Emiliano García-Page tomó posesión el sábado como presidente de Castilla-La Mancha por tercera vez consecutiva. El Palacio de Fuensalida recordaba otras tardes mucho más tórridas, previa a la ola de calor que se nos viene encima. Sin embargo, el sábado fue apacible, corrió una ligera brisa que agradecieron las más de seiscientas personas que acudieron al acto. Nadia Calviño e Isabel Rodríguez acompañaron a Page en nombre del Gobierno de España, cuyo presidente suspendió un mitin en Plasencia para preparar el debate de hoy. Las generales se ciernen sobre nosotros igual que la langosta, pero ya estamos preparados. La urna y la mosca nos comen la oreja a partes iguales. Mañana Feijóo estará en Ciudad Real a la misma hora que tomen posesión los nuevos consejeros. Un gobierno renovado que hará frente a impensables en este momento. Que lo pregunten a los del diecinueve –cinco repiten- si esperaban una pandemia en el camino.

Page organizó un acto a su imagen y semejanza. Con Bono, Barreda y otros autoridades civiles y militares, la toma de posesión apenas duró una hora. Sin hablar, desde el sillón, ya dejó clara algunas de sus prioridades. Tomaron la palabra una emprendedora, una oncóloga y Cristina, joven deportista sordociega cuyo discurso fue verdaderamente tremendo y conmovedor. Esa es la luz a partir de la cual debe uno medir sus éxitos y fracasos en la vida. Cristina dio una lección sabatina sin despeinarse igual que San Juan de la Cruz escribió los mejores versos de la literatura española. La llama de amor viva que desprendían sus palabras no eran más que un ejemplo de superación, amor y concordia. Que me pongan en sus filas, que yo siempre estaré allí para aprender.

Y luego llegó Page, claro. Tras Ana Alcaide, que sigue llenando el aire de fusas, semicorcheas y alma que salen de las cantigas. La calle le viene bien a la política, sin duda. Emiliano volvió a ejercer de tal, con naturalidad y la madurez que da ya toda una vida, que diría el bolero, metido en política. Reconozco que no soy un observador objetivo y a mí ya no se me puede sacar a ningún lado. Lloro por cualquier cosa, como Fraga, pero con cuarenta años menos. No sé por qué coño será, que la vida todavía la espero larga, pero la concha que uno lleva cada vez aumenta de grosor y tamaño. El caparazón es más duro, pero la lágrima también más ágil. Los discursos políticos cada vez me interesan menos; no así su puesta en escena y lo que de fondo esconden. He visto crecer a Emiliano como la flor de la planta y lo ha hecho de manera equilibrada y profunda, compaginando el ámbito de la inteligencia con el de la emoción. Y ahí es donde me deshago y me interesa. Habló de sus padres una vez más. La última entrevista que le hice en Onda Cero dos días antes de las elecciones me dijo que no se permitiría ser un político frentista en honor a sus padres. Luego habló de los arañazos de la política y pidió perdón a sus hijos por la torpeza de su padre. Sólo quien es padre puede medir la hondura y profundidad de esas palabras. Y el palacio se abrió como un canal de agua limpia.

Ahora el panorama que tiene por delante no es fácil, pero tampoco difícil. Ha cambiado la distribución del poder territorial en Castilla-La Mancha y ahora el PP gobierna muchas instituciones. Deberá demostrar una vez más que es ágil de cintura, que la vida no es fácil pero ofrece oportunidades. Entre la nueva pléyade de gobernantes, hay perfiles interesantes como el presidente de la Diputación de Ciudad Real, Miguel Ángel Valverde, un hombre honesto, limpio, que viene de su pueblo, Bolaños, trabajador y valiente. Con él será uno de los que tendrá que entenderse y el ciudadano verá y valorará cuáles son los juegos de cintura de cada uno. Es muy fácil entenderse con los propios. O no, que diría Rajoy y la experiencia. Ahora en la región tendremos la ocasión de verlo.

Otra cosa será lo que ocurra el 23 de julio. Son palabras mayores y todos sabemos y contenemos la respiración. Hoy es el debate en Atresmedia. Sánchez acude crecido de sus últimas entrevistas, pero Feijóo también llega con el talismán de la plaza de toros de Pontevedra y todos los sondeos que lo dan como ganador. Page espera tranquilo, consciente de lo que se juega. A medio camino entre la toledanía y la Mancha; es decir, entre la serenidad de la piedra y la cachaza de esperar sentado a la puerta que pase el cadáver de tu enemigo. Julio sigue en su inicio. Ahora todo un gobierno debe ser montado. Enhorabuena a los elegidos y suerte a los que se fueron. La vida es una eterna noria donde nadie sabe cuál es su cangilón. Uno mismamente se va ahora a Ciudad Real después de veinte años en Toledo, consciente de que su vida forma parte de la autovía que está por construir. Ojalá y los discursos que vengan den forma a los sueños de un mañana más próximo que lejano.