El embalse de Baells, en Cataluña, prácticamente seco, en marzo de 2023.

El embalse de Baells, en Cataluña, prácticamente seco, en marzo de 2023. Nacho Doce Reuters

Historias

Vuelve el 'fantasma' de la sequía del último año con más incendios y un calor de verano en pleno marzo

El último informe de la UE alerta de que sufrimos condiciones similares a las de 2022, que nos condujeron a una "sequía severa y extrema".

31 marzo, 2023 02:51

La falta de agua está creando situaciones complicadas. Algunas tan distópicas como que en Cataluña, y concretamente en el embalse del Sau, se haya tenido que capturar gran parte de su fauna para que el bajo porcentaje de agua no provoque una mortandad masiva y pudra este recurso escaso. Y es que la situación vuelve a ser similar a la de hace un año, cuando la ausencia de precipitaciones comenzó a golpear duramente a los cultivos y a la producción de energía hidroeléctrica.

El último informe que ha publicado el Joint Research Centre (JRC) de la Comisión Europea –un centro europeo de asesoramiento científico y técnico– coloca a España como uno de los países que más está sufriendo los efectos de la sequía. Muy especialmente en el noreste y el sur del país, donde más están acusando el déficit de lluvias y donde se sufren unas temperaturas anormalmente altas para el mes de marzo, propias de inicios del verano.

A pesar de que el último invierno fue húmedo, las precipitaciones no han conseguido saciar una sequía meteorológica que se viene gestando desde enero de 2022. De hecho, según el último informe del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), se ha producido un incremento de las unidades territoriales en situación de sequía prolongada, que han pasado de 13 a 22 en un mes. Unos datos que reflejan, principalmente, el empeoramiento de las Cuencas Internas de Cataluña.

[La sequía obliga a sacrificar toneladas de peces de un embalse de Cataluña para salvar el agua potable]

Las previsiones de lluvias tampoco son muy esperanzadoras. El último balance presentado por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), predice un trimestre en España en el que puede haber un calor mayor de lo habitual y un régimen de lluvias que no terminará de calmar la sequía preexistente. Y el verano, tampoco deja mejores predicciones: lo más seguro es que, de nuevo, haya temperaturas por encima de lo normal y un riesgo de incendios disparado.

San Román de Sau, que quedó parcialmente sumergido y resurgió con la sequía, en marzo de 2023.

San Román de Sau, que quedó parcialmente sumergido y resurgió con la sequía, en marzo de 2023. Nacho Doce Reuters

Algunos como los que ya se están empezando a producir. Sin ir más lejos, en Castellón el fuego ha devorado más de 4.000 hectáreas y ha obligado al desalojo de más de 1.000 personas. Las llamas sobrepasaban los 20 metros de altura y la energía que ha alcanzado ha sido muy superior a la que puede soportar un bombero. Condiciones como la baja humedad, el viento y la sequía persistente han convertido las localidades valencianas en un pasto fácil y disponible para arder.

Una dinámica que se está repitiendo en amplias zonas de España. Las condiciones climatológicas adversas están dando paso a la primera ola de incendios en Galicia, donde ya se han calcinado más de 1.600 hectáreas. También en Asturias, donde luchan contra un centenar de focos activos, o Cantabria, donde tratan de sofocar hasta 31; uno de ellos en Picos de Europa.

Como explica Javier Martín-Vide, catedrático de Geografía Física y miembro del Instituto de Investigación del Agua, estamos sufriendo una sequía que comenzó ya en 2021 e insiste en que las predicciones estacionales a corto plazo “no son halagüeñas”. Al menos para las zonas que más están sufriendo el impacto de la falta de agua, como son Cataluña y Andalucía.

No obstante, insiste que esta sequía no es la más grave. Recuerda la sufrida ya entre 1992 y 1995, que afectó a la generalidad del país y, muy especialmente, a ciudades como Cádiz o Sevilla. “Hubo cortes de agua en los que solo permitían el abastecimiento durante dos horas y en pleno verano”.

