Hace unas semanas me dejé caer por la recuperada Mezquita de Tornerías, reabierta al público el pasado enero. Un espacio que os invito a añadir a la lista de lugares que no hay que perderse en Toledo.

Después de 13 años cerrada -Tornerías fue una de las tantas víctimas del plan de recortes de Cospedal-, cualquier parecido con lo que recordaba de este espacio es (para bien) pura coincidencia. El pequeño bosque de columnas que dan forma a la sala de oración me dejó literalmente sin palabras (y doy fe de que es difícil callarme). ¿En serio que teníamos una mini mezquita de Córdoba escondida a dos minutos andando de Zocodover? Hacía falta recuperar Tornerías.

Para los amantes de los datos: esta mezquita urbana tiene su origen en el siglo IX y todo parece indicar que estuvo en uso hasta 1502. O lo que es lo mismo, hasta la Pragmática de Conversión Forzosa al cristianismo de todos los musulmanes de Castilla, punto y final del sueño toledano de las Tres Culturas.

Por esto es por lo que también hacía falta recuperar la Mezquita de Tornerías. Ese Toledo de las Tres Culturas del que tanto se nos habla, ha andado siempre un poco más cojo de su lado andalusí, eclipsado por el poderío de la Toledo cristiana o el encanto de la judería. Tornerías viene a reivindicar esa Tulaytula en la que llegó a haber diez mezquitas en activo.

Otra de las peculiaridades de esta mezquita es la recuperación de su planta baja, que hacía las veces de zona comercial. En espacios como este no es difícil imaginar el ajetreo de ese Toledo medieval, habitado a la vez por judíos, cristianos y musulmanes. Un lugar que, sin duda, estaba lleno de vida.

Pensando en esto estaba, cuando vi un expositor con productos artesanos de Castilla-La Mancha. Según me explicaron, Tornerías es también sede del Centro Regional de Artesanía, zona de exposición y un coworking para que la nueva generación de artesanos comparta ideas y dé sus primeros pasos. Vamos, una suerte de zoco 2.0. Por eso -y me vuelvo a repetir- hacía falta recuperar Tornerías. Y es que, como ya hemos podido comprobar en Toledo, los edificios históricos a los que se les dota de (nueva) vida, son los que mejor terminan llevando el paso del tiempo. ¿Ejemplos? San Pedro Mártir, Fábrica de Armas, el Palacio de Fuensalida… ¿Hace falta seguir?

Pero volviendo a la planta baja de Tornerías, su restauración ha sacado a la luz otra pequeña joya: su cimentación se realizó sobre un edificio tardoantiguo, más que posiblemente visigodo. Si así fuera, sería la estructura visigoda visible más importante de Toledo. Hacía falta recuperar Tornerías para volver a poner el foco en uno de los grandes misterios sin resolver de esta ciudad: ¿por qué tanto empeño por no sacar a la luz la capital del reino visigodo escondida en Vega Baja? ¿Alguien me puede dar una respuesta? Se verá.