiedad y su totalidad utiliza el transporte público, la bicicleta o sus propias piernas para moverse. El carsharing, además, está a la orden del día. 

Verde que te quiero verde

Más allá de la movilidad, Vauban se organizó a través de comisiones de vecinos para diseñar sus propios parques y jardines. E incluso los más pequeños tuvieron voz y voto en esta decisión. 

La mayoría de los edificios, además, tienen instaladas placas solares. Y más de un centenar de ellos generan más energía de la que producen. Pero no solo eso: al menos 45 cuentan con el certificado passivhaus.