Según el experto, las temperaturas que estamos sufriendo son las equivalentes de otros países más al sur. “Málaga, por ejemplo, se está tropicalizando con temperaturas más altas y lluvias que recuerdan más al trópico, y otras zonas como la mitad norte están mediterraneizando su clima”, aclara Martin-Vide. 

“El calentamiento global tiene un impacto directo sobre nuestro clima”, explica el investigador, y, en consecuencia, “las temperaturas seguirán aumentando en el sur de Europa”. Esto nos dice que, aunque exista el mismo régimen de lluvias, con un calor más intenso o mayor de lo habitual, disminuirán los recursos hídricos del suelo porque habrá más evaporación y más transpiración vegetal.

Un invierno seco en Europa

Lo cierto es que estos efectos no solo se están sufriendo en España. Otros países como Francia e Italia también aparecen en el informe europeo por su mala situación hidrológica tras un invierno excepcionalmente seco y cálido. No obstante, otros países como Irlanda, Reino Unido, Suiza, las islas mediterráneas, regiones del Mar Negro de Rumanía, Bulgaria y Grecia también están pasando por un momento difícil en cuanto a la disponibilidad de agua.

“La situación actual puede volverse crítica en los próximos meses si las anomalías de temperatura y precipitación persistirán en la primavera de 2023”, alerta el informe. De hecho, advierte que las lluvias de las próximas semanas serán “cruciales”, porque, de momento, las condiciones son similares a las sufridas en 2022, las mismas que nos condujeron a una sequía “severa y extrema”.

Imagen de archivo del río Po durante la sequía. EFE

Imagen de archivo del río Po durante la sequía. EFE

En Francia ya se está actuando tras la sequía invernal a través de un comité que planifica y sigue la situación hidrológica, con una previsible escasez de agua en la primavera y el verano. Este febrero, de hecho, ha sido el más seco para el país desde 1959. Sus embalses se mantienen al 55%, en comparación con el 85% del año pasado, y el problema es que prevén un 40% menos del promedio de agua acumulada para los próximos años.

En Italia, la situación es parecida, sobre todo en la zona norte. La autoridad competente, la ANBI, está alertando ya de un grave riesgo de sequía para el suministro de agua pública para más de 3 millones de personas. Una cuestión a la que se suma el riesgo para la agricultura por la falta de precipitación y la reducción de hasta el 70% de los caudales de ríos tan importantes como el Po.

[Italia vuelve a secarse: la falta de agua consume el Po y arriesga los cultivos y la producción de energía verde]

Qué se puede hacer

Ante esta situación, es importante la parte de adaptación a los efectos de la sequía mediante cuestiones como la gestión de la demanda. Para Martín-Vide, hay varias cosas que se pueden hacer en países como el nuestro.

Como explica el experto, hay que reducir los consumos al mínimo posible. ¿Cómo? En primer lugar, eliminando técnicas de regadío como el que es a manta –que inunda campos enteros de cultivos–. “Hay cultivos como el arroz que lo necesitan, pero otros no. Es un despropósito, es malgastar el agua”, recuerda, e insiste en que “no podemos culpabilizar al agricultor, sino que hay que establecer políticas para establecer un uso más inteligente del agua”. 

Además, en tiempos de bondad pluviométrica, considera importante reducir las pérdidas en las redes de distribución. “Todavía las pérdidas son importantes, de hasta un 25%, y aún hay margen para que se reduzcan”, explica Martín-Vide. E incluso, aprovechar más el agua de la lluvia. 

“Antes, con el agua de los aljibes, se fregaba y se regaba el jardín”. O en las nuevas promociones inmobiliarias, tener un doble sistema: el de agua potable y el de aguas grises (agua utilizada para fregar o en la ducha) se destine al váter. “Es una locura lanzar al WC el agua potable”, lamenta el investigador.

Por último, apunta al agua regenerada como una “tabla de salvación” para los países secos. La tecnología actual permite obtener agua con diferentes niveles de calidad que pueden llegar a utilizarse incluso para beber. Como concluye el experto, “el futuro en nuestro país es más seco. Hemos de estar preparados para adaptarnos”.