Presa en el lago Kolnbreinspeicher, en Austria

Presa en el lago Kolnbreinspeicher, en Austria iStock

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España, tierra de pantanos: ¿Construcciones necesarias o un crimen ambiental?

Con más de 350, España es el país de la UE con más pantanos, y ocupa el quinto puesto a nivel mundial.

20 septiembre, 2022 02:12

Inmensos, azules, imponentes y rodeados de naturaleza. Los pantanos son la principal solución al abastecimiento de agua potable y para el regadío a la que llevan recurriendo las poblaciones desde hace cientos de años. Sin embargo, la emergencia climática ha provocado que se descubra una utilidad que no se tuvo en cuenta cuando se construyeron.

Los ríos, los lagos, y las grandes concentraciones de agua en tierra son importantes aliados contra los efectos del calentamiento global y la contaminación del aire. Entre estas formaciones naturales hay una artificial que también ayuda a combatir las consecuencias de la crisis del clima: los pantanos.

España es el país de la UE con más pantanos. Según el Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO), en nuestro país hay más de 350 embalses con una capacidad total de almacenamiento de 54.000 hm³ de agua, una cantidad que ronda el 50% del caudal fluvial de todo el país. A nivel mundial ocupa el quinto puesto gracias a las más de 1.200 grandes presas que se reparten por nuestra geografía.

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La alta concentración de pantanos y presas en nuestro país atiende a las peculiaridades del clima. Con veranos secos y calurosos en gran parte de la península, acumular agua en los períodos de altas precipitaciones (principalmente en primavera y otoño) para el consumo y el regadío se convierte en una necesidad.

Embalses de Lanuza y Bubal en el Valle de Tena, Pirineos de Huesca

Embalses de Lanuza y Bubal en el Valle de Tena, Pirineos de Huesca iStock

“Además de asegurarnos recursos hídricos, los pantanos tienen un impacto ambiental y social muy importante”, afirma Sergio Vicente, investigador del CSIC en el Instituto Pirenaico de Ecología. En España, prosigue, “las zonas de cabecera de los ríos han pagado un alto precio para que los cursos medios y bajos tengan agua”.

Un aliado inesperado

La de los 50 fue la década del boom de la construcción de embalses en España. La dictadura franquista se lanzó a la planificación hidrológica del país y en esos años llegaron a construirse en torno al 60% de los pantanos que hoy siguen dispersos por la geografía peninsular. Entonces ya se produjo un debate entre quienes defendían la acumulación de agua para la agricultura y quienes preferían priorizar el uso de las presas para generar energía destinada a la industria.

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Además de recoger la lluvia y almacenarla, los pantanos son purificadores naturales de agua que crean condiciones favorables para la descomposición de diversas bacterias y sustancias orgánicas. Semejantes masas de agua rodeadas de naturaleza también se convierten en reservas de biodiversidad, y son utilizados para la piscicultura, el cultivo de moluscos o la observación de aves.

Según el Global Dam Watch, apenas el 6% de la superficie terrestre está cubierta por pantanos y presas. Sin embargo, en ese pequeño espacio se almacena hasta el 20% de todo el carbono del planeta. Los embalses son como una especie de esponja que absorbe y retiene el CO₂, principal gas de efecto invernadero, culpable del aumento de la temperatura global.

Gran impacto ambiental

A lo largo del siglo XX se destruyeron más del 50% de los pantanos del mundo, sobre todo para aprovechar la extensión de tierra y convertirla en superficie de cultivo. En los últimos años, se ha descubierto la labor medioambiental que realizan los embalses; sin embargo, muchos grupos y organizaciones ecologistas han denunciado el enorme impacto ambiental que supone su construcción, con millones de toneladas de tierra extraída del suelo y miles de hectáreas de bosque taladas.

Presa en construcción.

Presa en construcción. iStock

En esa época, comenta Vicente, “se inundaron zonas fértiles, se inundaron hasta núcleos urbanos para que se pudieran regar zonas en los cursos medios de los ríos, y eso ha tenido un impacto social y económico en las zonas de montaña”.

Desde un punto de vista ambiental, la construcción de pantanos “altera todo el régimen fluvial y la estructura de los ríos, que van a recibir menos cantidad de sedimentos, van a ser ríos menos vivos”, remarca el experto. Sin embargo, apunta: “Si no tuviésemos los embalses, dudo que pudiéramos tener la suficiente cantidad de agua en muchas regiones de España, porque no habría reservas, ya no solo para suplir a los regadíos, sino para el suministro”.

Otro de los grandes beneficios de las presas es la capacidad que tienen para generar energía hidroeléctrica. En lugar de la quema de combustibles fósiles, uno de los métodos para obtener energía renovable es la liberación de enormes cantidades de agua para nutrir a la red eléctrica. El problema es que, en períodos de sequía, drenar agua puede comprometer las reservas para el consumo humano.

El MITECO contempla liberar aguas frías de los embalses para reducir la temperatura de los ríos en los meses de más calor, intentando frenar así el deterioro de los ecosistemas fluviales. Sin embargo, no es tan sencillo como abrir la presa y dejar soltar el agua. Está demostrado que, cuando hace calor, la temperatura superficial de los embalses también crece debido al calentamiento del aire, por lo que hay que recurrir a las capas intermedias o más profundas para que el enfriamiento sea efectivo.

Tal y como refleja una investigación publicada el pasado octubre en IOPscience, los pantanos contribuyen de forma efectiva a la resistencia de las cuencas hidrográficas ante la propagación de sequías meteorológicas. Además, a través del análisis de precipitaciones y cambios de temperatura, se ha observado una conexión directa entre la construcción de embalses y la mitigación de los efectos del cambio climático a nivel local.