Pasó el otro día por Onda Cero Emiliano García-Page y dejó dichas unas cuantas cosas interesantes y curiosas. Algunas ya las ha recogido magistralmente Morlanes en este mismo periódico… Como fui testigo de excepción, relataré o recalcaré alguna en especial. De todas, me quedaría con la que observó cuando le pregunté por la rajada de Ocaña contra la reforma del Código Penal y la rebaja de las penas de malversación. La cuestión la planteé además un día después de que la Unión Europea hubiese dicho que era necesario endurecer los castigos y Pedro Sánchez lo tomase como suele, a la inversa. Page contó cómo después de soltar “una de las declaraciones políticas más contundentes de mi vida”, no le sonó el teléfono ni para bien ni para mal. Había dicho cosas como que lo ocurrido entre Pedro Sánchez y los indepes iba “contra mis cinco años de carrera de Derecho” o aquello todavía más sabroso de “esto sí que es pasar a la Historia”. Aseguró que “me quedé muy a gusto y nadie me llamó, aunque tampoco le hubiera hecho demasiado caso”. El silencio de la conciencia, la soledad del líder, el momento en que uno se queda tranquilo y dice “ahí quedó”.

Le podrán discutir muchas cosas a Emiliano García-Page, pero no la sinceridad y jugarse la pelvis como los toreros. Dicen que habla una cosa y luego no actúa en consecuencia en relación a los votos en el Parlamento. Pero aún así, no existe otro líder político en la España actual que de manera abierta y sin ambages contradiga directamente a su jefe de filas. Ese es el gran mérito de Emiliano, que veremos si le surte efecto o no. Porque luego están los muy cafeteros de izquierdas que defienden a Sánchez contra cualquier injerencia. Es curioso lo que leo estos días de los paniaguados del régimen. Dicen que no hay sanchismo y que la derecha cree que el poder es suyo por naturaleza y no consiente que gobiernen otros que no sean ellos. Pues no será en España, donde el Psoe lleva cuarto de siglo mandando. Naturalmente que el sanchismo existe y es la institucionalización de la mentira como arma política. Luego podremos convenir en si la gestión fue buena, mala o peor. Pero lo que es claro, diáfano y cristalino es que Pedro Sánchez dijo una cosa y realizó justo la contraria sin que haya pedido perdón o, al menos, dado una explicación. Eso es sobre lo que los españoles no se han pronunciado aún, porque no les ha llegado el turno. Y la cuestión principal que se dirime este 28 de mayo es si al ciudadano le pesará más el castigo al jefe del tinglado o la gestión de los candidatos. Y aquí es cuando Emiliano asegura que “sería una falta de respeto hacer una campaña nacional cuando las elecciones son autonómicas”. Y creo que lleva razón.

Hay quien asegura incluso que la mejor forma de joder a Sánchez es votar a Page para que la llama de su discurso siga prendiendo en el culo del jefe. Si Pedro el 29 por la mañana se levanta sin Emiliano, se queda como perro sin pulgas igual que cuando cayó Susana. Ahí sí que podría conciliar el sueño porque cualquier discurso crítico interno estaría laminado, fulminado, decrépito en las catacumbas. Sin embargo, si Page consigue ganar el domingo por la noche, le adivinaría una sonrisilla medio manchega y socarrona pensando aquello de “por mi puerta pasarás”. Por otro lado, también entiendo al PP y Núñez cuando se desgañitan diciendo que lo que se vota es una cosa solo y un único partido y que si la papela de Emiliano se introduce en la urna, se le está dando el voto al partido de Pedro Sánchez. Eso también es cierto. Por ello, será más curioso que nunca el discernimiento de las urnas y el ciudadano, qué es lo que hace pesar o considerar más en su juicio… si una cosa u otra. En realidad, esto me recuerda a los dilemas que le ponían a Sancho cuando era gobernador de la ínsula de Barataria. Pues en el mismo buen juicio del castellanomanchego medio, estará la solución.

Lo que parece claro es que Page se ha hecho una imagen propia que podrá gustar más o menos, pero tiene halo y espíritu claro, definido y concreto. Utiliza incluso ya algunos de los argumentos que escuché a Bono… “Que nadie ponga en duda de qué partido soy, porque llevo toda la vida ganando al PP”. Lo que ocurra el 28 de mayo será importante, sin duda, para Castilla-La Mancha, pero también para España. Núñez está loco porque Feijóo venga a la tierra y Page a regañadientes acepta la presencia de Sánchez. Coincidirán en Puertollano porque no queda más remedio y está Isabel en medio. Y de fondo los  candidatos a los ayuntamientos, que también piden que se les juzgue por su gestión y no el ruido de la M-30. Las municipales las carga el diablo. España se acostó monárquica y se levantó republicana en el treinta y uno y eso que habían ganado los partidarios del rey. Alfonso no esperó al recuento y vio lo que pasaba en las grandes ciudades. Una ola de alegría e ilusión se lo llevó soplando a Cartagena. Luego vendrían el horror y lo que todos sabemos. El 28 de mayo muchos líderes se la juegan. Será el día de Pentecostés y habrá que observar sobre quiénes descienden las lenguas de fuego y unge el Espíritu Santo. O a quiénes les suena el teléfono o no. La soledad de los líderes, el instante de la espera o cuando el mundo se abre a tus pies. Lo importante es haber hecho lo correcto.