Con el paso de los años y cuando el pelo se empieza a volver blanco por el volumen de canas, uno se da cuenta de que lo que le gusta, en realidad le apasiona, y lo que no le gusta, es porque lo odia.
Con la política me empieza a pasar algo similar. Hace 25 años, cuando era un chaval con ideales, me enamoraba la política, me apasionaba e incluso llegué a soñar con trabajar en ella; no como político, pero sí trabajando “por el bien común”.
Con el paso de los años he trabajado de forma directa e indirecta para muchos partidos y muchísimas administraciones y en todas, absolutamente en todas, me he dado cuenta de la misma situación. Son las personas. El éxito o el fracaso lo guían las personas.
No es cuestión de dar nombres ni hablar de manzanas podridas aunque parezcan con más lustre que un San Luis, no es cuestión de demostrar que en todos los partidos hay gente válida y gente que está porque tiene que estar sin haber hecho ningún mérito para lograrlo; incluso hay supuestos líderes que deciden poner a su lado a los menos válidos para no evidenciar su incompetencia. Les puedo asegurar que en todos, repito, en todos, los partidos hay gente válida y mucho inútil.
Pero por encima de todo está el caso de Pedro Sánchez. Nunca le he votado y nunca lo haré; es más, creo que pasará a la historia y que algún día se le estudiará en los libros de texto como una mala persona y un déspota a nivel político, pero reconozco que en el fondo de mí hay un poso que siente cierta admiración por su capacidad de resistencia. Desconozco cómo puede dormir por las noches.
Me explico, no sea que se mal interprete lo que quiero decir. Él es un “Maquiavelo” de la política. Está siendo capaz de todo por seguir al frente del Gobierno repitiendo el mantra de “gobierno progresista”, cuando la realidad es otra muy distinta y, sobre todo, mejorando la versión de Alfonso Guerra apelando al miedo de que “viene la ultra derecha”.
Por un tiempo le ha salido bien hasta que al final va a ser uno de los suyos, el mismo con el que hizo campaña en el famoso Peugeot, el que le va a derrocar. Ya tiene mérito. Lo que no ha logrado el Partido Popular en siete años, lo van a lograr Koldo, Cerdán y Ábalos.
Ha cruzado durante estos años todas las líneas rojas, ha cedido a todos los chantajes e incluso ha vendido su dignidad en tantas y tantas ocasiones con tal de seguir liderando un proyecto que nació muerto desde que arrancó la legislatura.
Sinceramente creo que cuando salga por las puertas del palacio de la Moncloa, el Partido Socialista va a necesitar una reconstrucción porque el daño que Sánchez está haciendo a las siglas PSOE será difícil de superar.
En 1989 Alianza Popular se convirtió en Partido Popular para poner fin a aquel marchamo que tanto le unía con la etapa franquista, cambiaba de candidatos y apartaba en la medida de lo posible a Manuel Fraga de la primera fila. Aquello le sirvió para volver a ser un partido de Gobierno.
El PSOE va por la misma senda. Se desangra por tantas heridas que obviamente necesita un cambio y tiene que hacerse de forma urgente. Es el momento de que los críticos den ese paso adelante y pasen a liderar un partido que hoy en día está roto a nivel nacional.
Señor Sánchez, incluso un hedonista tiene que saber cuándo ha llegado su momento. Márchese con un poco de dignidad, convoque elecciones y deje que sean los españoles los que decidan porque obviamente, ha cambiado, y mucho, el status quo con el que usted llegó al Gobierno.