Pero Tavakkoli es una de las mujeres que se planta contra el régimen. Desde España, denuncia los acosos que están sufriendo ella y sus compatriotas en sus propias carnes. A pesar de estar lejos de la violencia, continúa siendo víctima de los abusos de las autoridades iraníes. 

Tavakkoli pensaba que alejarse de la tortura acabaría con la situación, pero lejos de eso, recibe videollamadas todos los días de varios hombres, que con el cuchillo en el cuello y gritando, amenazan con hacerle daño a ella o a su familia, obligándole a no contar nada de lo que está sucediendo.

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El chantaje no se limita a este tipo de episodios, sino que va más allá. La joven denuncia que han intentado jaquear constantemente sus cuentas de redes sociales. Y cuando acude a la policía, le inunda el mismo temor que sentía en su país.

Una represión sin fin

Centenares de mujeres siguen manifestándose en plazas y avenidas del país oriental, en rechazo a las extrañas circunstancias de la muerte de Mahsa Amini. Y (casi) todas están viviendo un destino muy parecido: "[Las mujeres iraníes] terminan arrestadas, violadas o muertas", cuenta Tavakkoli.

Además de las mujeres y niñas, otro de los sectores reprimidos es el de los activistas por los derechos humanos, que también se echan a las calles en protesta por las condiciones que se viven en el país. Los niños, adolescentes y universitarios, al igual que las manifestantes, son víctima de abusos por parte del régimen iraní: "Incluso algunos ya no pueden contarlo porque han muerto o están en coma", explica.

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Actualmente, los tribunales iraníes tiene abiertos varios procesos de condena contra algunos de los participantes en las protestas. En 2022, se ordenó la ejecución de dos hombres, Mohsen Shekari y Majidreza Rahanvard.

Aunque no existe un recuento claro y certero de las personas que han sido ejecutadas desde que empezaron las protestas en septiembre del año pasado, organizaciones de los derechos humanos y periodistas han podido arrojar algunas cifras basándose en las muertes oficiales e imágenes y testimonios –hablados o escritos– de los manifestantes y sus familias. 

La infografista y artista visual, Federica Fargapane, ilustra periódicamente la crudeza de estos datos en su cuenta de Instagram. 

Más de 3.000 personas

Tavakkoli asegura que, actualmente, en Irán "hay más de 3.000 personas que se han quedado ciegas por disparos en los ojos, obra de los del régimen". Los abusos se complementan, dice, con los fármacos que se administran a los jóvenes a la fuerza. "Los alumnos en las escuelas están siendo drogados", denuncia Tavakkoli. Y añade: "Les fuerzan a tragarse pastillas con las que se olvidan de todo y despiertan secuestrados, violados o con heridas". 

Alejada de estas situaciones, en España, tampoco se siente segura. "Salimos a denunciar a las calles y nos toman fotos, temo que sea para enviárselas a los del régimen en Irán", explica Tavakkoli con temor.

Son pocas las historias que esta activista nos puede describir. Indignada, explica cómo los medios no dan voz a situaciones como la de una niña que está ahora en coma al haber sido golpeada por la policía en Irán.

Tan grave es la situación que, según cuenta, incluso a las niñas las "secuestran, matan, despiezan y venden sus huesos". Como si de una película se tratase, esta historia, asegura, es una realidad.

Tavakkoli insiste en que son muchos los activistas que actúan, pero "como matan a todos los que hablan, al final el mensaje nunca llega". Y recalca: "Los límites se están excediendo y nadie hace nada".

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La activista concluye: "No hay ley, no hay justicia, por lo que puedes ser secuestrado muchas veces", denuncia la activista, a la par que comenta que si, además, eres mujer, podrías acabar en la cárcel, violada y muerta".