Cecina de caza con fragmentos de plomo.

Cecina de caza con fragmentos de plomo. Rafael Mateo

Salud / Nutrición

Alerta científica desde Castilla-La Mancha sobre la carne de caza: puede incluir fragmentos de plomo peligrosos

Desde el IREC piden a Europa que limite con urgencia la presencia de este metal en este tipo de productos cárnicos.

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La carne de caza puede contener niveles peligrosos de plomo, pero actualmente no existe ninguna normativa europea que limite su presencia en estos productos. Así lo advierte el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), con sede en Ciudad Real.

Este centro mixto del CSIC, del que forman parte la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) y la Junta de Comunidades, reclama a la Unión Europea en una publicación científica divulgada en la revista Ambio una regulación urgente que fije niveles máximos de plomo en este tipo de carne. Algo que ya ocurre con otras como las de ganado vacuno, ovino o avícola.

Los investigadores del IREC recuerdan que el plomo es un metal altamente tóxico para el que no se conoce ninguna función biológica, por lo que su uso ha sido restringido en ámbitos como los combustibles, las pinturas o las tuberías de agua potable. Unas medidas que han permitido reducir su presencia en sangre en la población general.

Grupos de riesgo

Sin embargo, lamentan que la munición de plomo que se emplea en la actividad cinegética continúa siendo una fuente significativa de exposición a través de la alimentación, especialmente entre quienes consumen carne de caza con frecuencia.

El problema, aseguran los expertos, es especialmente preocupante en determinados grupos de población: "No existe un nivel seguro de plomo en la sangre para los niños, y las consecuencias en el desarrollo cognitivo pueden ser irreversibles. Por otro lado, las mujeres embarazadas y las que intentan concebir también son grupos de alto riesgo, ya que el plomo atraviesa la barrera placentaria y además puede movilizarse del hueso de la madre al feto en desarrollo".

Fragmentos diminutos

Los estudios realizados han detectado la presencia de numerosos fragmentos diminutos de plomo —de apenas unas micras— dispersos por toda la carne de caza analizada, incluso cuando se retiran las partes visiblemente afectadas por el disparo.

Y estas partículas pueden disolverse fácilmente en el sistema digestivo. Según datos recogidos en la publicación, más de la mitad de las muestras europeas de carne de caza examinadas superaban los límites legales de plomo fijados para otras carnes con niveles hasta 25 veces superiores en promedio.

Pese a ello, actualmente no se han establecido límites máximos legales para el plomo en la carne de caza. Durante años se consideró que su consumo era residual, pero hoy millones de personas en Europa —especialmente en familias vinculadas al mundo cinegético— la incorporan regularmente a su dieta.

Efectos medioambientales

Además del impacto sobre la salud humana, los investigadores del IREC ponen el foco en los negativos efectos medioambientales del plomo. "Cuando se disparan los perdigones que se usan en caza menor, muchos se pierden y se esparcen por los espacios naturales donde se usan, de modo que las aves acuáticas y terrestres pueden ingerirlos confundiéndolos con alimento o gravilla", alertan.

Y añaden que "las balas que se usan en caza mayor, aunque suelen impactar en el animal, dejan fragmentos en su carne". Así, "los animales heridos o los restos de caza pueden incluir fragmentos de plomo que son ingeridos por aves rapaces y carroñeras".

Pese a que la Comisión Europea ha planteado ya un borrador de regulación para restringir la munición de plomo, los expertos consideran que ese paso debe ir acompañado de la fijación de niveles máximos de plomo en carne de caza.

"¿Por qué ambos?", se preguntan. Respondiendo que Europa "importa mucha carne de caza de países donde no hay restricciones de plomo" y que "establecer límites máximos ayudaría a proteger a los consumidores de carne importada y a monitorizar el cumplimiento de las regulaciones una vez implementadas".