Ghana

Han pasado ya diez años desde que Bernard comenzara a dedicarse a la minería del oro. Empezó como hoy lo hace Ebenezer, trabajando para alguien que podía permitirse la alta inversión inicial, hasta que finalmente decidió que sería él el empresario.

Pero no lo logró de un día para otro: Bernard tardó cinco años en conseguir la licencia para trabajar, invirtió 80.000 dólares en una excavadora para poder adentrarse en ese subsuelo que tantos beneficios atesora y contrató a una plantilla de 50 chavales que, al suroeste de Ghana, rodeados de una espesa y verde selva, remueven la tierra día y noche para que él obtenga una media de 400 gramos diarios que luego le darán un beneficio de 70 dólares por gramo.

Parece el negocio redondo, pero no está exento de problemas. No sólo Bernard codicia este valorado mineral dorado. En el aire se respira el humo de los motores viejos que usan los mineros en Ghana para encontrar aquello más buscado en todo este país. Mientras algunos motores siguen funcionando, otros se reparan. Si aquellos fallan, el trabajo debe continuar.

Pero el estado de estos aparatos no es más que un ejemplo de las condiciones en que trabajan estas personas. "No es fácil trabajar aquí, quisiera encontrar otro empleo", comenta Ebenezer, uno de los trabajadores de la mina de Bernard.

Él, como otros tantos, comenzó en la minería de oro por necesidad. Tenía 16 años. Desde entonces, vive unas doce horas cada día bajo el sol abrasador de la selva ghanesa. Unas jornadas que se hacen interminables. Una sombrilla puesta en lo alto de un pequeño montículo de arena es su única sombra y el agua que ayuda a desplazar la gravilla de la tierra les sirve para refrescarse. Hay dos turnos de trabajo y no hay descanso. Se extrae oro las 24 horas del día y cobran un salario de 300 dólares al mes, que llega justo para cubrir los gastos de su vida diaria.

Así es la realidad de una de las minas legales cedidas a pequeños empresarios, pero que se hacen llamar "grandes empresas mineras" ghanesas. Cuentan con una sola excavadora y realizan, a pleno sol, el resto del trabajo a mano con ayuda de cuatro motores.

Pero no toda la minería está amparada bajo la ley en Ghana. Dentro de este negocio se encuentran hombres más mayores, pero también mujeres, que no son contratados por los "grandes empresarios ghaneses". Sin embargo, ellos también necesitan ganar algo de dinero y esta actividad a veces se convierte en la única opción. "Es lo que tenemos, en esta zona sólo se puede trabajar la minería", comenta Mary, sonriendo, cuando se le pregunta por las condiciones de trabajo. Sus compañeras asienten, pero ni ellas ni Mary dicen más; no se le permite hablar de lo que allí sucede.

La realidad de este sector es más dura, pues si los 300 dólares de sueldo de los mineros legales parecía poco, mucho menos es lo que consiguen estos trabajadores ilegales, que obtienen 50 veces menos de oro. Estos hombres y mujeres, muchas de ellas con niños cargados a las espaldas, se afanan en terrenos ya trabajados por los "grandes empresarios ghaneses", que son cedidos por estos a cambio de una paga o un porcentaje de lo que saquen.

Se trata de un trabajo más artesanal, donde no hay excavadoras, todo se realiza a mano y el número de trabajadores aumenta mientras que el oro conseguido no llega a 14 gramos al día.

Pero si algo comparten los mineros legales e ilegales es la selva. Llegar al corazón de la minería de oro en Ghana no es fácil. Para lograr dar con el lugar, es necesario atravesar mucha selva desde el pueblo más cercano. Una hora en coche, dos andando. Hay quienes deciden realizar ese camino cada día, otros prefieren dormir en el espesor de la selva. Así que no es de extrañar que a lo lejos de las minas se divisen casetas construidas, donde los niños, alejados de aquella realidad y del sol, juegan. Las mujeres transportan la tierra, que es recogida por los más jóvenes y la llevan al único motor que pueden permitirse, que la removerá para sacar el poco polvo de oro que esta esconda.

China también quiere el oro ghanés. Ghana, un país situado en África occidental, en el golfo de Guinea, y conocido por los colonizadores desde el siglo XV como la Costa del Oro, es el segundo exportador de este mineral en el continente africano. Sólo se encuentra por detrás de Sudáfrica.

A nivel mundial, está en el octavo puesto y se traduce en 100 toneladas de oro al año, según datos de 2011. Una cifra que, además, sigue creciendo por la demanda de este metal precioso y que supone para este país el 90% de las exportaciones minerales.

Fue en tiempos de los colonos –primero, portugueses; luego holandeses, y finalmente británicos– cuando a las costas de este país del continente africano llegarían en barcos miles de hombres dispuestos a explotar este territorio. En la actualidad, además, el brillo de este mineral ha atraído también a otros extranjeros.

China, que a finales del año 2014 se convirtió en primera potencia económica del mundo, según los datos publicados por el FMI, superando así a Estados Unidos, se ha convertido en los últimos años en el segundo inversor en el continente africano, con una inversión de unos 75 mil millones de dólares.

En la búsqueda de materias primas en África para soportar el crecimiento de su economía, el oro de Ghana no ha pasado desapercibido. Las empresas chinas han llegado al país prometiendo infraestructuras, entre ellas, las carreteras que facilitan el acceso a los lugares donde se encuentra esta materia prima. Una inversión que si bien en un primer momento podía verse con entusiasmo, con el paso del tiempo no ha sido tan bien recibida.

