¿Está Paco Núñez espantado? Que nadie se asuste en el núcleo duro del PP de Castilla-La Mancha: la pregunta es retórica. Doy por hecho que el desconcierto es general en todas las sedes del Partido Popular. Vas ganando el partido por 2-0, camino del tercero y con toda la posesión del balón, y de pronto, en un tris, se te cruza una pájara, te empatan el encuentro, lo pones todo embarrado y el miedo de la derrota se te mete entero dentro. ¡Glups!

El golazo en propia puerta de Alberto Núñez Feijóo, que de cuando en vez tiende a dar estas enormes alegrías a la izquierda, pega un volantazo a la campaña gallega y le regala a Pedro Sánchez una joya inesperada que va a ser la estrella de toda la semana hasta las urnas del domingo. Melancolía de lluvia tras los cristales. Ferraz y la Moncloa han visto un moribundo desde el cielo y van a rapiñar todo lo que puedan, volando en círculos perfectos y a toda velocidad. Ñam, ñam.

La lió el PP en las generales de julio con una segunda semana errática de campaña electoral que echó a Feijóo de la Moncloa y el guion se ha calcado ahora en Galicia con un patinazo de escándalo a una semana vista. Sal tú ahora a desmentir, que ya verás qué risa: se junta el hambre con las ganas de comer, o sea, el complejito de existir con una política de comunicación sospechosa de haber sido diseñada en el sanchismo. Alguien se confundió de argumentario y se estudió el de la otra acera para soltarlo todo en un off the record que terminó siendo glorioso.

Así las cosas, las filas del PP en toda España han entrado en alucinación y no saben qué está pasando. Van encontrándose cocones por las esquinas y gente llorando de la pena. Tienes al contendiente acorralado y de pronto le perdonas, le regalas un Ferrari y le pones gasolina. Este lunes por la mañana uno se acuerda de Feijóo y piensa en el tercer hombre: el Prater se te viene solo a la cabeza, aunque sin el glamour de aquel perfume vienés tan inquietante. Ya sé que exagero, pero esto es como un chiste surrealista sin la magia maravillosa e hilarante del gran Chiquito de la Calzada, que hizo cumbre.

"Voy a ser claro y contundente", empezó la cosa el líder del PP y a partir de ahí la verbena sólo podía ir hacia abajo. No puedo dejar de imaginarme al bueno de Paco Núñez, en sus intensas posesiones toledanas, en estado de shock esta mañana. Hasta el amigo Emiliano García-Page, que probablemente no quería este regalazo de Feijóo ni oxígeno gallego para Sánchez, ha tenido que salir y echarse unas risas. Tenga usted coleguitas para esto. Luego ha salido el propio Núñez a llevarle al presidente socialista la contraria, pero a esas horas ya estaba churrascadita toda la tostada y el incendio amenazando el edificio. Diluviando en España, la oposición anestesiada y todo el mundo con la boca abierta. A perro flaco.