Jesús, en el salón de su casa con su perra Kira.

Jesús, en el salón de su casa con su perra Kira. Manuel Moreno

Sucesos

Jesús, más de dos años postrado tras un misterioso accidente con un autobús en Toledo: "Espero que se haga justicia"

La Policía Local identificó el vehículo y al presunto autor del atropello, pero el juez instructor ha dado carpetazo dos veces al asunto, ahora recurrido.

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Manuel Moreno
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En el salón del piso de Jesús Saldaña, en la ciudad de Toledo, hay una cama grande, de matrimonio, y una silla de madera que hace las veces de mesita de noche, con una lámpara encima. Él está en pijama, tumbado y arropado. Aquí ve pasar la vida mientras se entretiene con sus cuatro perros y dos gatos, porque los dormitorios son más pequeños y prefiere no estar agobiado. Tiene encendida la televisión y abierta la ventana del balcón, que le permite ver la calle, aunque la pisa muy poco. Va de la cama a la silla de ruedas, y necesita dos personas para que lo bajen a pulso por las escaleras desde la primera planta donde vive hasta el vestíbulo del edificio.

"La vida me ha cambiado completamente. Era un culo inquieto y ahora no puedo hacer absolutamente nada. Ni hacer de vientre en el servicio. Por eso tengo que llevar pañales", se lamenta este hombre de 55 años. Y se tiene que conformar a veces con dar paseos muy cortos con un andador.

Jesús es peso pluma. Ha perdido más de 20 kilos desde que un gravísimo accidente de tráfico, sucedido hace dos años y cinco meses, lo dejó hecho un guiñapo: rotura de tibia, peroné, los dos fémures y la pelvis desgarrada completamente, además del brazo izquierdo en forma de L.

"Necesito que me quiten los dolores"

"Yo tenía en este brazo una prótesis a raíz del accidente, pero me tuvieron que operar de urgencia por un pinzamiento en el intestino y no me encontraban vena por ningún lado. Entonces optaron por quitarme la prótesis para buscar una vena para una vía. Ahora estoy pendiente de otra operación para ponerme una nueva", explica incorporado sobre un almohadón. "El brazo está perdido, solo muevo la mano, pero necesito que me quiten los dolores". Come con el brazo derecho, donde tuvo únicamente abrasiones, y te lo cuenta mientras te habla de su pie derecho mientras se quita el calcetín para mostrarte cómo lo tiene de desgarrado.

Un hermano lo ayuda en todo y una mujer que va a su casa lo asea a diario en la cama. Porque Jesús no puede meterse en la ducha, sus piernas no lo sostienen, están débiles de no hacer ejercicio, aunque está yendo a rehabilitación. Su madre, Esperanza, lo escucha desde una silla. "Tiene que estar prácticamente como una esclava", dice su hijo. Ella, de 79 años, asiente: "No salgo para nada. Voy del supermercado a casa y ya está".

Recientemente han recibido la carta en la que deniegan a Jesús revisar su grado de incapacidad permanente, actualmente en el 85 %. Mientras Jesús muestra la resolución, cuenta que cobra 744 euros de pensión. "Doblaría el dinero si me dieran la gran invalidez, y mi idea es irme a una residencia", responde antes de recordar el accidente, ocurrido el 12 de enero de 2023.

Un extraño accidente

Aquel segundo jueves del año iba a comenzar a trabajar en su nuevo empleo, media jornada, en un bar al lado de su casa. Era camarero, pero no llegó a su destino. Volvía de Argés, se le había averiado la moto el día antes y subió a un autobús de la línea que comunica este pueblo con la ciudad de Toledo, separadas por un puñado de kilómetros. Eran las seis y media de la madrugada, aunque había estado a punto de bajarse por una pequeña discusión con el conductor. Subía por segunda vez a un autobús de esta línea y quería saber si paraba cerca del hospital universitario para pasar por casa y ducharse antes de ir a trabajar. "Me contestó de mala manera, pero no bajé", se lamenta.

Tardó poco en llegar a la capital de Castilla-La Mancha, sobre las 6:50 horas. En un paso de peatones próximo a la puerta de Bisagra, al inicio de la bajada de la calle Carrera, el autobús se detuvo y, aunque no hay parada, el conductor abrió las puertas para que una chica bajase. Jesús aprovechó y siguió la estela de la mujer. Las puertas, sin embargo, se cerraron cuando él ya estaba saliendo; le aprisionaron el pie, cayó al suelo en la calle y el vehículo lo arrastró varios metros. Jesús lo explica con una fotografía "en la que se ve una mancha de sangre mía".

