El pasado fin de semana me acerqué al centro cívico del Polígono a disfrutar de la exposición itinerante del Museo del Deporte. No esperaba ver lo que allí me encontré... lamentablemente.

La cuestión no está en el contenido (aceptable) de esta exposición, se trata más bien de su continente (mal elegido) y, sobre todo, de la poca fortuna (o dejadez) en su musealización. Vamos, la falta de criterio que se ha tenido a la hora de poner las piezas en escena.

En primer lugar: el zaguán del centro cívico del Polígono no es el sitio más idóneo para montar una exposición y, menos aún, atendiendo a la cantidad de piezas que allí se han querido mostrar. Sinceramente, Toledo dispone de espacios mejor preparados para alojar iniciativas de este tipo. 

Piezas amontonadas en mesas y paredes -y algunas casi en el suelo-, cartelas casi ilegibles y una iluminación que brilla por su ausencia. Más que una exposición con aspiraciones a convertirse en un Museo del Deporte, parecía una muestra de final de curso de un taller de manualidades. Un totum revolutum.

Por no hablar de la falta de información sobre qué piezas son originales y cuáles no lo son. Me remito a la conversación que tuve in situ con mi hijo mayor:

-“Mamá, ¿estos son los guantes de portero de Buffon o son unos guantes con la firma de Buffon?”

-“Pues aquí no pone nada (mal), pero tienen pinta de ser una réplica (aún peor si no se indica)”.

Estará conmigo, querido lector, de que esto resta puntos -y muchos- a cualquier exposición que aspire a ser mínimamente seria.

Tampoco es de recibo que muchos de los carteles explicativos estén pegados a las paredes con celofán, o que alguno de ellos incluso tenga rota alguna esquina, fruto o de una excesiva reutilización o, simplemente, de la poca pericia al instalarlos. Para la próxima vez, un aviso a navegantes: son carteles, no incunables, se puede imprimir uno nuevo en cualquier copistería.

Pero lo que más me chirrió fue el discurso expositivo de la muestra. O más bien la falta de discurso de algún tipo. Después de pasar media hora viendo esta exposición, me fui sin saber qué me habían querido contar en ella. ¿Me han hablado de deporte en general? ¿De deporte español? ¿De la importancia del deporte? Al cierre de este artículo, aún sigo sin saberlo.

Ya en casa no me quedó otra que mirar quién está detrás de todo esto. Por lo que  parece, se trata de una iniciativa privada nacida del proyecto fallido de crear en Madrid un museo municipal del deporte. La idea, por lo que cuentan en su web, es que estas exposiciones temporales -como la que estará hasta el día 31 en Toledo- sirvan como rodaje para montar a medio plazo un museo ‘físico’ en torno al deporte español. Trabajo les queda.

Desde aquí les deseo suerte y, si me permiten, un pequeño consejo: trabajar en lo que no se ve también es importante. Como decía el famoso lema de la hostelería toledana, “lo que menos cuesta es lo que más nos cuesta”.

También me permito hacer una sugerencia. Leo que su intención es montar el museo en Madrid. ¿Y por qué no en Toledo, flamante Capital Europea del Deporte? Ahí dejo la idea. Se verá.