La derecha, a qué negarlo, ha construido gran parte de la historia española. La izquierda, en sus diferentes y amplias acepciones, ha sido comparsa o bien instrumento esporádico que ha perdido todas las batallas y que siempre conviene alejar. Por eso el pasado de España es el que es y no otro que pudiera haber sido. De ahí que, cuando la derecha no gobierna España, les supone un desgarro insoportable, consideran que algo les está siendo usurpado. Ha sucedido en el pasado y está sucediendo en el presente. En consonancia con esta idea, el Sr. Tellado ha fijado la estrategia de la derecha española para los siguientes meses del año 2025. "Nuestra obligación -ha dicho- es acabar con este gobierno y lo vamos a hacer con todos los medios a nuestro alcance". Una declaración de guerra sin filtros y con la mayor fiereza posible. Y en ese terreno no nuevo, pero sí turbulento, no cabe plantearse iniciativas que beneficien a los ciudadanos, propuestas programáticas con las que se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo, pero propuestas al fin y al cabo. No, es una declaración de tierra quemada. Donde no puede habitar la democracia, la alternancia política civilizada. En una declaración semejante ya no hay adversarios, sino enemigos. Y a los enemigos, en la peor tradición de la política hispana, se les extermina o se les exilia.

A efectos teóricos puede caber la duda de a qué medios se refiere el portavoz cuando anuncia esta guerra. ¿Serán las baterías del poder judicial? Y si esto es así, ¿dónde quedará la independencia de tal poder tan utilizada en los discursos de la derecha? Y si este valor desaparece en la guerra anunciada, ¿qué le queda a la democracia? ¿Y a la política? En realidad, el recurso a la justicia como arma de combate ya se emplea aunque no sepamos si por unos francotiradores sin control o con la complacencia y el apoyo del colectivo judicial. Se unirán los medios de comunicación afines con informaciones y opiniones sesgadas. Sus digitales fantasmales -muy numerosos- incrementarán el ruido, las interpretaciones falseadas, los bulos que todo lo embrollan. La verdad y la objetividad y el bien común en este combate declarado unilateralmente carecerán de sentido. Se creará tanto ruido que al final nadie sabrá cómo empezaron las cosas. A ello se unirá la creación de realidades alternativas para ocultar desmanes. El Sr. Mazón puede mantenerse en el gobierno con su creación de una realidad cambiante para ocultar el peso de más de doscientas personas fallecidas. Aunque lo más grave se sitúa en Madrid, donde las víctimas -qué lata- se cuentan por miles sin que la Sra. Ayuso se sienta aludida. Como en la guerra que siguió al golpe de Estado en 1936 todo valdrá para expulsar al enemigo del territorio ocupado. Y así las cosas ¿qué opciones tiene la izquierda para resistir la ofensiva de la derecha española? Por los indicios que vemos será el ya sabido sistema de dividirse en facciones y facilitar el paso a la derecha con la multiplicación de querellas internas. De las derrotas antiguas la izquierda no habrá aprendido nada.

Y como prueba de que en los nuevos territorios de guerra vale todo hay que señalar las últimas votaciones en el Parlamento de la Nación. Votan primero contra 14.000 millones de euros para paliar los efectos destructores de las políticas arancelarias de Trump y, segundo, contra el incremento del presupuesto en Defensa. Adiós al patriotismo y al europeísmo. Votan contra todo sin rubor y ya parece que esta guerra que el PP proclama forma parte de las guerras que Trump ha declarado a Europa y al mundo. La derecha contra Europa y contra España. Así de turbias andan las cosas por aquí.