Paso de peatones donde ocurrió el atropello.

Paso de peatones donde ocurrió el atropello. Manuel Moreno

El autobús se perdió calle abajo y un conductor de un camión de butano socorrió al herido y llamó a la Policía local. "Se jugó la vida para que no me pasaran por encima, pero no me acuerdo de su nombre". Luego llegaron policías y una ambulancia, y fue trasladado al hospital universitario, donde pasó seis meses de manera intermitente por los cuatro ingresos que tuvo.

Minutos después del accidente, la Policía local detuvo el autobús que Jesús les había señalado como sospechoso. El conductor, sin embargo, negó que parara en el lugar del atropello y que abriera las puertas para que bajaran pasajeros.

La Policía Local de Toledo no se conformó y su Unidad de Atestados realizó un trabajo "espectacular", según Jesús y su abogado, Francisco Parres, para aclarar las circunstancias de este siniestro vial. La investigación, recogida en un informe policial de 151 hojas y con abundante prueba fotográfica, logró la identificación del vehículo y de su conductor. Era el mismo con el que habían hablado nada más ocurrir el accidente.

Dos carpetazos

Pero el juez instructor ha dado carpetazo al caso dos veces. En la primera ocasión, no practicó ninguna prueba, ni siquiera el interrogatorio a Jesús, explica el letrado. Recurrió y entonces se tomó declaración a la víctima y al conductor del autobús, que se acogió a su derecho a no hablar. También hubo otras testificales e interrogatorios a los policías municipales, "especialmente de forma exhaustiva al instructor del atestado", puntualiza Parres. Pero el caso fue archivado de nuevo a pesar del informe policial, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL - EL DIGITAL CLM.

"El instructor dice textualmente que no se ha acreditado cómo se produce el accidente ni en qué contexto para considerar que nos encontramos ante una imprudencia grave", reproduce Parres. El juez también tiene dudas de que Jesús viajara dentro del autobús, pues ninguno de los viajeros lo reconoció. Por eso Parres sostiene que "se omite toda la investigación de los policías locales, que sí acreditan tanto la presencia de mi cliente en el autobús como que fue el que conducía el investigado el que atropelló a Jesús y que no se detuvo a auxiliar a la víctima".

La huella del neumático del autobús coincide exactamente con la marca hallada en el plumas de Jesús, según la Policía Local.

La huella del neumático del autobús "coincide exactamente" con la marca hallada en el plumas de Jesús, según la Policía Local.

Para el abogado, hay hasta nueve indicios en el informe policial que muestran la presunta participación del conductor del autobús. Su presencia en el lugar y a la hora de los hechos "está acreditada mediante una grabación de vídeo", recalca Parres, así como que realizó una parada no autorizada en el paso de peatones donde Jesús fue atropellado. Con todo, el último indicio que señala el abogado puede despejar cualquier duda: "En el plumas que llevaba Jesús, hay huellas de neumáticos de un vehículo. Una vez analizadas, resultaron ser el neumático trasero derecho del autobús" del conductor investigado, "coinciden exactamente con las huellas impresas en el plumas".

Recurso

Ahora el caso está recurrido ante la Audiencia Provincial de Toledo con el apoyo de la fiscal Silvia Casasús. Ella manifiesta en su escrito que el amplio y detallado informe policial se realizó de una "manera rigurosa". Añade que "fundamenta sus conclusiones de manera técnica, en base a datos objetivos y a los conocimientos de los agentes instructores", que de forma imparcial "interpretan todos los indicios y pruebas recabadas para dar una explicación lógica". Casasús recalca que las declaraciones testificales recogidas durante la instrucción no alcanzan un "nivel de precisión, contundencia y firmeza suficientes para desautorizar el informe técnico".

Jesús aguarda desde la cama a que "se haga justicia". "Me han dicho que el conductor sigue trabajando y sigue parando de forma ilegal donde no tiene que parar", denuncia acompañado de su perra Kira, una yorkshire terrier vivaracha que no deja de vigilarlo. "Cuando ingresé en el hospital, estuvo dos semanas sin moverse de la puerta de mi dormitorio", recuerda su dueño, que está esperando la operación en su brazo izquierdo, la última de este calvario.