Línea de seguridad de la Guardia Civil.

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Región REPORTAJE

La historia de Pedro, guardia civil al que salvó su mujer: "Intenté suicidarme porque no aguantaba más la presión"

Este superviviente ha dejado el puesto de la Benemérita en un pueblo de Toledo por el control que él y sus compañeros han soportado de un oficial.

Más información: Un sargento de 43 años, último suicidio en la Guardia Civil: análisis de una "lacra" que se ha llevado a 480 agentes

Manuel Moreno
Publicada

"Yo estuve a punto y, sinceramente, no merece la pena. La vida es muy bonita y hay que vivirla lo mejor que se pueda". El mensaje es un wasap de un guardia civil seis minutos después de leer, en EL ESPAÑOL - EL DIGITAL CLM, el reportaje sobre la muerte por suicidio de un compañero de 43 años en Cuenca el pasado 20 de agosto. Doce días después, el 1 de septiembre, tres policías nacionales se quitaban la vida en Madrid, Jaén y Las Palmas de Gran Canaria.

El agente que ahora cuenta su historia, todavía en activo, quiere permanecer en el anonimato. Por eso lo llamaremos Pedro. Su relato se publica coincidiendo este miércoles con el Día Mundial para la Prevención del Suicidio.

Es una fecha señalada en rojo en el calendario para aumentar la conciencia de un problema de salud pública que afecta a millones de personas en todo el mundo. También a los agentes de los cuerpos y fuerzas de seguridad en España.

Pedro ha trabajado hasta hace unos días en el puesto de un pueblo de la provincia de Toledo de donde se ha marchado porque, asegura, no aguantaba más. "A mí me gusta la disciplina, pero hay muchas cosas que no caben en ella. Y la lealtad hay que guardarla tanto hacia arriba como hacia abajo", reflexiona.

Ni él soportaba ese atosigamiento ni la mayoría de sus compañeros, mujeres también, que igualmente se han ido yendo: "De nueve, seis nos hemos marchado". Pero a Pedro esa opresión "injusta" pudo costarle la vida porque él mismo intentó quitársela.

Un control "absoluto"

Picoleto hasta la médula, se acuerda perfectamente del día que cruzó por primera vez la puerta de la Academia de Guardias y Cabos de la Guardia Civil, en Baeza (Jaén). Fue el 27 de agosto de 2007: "Entré porque me gusta ayudar a la gente. Nuestro trabajo no es denunciar, sino la prevención de la delincuencia y ayudar".

Tras su formación, que lo llevó también a Córdoba, su primer y único destino fue el puesto de donde acaba de irse. "Todo transcurrió muy bien, funcionando". Pero en 2022 aterrizó un oficial en su zona que a Pedro y a varios compañeros les hizo la vida imposible. "Tanto que, vestido de paisano, llegó a seguirnos para ver si cumplíamos mientras trabajábamos". El control "era absoluto, hasta de nuestra vida privada".

Pedro confiesa que entró en bucle cuando su superior intentó definitivamente crujirlo: "Me sentía muy mal y pensé que lo que él quería era echarme de la Guardia Civil". Llegaron meses de zozobra mental, "con una depresión grandísima", pero no cogió la baja laboral. Así se lo explicó a un alto mando de la Comandancia de Toledo: "No lo hago porque no quiera ni porque no pueda; no pido la baja porque lo que está diciendo este hombre es mentira".

900 200 062Teléfono de atención psicológica para personal de la Guardia Civil

024, línea de atención a la conducta suicida

717 003 717, Teléfono de la Esperanza

La muerte de su madre también afectó a Pedro, que siguió aguantando la presión de su superior, pensó en matarlo y un día entró de nuevo en barrena: "Hasta aquí hemos llegado". Intentó suicidarse en su casa y por fortuna apareció en el pasillo su mujer, que se estaba recuperando de una operación muy reciente. "Fue la que me sujetó".

Pedro repite las palabras de su esposa, quien le rogó que lo dejara. "Por favor, cariño, no lo hagas, mira a tus hijas, piensa en nosotras", le suplicó varias veces. "Eso fue lo que me paró", lo que provocó en Pedro el punto de inflexión que le hizo recapacitar y desistir.

Sus hijas

Un amigo le recomendó ir a un psicólogo y le hizo caso. No olvida qué expresión le marcó estando en la consulta: "La psicóloga me dijo que, si yo hubiera hecho esa locura, mis hijas habrían pensando que nunca las quise". Pedro se puso a llorar entonces, y todavía le tiembla la voz cuando lo rememora.

"Cada vez que me acuerdo de esa frase... que mis hijas pensasen que su padre no las habría querido al quitarme yo de en medio... Eso me llegó al fondo". Era el verano de 2023, el año en el que se registraron 10 suicidios en la Guardia Civil por seis de la Policía Nacional.

El instituto armado abrió un protocolo de acoso y el expediente se cerró con una conclusión: "Había desavenencias laborales y se iban a estudiar medidas, pero al final no se tomó ninguna". Era, en resumen, el epílogo del oficio que recibió de la Comandancia de Toledo y que Pedro rompió.

Con todo, superó el bache, tiró para adelante y recibió el apoyo de guardias que se enteraron de lo que le había ocurrido. Pero tuvo que seguir aguantando, recuerda, la fijación de su superior con él y con varios de sus compañeros del puesto. En su caso, hasta hace unos días. Porque el mando que "me hizo la vida imposible" sigue en el mismo puesto.

"Por desgracia, he tenido que irme, al igual que el 85 por ciento de mis compañeros, dejándome muchas cosas que quiero en el puesto y en ese pueblo", se lamenta Pedro, quien exterioriza una reflexión final: "La enfermedad mental es lo peor que puede haber. De un granito de arena haces una montaña, pero a ver cómo destruyes esa montaña que has construido tú".

Y volvemos al reportaje sobre la muerte de su compañero en Cuenca: "Pienso que esa información la habían podido dar por mí". Por eso este superviviente grita que hay que pedir ayuda.