Todo este poder chino dentro de la zona ha creado fuertes grietas entre las empresas transnacionales chinas y la población, que se ve amenazada en su propio territorio. Los locales, ante la llegada de los extranjeros, se sienten apartados del beneficio que ofrece su propia tierra: las empresas chinas terminan contratando a sus compatriotas, cerrando así la posibilidad de que los ghaneses se favorezcan. Y, además, aquellos que consiguen trabajar en la empresa extranjera lo hacen en unas condiciones laborales mucho peores que las de sus compañeros de China.

Más allá de las empresas, el afán por encontrar oro hace que miles de chinos lleguen a Ghana en una búsqueda personal de este metal, incrementando así la minería ilegal en el país

Además, los líderes locales y policías son cómplices de lo que sucede, y no se hace nada para remediarlo. Es fruto de la corrupción que envuelve al país. Según el analista financiero Sydney Casely-Hayford, "la represión no detendrá la minería; no hay nada que hacer, ya que las autoridades buscan ese dinero y los chinos que trabajan en la zona quieren ese dinero y quieren el oro". Es preferible cobrar un “salario extra” que proteger una tierra con siglos de historia.

La abundancia de materias primas en África ha hecho que China tenga grandes intereses en este continente y, poco a poco, las constructoras del gigante asiático han encontrado un hueco para hacerse con el control de gran parte de los países de África. La búsqueda de esta materia prima por tantos actores ha dado lugar a que cada vez sea más complicado acceder al oro.

"Cada año es más difícil este trabajo", se lamenta Bernard. Y añade: "Cada vez tardamos más en preparar el terreno para la minería. Ahora tenemos que adentrarnos más en la selva y necesitamos una semana para preparar el terreno para el trabajo. Es tiempo perdido".

Y la minería ilegal también pone en jaque al medio ambiente: a día de hoy, tan sólo un 2% de los bosques de Ghana está exento de esta explotación. Una cifra espeluznante que muestra cómo esta actividad conlleva la devastación de miles de hectáreas de terreno por año, sin que existan políticas de plantación y repoblación, ni control por parte del Gobierno, que se ve incapaz de controlar esta labor, creciendo año tras año fuera del marco de la legalidad. Todo esto augura un negro futuro, sin que se encuentre una solución al respecto.

Asimismo, la degradación del suelo ha hecho que más de 50.000 personas se hayan visto obligadas a desplazarse y marcharse de sus casas, también por amenazas de los mineros ilegales, según el informe de la SADC (Comunidad Sudafricana para el Desarrollo).

Por otro lado, con el uso del cianuro y del mercurio, necesarios para la extracción y obtención del oro, está empobreciendo una tierra que es apta para el cultivo, provocando grandes desiertos dentro de la propia selva ghanesa y matando la posibilidad de que se reforeste de forma natural.

La realidad del oro en Ghana se sucede bajo el manto del Estado ghanés, que se ha visto superado por la cantidad de actividad minera ilegal. La problemática entre mineros locales y chinos sigue su curso, provocando discrepancias diplomáticas que se callarán bajo el silencio de la corrupción policial. Mientras, 50.000 personas desplazadas buscarán un lugar alejado de la práctica minera.

Bernard, Ebenezer, Mary y los demás trabajadores de las minas que recorren el territorio de Ghana seguirán su trabajo bajo ese sol que castiga con fuerza, mientras China mantiene su política económica en un continente denostado y maltratado por su pasado colonial. Un continente que, pese a los siglos de explotación, sigue siendo una de las tierras más ricas del planeta. Aunque, como ha ocurrido hasta ahora, esa riqueza se marchará lejos mientras África muere.

  • 1 de 13

    Mujeres y hombres trabajando en una mina ilegal de oro de Takoradi, en la selva ghanesa. Estos terrenos ya explotados se los ceden los grandes mineros a cambio de un porcentaje de sus ganancias.

    Javier Carbajal
  • 2 de 13

    Trabajadores remueven la tierra a mano para tratar de cavar más profundo y encontrar el preciado tesoro.

    Javier Carbajal
  • 3 de 13

    Parte del proceso de la búsqueda. Aquí los trabajadores mezclan con agua para quitar todas las imperfecciones de la propia tierra.

    Javier Carbajal
  • 4 de 13

    Bernard, el dueño de esta mina, examina la calidad de la tierra.

    Javier Carbajal
  • 5 de 13

    Señalando parte de los miligramos que extraen de oro de la tierra.

    Javier Carbajal
  • 6 de 13

    Hay minas con maquinarias pesadas donde el movimiento de tierra y deforestación es mayor.

    Javier Carbajal
  • 7 de 13

    Los trabajadores además de extraer el oro deben tener conocimientos de mecánica ya que en este tipo de trabajos los motores dan fallos continuamente por el sobresfuerzo.

    Javier Carbajal
  • 8 de 13

    Un momento del descanso.

    Javier Carbajal
  • 9 de 13

    Un trabajador limpiándose.

    Javier Carbajal
  • 10 de 13

    El agua es un bien importantísimo en el proceso de la extracción de oro. Los motores que extraen el agua son capaces de mover cientos de litros por segundo.

    Javier Carbajal
  • 11 de 13

    Las mujeres que trabajan en la mina llevan a sus hijos a estos lugares, ya que no tienen un lugar seguro donde dejarlos.

    Javier Carbajal
  • 12 de 13

    Las jornadas de trabajo son interminables y las condiciones son infrahumanas.

    Javier Carbajal
  • 13 de 13

    La deforestación provocada por este tipo de minería es uno de los mayores problemas causados.

    Javier Carbajal
Javier Carbajal Ghana