Febrero anda metido en efemérides y hoy lunes celebramos los cuarenta años de radio en Alcázar de San Juan. El otro día en Venta de Aires, nos emocionamos y aplaudimos la mayoría de edad de El Español El Digital de Castilla-La Mancha, que tan buenos momentos ha dado y más que seguirá haciéndolo. Esta mañana, permítanme que mire a mi negociado y les cuente la alegría y el orgullo de una emisora como la de Alcázar de San Juan, que una fría mañana del 5 de febrero de 1984 echaba a andar con el nombre de Radio Luz. Años más tarde, pasaría por Rato para acabar en Onda Cero y hasta nuestros días alcanza, llena de vigor, juventud y entusiasmo. La radio está más viva que nunca en este su centenario y una prueba de ello es la fuerza y credibilidad que todos los estudios demoscópicos le otorgan como generadora de opinión e información entre la sociedad española. No comience usted el día sin lo que cuenta Alsina en su monólogo, que no sabrá por dónde va el tiro ni la agenda de la mañana.

La radio local es un milagro herciano que sobrevive por la magnitud de la excelencia en el medio. La credibilidad y cercanía son tan arrolladoras que el oyente es seducido por lo próximo y su entorno. Tanto interesa saber el último revés de la amnistía como el acerado de mi calle y lo que el alcalde cuenta. Ahí es donde hemos dado, humildemente, con la clave del éxito las cadenas que seguimos apostando por lo local y lo regional como esencia del gran medio que es la radio. Y ahí están sus profesionales, que escriben cada mañana las más bellas líneas de su comarca para ampliar los horizontes de la llanura.

En el caso de la Mancha, Radio Luz, Onda Cero Alcázar, han supuesto un paso, una cadencia, un reloj acertadísimo y ajustadísimo a la verdad de los hechos. Es la referencia de la comarca, la verdadera luz –como su nombre primitivo- de los anchurones cósmicos que se despliegan hasta el infinito. La voz de Marcos Galván surca las viñas y olivares y llega a cada casa, móvil o coche con una fuerza descomunal. Es uno de los grandes de la radio que he conocido y sigue con la misma ilusión que el chaval que comenzó en Canfali hace varias décadas.

Pero la radio no sólo la hacen quienes van en lo alto de la carroza, sino quienes tiran de ella. Ahí está Juan José Sánchez Manjavacas, que lo ha sido todo en el medio, el deporte y la comercialización. La radio siempre es posible por tres patas: quienes la hacen, quienes la escuchan y quienes creen en ella para comunicar sus mensajes y anunciar sus productos. Locutores, oyentes, clientes. Los triángulos equiláteros, isósceles o escalenos que se desarrollan hasta la eternidad de las ondas. Junto a Juanjo, personas como Juan Pablo Sierra, otro hombre de radio que lleva el medio en la cabeza. Y Ana María Alhambra, que soporta el peso de la administración y cuya cabecita es verdaderamente privilegiada. Por no hablar de Laura Carrazoni, diamante puro de la radio española cuya inteligencia derrite casi tanto como sus ojos azules. Y, por supuesto, Bernardo Samper, impronta de la radio en Alcázar, su pueblo, durante tantos años.

Ya sé que hoy he hablado de los míos y del medio al que más debo en esta vida, la radio. Pero creo que la ocasión lo merecía porque cuarenta años son dos tangos. Como dice el gran Víctor García Chocano, tabernero mayor del reino y parte también de la historia de la radio, nos jubilaremos el día que se acabe el vino. Y eso en el corazón de la Mancha es imposible, cuya Fiesta de la Vendimia ha demostrado además que radio y vino van de la mano hasta el final. Los amigos del Consejo Regulador de la Denominación de Origen La Mancha habilitarán otra etiqueta para esta radio Gran Reserva. ¡Salud, oyentes! ¡Salud, lectores! Para que en estos tiempos revueltos, la radio, la prensa, los medios sigan fuertes y vigorosos. La calidad de una democracia lo agradecerá. Cuarenta millones de gracias.