Pinturas encontradas en la restauración.

Pinturas encontradas en la restauración.

Toledo

Un pueblo de Toledo se moviliza para restaurar un molino "maldito" con más de 500 años

El inmueble está rodeado de leyendas populares ligadas a la mitología vasca y su restauración ha sufrido "muchos varapalos" desde que se inició.

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Al molino hidráulico de Pingazorras, en la Puebla de Almoradiel (Toledo), le ha acompañado la "mala suerte" desde que se inició su rehabilitación en 2016. Una edificación "maldita", datada en 1508, ligada a símbolos mitológicos y a leyendas macabras para cuya restauración se ha impulsado ahora una recogida de fondos por parte de la Asociación de Comerciantes del municipio.

El Ayuntamiento de La Puebla de Almoradiel inició en 2015 el proceso para adquirir y restaurar este molino hidráulico ubicado junto al río Gigüela al entender su alcalde, Alberto Tostado, que sería un buen reclamo turístico y para sumarlo a la 'Ruta de los molinos' que se realiza en la Comarca.

Este molino está rodeado de leyendas mitológicas y místicas y contiene grabados en sus paredes que han sido objeto de estudio por la Universidad de Castilla-La Mancha.

Estas creencias populares y las complicaciones que han acompañado a su rehabilitación han llevado a los vecinos a apodarlo como "maldito".

Leyendas

La leyenda popular cuenta que el molinero de Pingazorras fue asesinado por unos ladrones que buscaban un supuesto tesoro escondido junto al molino y que aún su espíritu le protege de quienes les dieron muerte.

Se cree, también, que el tesoro es inexpugnable al estar rodeado por peligrosas trampas, como pozos profundos, muros que se derrumban y otros obstáculos diseñados para mantener alejados a los buscadores de tesoros.

Además de las trampas, se dice que espíritus o seres sobrenaturales vigilan el tesoro y ahuyentan a cualquiera que intente encontrarlo.

Exterior del molino.

Exterior del molino.

Estudios UCLM

Leyenda o realidad, lo cierto es que su restauración sacó a la luz los grafitis murarios más importantes de Castilla-La Mancha, que han sido documentados y estudiados por el grupo de investigación Arqueología y Patrimonio de la UCLM.

La investigación del grupo de expertos en 2019, liderada por el profesor Jorge Onrubia Pintado como investigador principal, sacó a la luz dibujos en las paredes entre los que destacaba la presencia de "varias cruces de brazos curvilíneos, muy populares en regiones del norte de España como el País Vasco".

Los estudios también permitieron extraer grabados de 'lauburus' y motivos como cruces del calvario bajo templete, rosetas, hexapétalas, flores de vía y figuras humanas, así como representaciones numerales y de animales.

Grabado con lauburus.

Grabado con lauburus.

Restauración "maldita"

El alcalde de La Puebla de Almoradiel, Alberto Tostado, ha asegurado a EL ESPAÑOL-EL DIGITAL CLM que la restauración del molino "ha sufrido muchos varapalos desde que se inició".

Así, ha explicado que en 2015 el Ayuntamiento compró el inmueble por 3.000 euros, pero dos días antes de firmar las escrituras, falleció el propietario.

Tras lograr superar el trámite notarial y tres días después de su compra, el molino se quemó y perdió su maquinaria original. Esto causó que el edificio ya no pudiera ostentar su título de BIC, pues "quedó totalmente destrozado", por lo que no pudo optar a la subvención asociada al Bien de Interés Cultural.

Iniciados los primeros trabajos de restauración con una subvención de la Diputación de Toledo de 50.000 euros, a cargo del arquitecto Sergio Reyes Salazar, la empresa constructora "nos dejó tirados" y no pudo finalizarse la actuación, "que se quedó a medias".

La mala suerte continuó cebándose con el molino porque la borrasca 'Filomena' destrozó gran parte de la rehabilitación que se había llevado a cabo.

"Hemos tenido tantos problemas con el molino que siempre decimos que está maldito", ha lamentado Tostado que, ha indicado que ya, "por lo menos", se ha podido arreglar el tejado, limpiado el interior y subido los tabiques.

Según ha indicado, aún queda actuar en la parte exterior que conlleva, además, la limpieza del cauce del río Gigüela. Para ello, ha señalado el regidor municipal, harían falta, al menos, otros 150.000 euros, "pero no podemos costearlo".

Grabado antiguo.

Grabado antiguo.

Recogida de fondos

Por ello, la Asociación de Comerciantes de La Puebla de Almoradiel, compuesta por 35 negocios, ha impulsado una recogida de fondos entre los vecinos y visitantes de la comarca.

El director de la agrupación, Álvaro Muñoz, ha explicado a este diario que han denominado a la iniciativa 'Gran escaparate'. Consiste en la rifa de una cesta el día de Navidad que está compuesta por elementos como una hidrolimpiadora, una bici, jamones, aceite de oliva, conservas de calidad e incluso una televisión.

La cesta está valorada en 12.000 euros y para participar en su rifa es necesario hacer una compra de 5 euros en los negocios locales. De estos 5 euros, 50 céntimos se destinan a la restauración del Molino.

"Está dando un excelente resultado", ha indicado, ya que desde el 20 de junio que se inició la campaña se han vendido más de 300 papeletas.

"La gente está encantada y quieren comprar", porque "para los vecinos del pueblo estas son sus raíces" y tener el molino restaurado es "como tener nuestro pequeño tesoro".

Muñoz confía en recaudar alrededor de 2.500 euros con la venta de 5.000 papeletas y recuperar este elemento, que ha asegurado "es parte de la identidad de este pueblo". A esta campaña, ha indicado, seguirán otras que confía tendrán el mismo buen resultado.

Historia

Pingazorras tiene un "origen incierto", según se recoge en el cuadernillo editado por la Puebla de Almoradiel para conmemorar el Día Mundial del Medio Ambiente de 2025.

Se cree que proviene de un molino llamado 'del Cerro', ubicado entre el Zurrón y el Botifuera, y que en 1508 producía 10 fanegas de trigo.

En las relaciones topográficas de Felipe II, en 1574, se le llamó molino de la Orden y consta su pertenencia a los herederos de Gregorio Gómez, un vecino de Villanueva de Alcardete.

No hay constancia del molino en 1753 en el Catastro del Marqués de la Ensenada, algo que podría contradecir a priori la inscripción que aparece en la entrada del molino, reconstruido en 1728.

La grafía parece ser 1798, coincidiendo así con los tiempos y con mapas posteriores. Su nombre original, Pingazorras, hace referencia al verbo "pingar" (colgar), pues en zonas de huertas era costumbre colgar alimañas para ahuyentar a posibles visitantes.