Manuel Juliá.

Manuel Juliá.

La tribuna

La montaña rusa del capitalismo

5 julio, 2022 07:40

Llevamos la palabra crisis clavada en el pecho. El crecimiento y la crisis son la sístole y la diástole con la que el capitalismo nos llena de sombras o de burbujas de oro. El estómago del capitalismo es de hierro, se traga todo, y el corazón un órgano locuelo que por cualquier causa entra en taquicardia. Galbraith escribió que la causa de esta locura es la euforia financiera. Así fue en una de las primeras crisis, la "tulipomanía" (un ansia de compra de tulipanes holandesa en oriente) y en el "crash" del 29 donde el sector inmobiliario se asustó por el miedo a un tifón, y se desbocó la bolsa de NY por el abismo más grande conocido. Aquello trajo, nada más y nada menos, que la Segunda Guerra Mundial al tener Hitler la opción de promesas populistas que engatusaron a las masas y las llevaron por el infierno de la guerra.

Hoy día es más complejo por el maridaje entre el capitalismo virtual y la especulación, que poco necesitan (materias primas, errores políticos, como de Bush en Japón confundiendo "deflación" con "devaluación", que produjo una masiva venta de yenes, o las manchas solares (D. Cas - K. Shell), o sea, influencias aleatorias que nada tiene que ver con la economía). Cualquier cosa vale para generar el miedo a una tormenta y que se alejen de ella los que siempre sacan rentabilidad. Pero para nosotros, la clase media, la gente pobre, las crisis económicas son monstruos que nos devoran los sueños y alientan la desesperación y la angustia, porque si para unos la especulación y la vorágine monetaria es su hábitat, para casi todos la serenidad de una vida sin sobresaltos es una necesidad.

Si miro hacia atrás y relaciono mi vida con estas crisis percibo que han entorpecido mi camino. Por edad soy hijo de la crisis del 73, causada por la hiper inflación del petróleo. Coincidió con el final de mi carrera. España llegó a los cinco millones de parados. A pesar de trabajar en varios periódicos, y en ellos veía mi futuro, tuve que emigrar. La del 92-95, que obligó a devaluar la peseta y creó burbuja inmobiliaria hizo que vendiera mi piso por un 60% de su valor y el que se estaba construyendo subió un 100%.

Imagino que cada uno reconocerá qué crisis han matado sus deseos o los han arruinado. Afectan a todos, pero más a los que viven de sectores afectados, tienen mucha deuda o pierden el puesto de trabajo. En la de 2008, y la actual inflacionista, estoy protegido, pero pienso en todos aquellos que ya veían el salir el sol y han vuelto a ver la oscuridad. Es el sistema, que viaja por terribles montañas rusas y necesita el dolor de muchos para que algunos ganen mucho dinero. Para mí la solución es la conocida: libertad de mercado, regulación (policía anticrisis) y Estado del Bienestar. Este tríptico es lo que mejor ha funcionado en la historia. Pero los insaciables de siempre quieren acabar con él. Luchemos porque no lo consigan.

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