Envío esta carta a América con la esperanza de un día poder recorrer la ruta 66, visitar los escenarios de películas emblemáticas, sentir cómo Central Park se integra a la perfección en el entorno urbano de Nueva York o ver en persona la Estatua de la Libertad; sabiendo que mi carta hará noche en Nueva York, les agradezco le abran las puertas de su ciudad, le permitan recorrer sus avenidas, pasear por las orillas del Hudson, vivir el ambiente de sus emblemáticos barrios y la majestuosidad de sus rascacielos. Permítanle sentirse neoyorquina, no se arrepentirán pues sus líneas transmiten respeto y admiración. No sería mal destino para esta carta el bolsillo de la americana de un americano generoso que la llevara encima durante unos días allá donde fuere, quizá, la Quinta Avenida, Central Park y el Empire State; sí, no sería poco homenaje el que harían a este errante viajero que se conforma de momento con ser errante soñador. Efectivamente, no lleva como argumento la política, la economía o la pandemia, pero sí lleva mucho sentimiento y empeño y, aunque bien pudiera parecer el recurso epistolar de un español para conocer América, ha sido escrita con el método del cariño y la paciencia para que conserve toda su esencia sin perder en el océano nada de lo que quiere expresar el sentimiento de un sueño. Gracias y un saludo desde España.