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Qué es Cloudflare y por qué tantas páginas webs, servicios online y aplicaciones tienen problemas cuando falla

Depender de servidores en centros de datos tiene una parte negativa, como se ha demostrado con la nueva caída de Cloudflare.

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Hace unas horas se ha vuelto a caer parte de la infraestructura de Cloudflare, afectando a países como España, que ha visto cómo el acceso a determinados servicios online era imposible.

La dependencia de la infraestructura digital se ha vuelto tan absoluta que cualquier interrupción en los servicios de conectividad puede paralizar desde la administración pública hasta el comercio minorista en cuestión de segundos.

En el centro de este ecosistema invisible se encuentra Cloudflare, una compañía que, sin ser un proveedor de acceso a internet ni el dueño de las páginas que visitamos, se ha convertido en el pilar fundamental sobre el que se sostiene una porción inmensa de la red global.

Su omnipresencia es tal que un fallo técnico en sus sistemas no se percibe como un error de una empresa privada, sino como una caída generalizada de internet, afectando a millones de ciudadanos y empresas que confían ciegamente en la estabilidad de la nube.

Y no hablamos solo de fallos técnicos o de ataques, sino también de decisiones judiciales que, en el caso de España, se llevan por delante negocios legítimos.

El caso del bloqueo de IPTVs piratas para ver el fútbol por orden judicial se hace de manera que afecta a otros servicios simplemente porque Cloudflare está en medio.

Para comprender la magnitud de este actor tecnológico es necesario visualizar internet no como una nube etérea, sino como una red física de cables y servidores donde la distancia y la seguridad importan.

El guardián invisible

Cloudflare actúa como un intermediario, una especie de escudo y acelerador situado entre el dispositivo del visitante y el servidor donde se alojan los datos de una web.

Técnicamente se define como una red de distribución de contenidos y un proxy inverso, pero su función práctica es mucho más importante. Su trabajo consiste en recibir el tráfico de internet, limpiarlo de amenazas y entregarlo al destino final de la manera más rápida posible.

La importancia de este intermediario radica en su capacidad para gestionar el tráfico a una escala que pocos pueden igualar.

Para visualizar cómo funciona, podemos imaginar un almacén con una sola puerta de entrada. Si miles de personas intentan entrar a la vez, se produce un colapso.

Cloudflare coloca miles de puertas de acceso repartidas por todo el mundo, gestionando la entrada de los visitantes de manera ordenada y eficiente.

Al hacer esto, evita que los servidores originales de las empresas se saturen, garantizando que la experiencia de usuario sea fluida incluso en momentos de alta demanda.

Esta capacidad de gestión ha llevado a que una cantidad enorme de servicios, desde plataformas de streaming hasta diarios digitales y aplicaciones de productividad, deleguen en ellos la gestión de su entrada principal.

Cómo funciona el proxy inverso

El funcionamiento técnico que permite esta magia se basa en la interposición en el sistema de nombres de dominio.

Cuando un administrador configura una web para usar estos servicios, los registros que indican dónde está la página dejan de apuntar al servidor real y comienzan a apuntar a los servidores de la compañía estadounidense.

Esto significa que, a efectos prácticos, gran parte del tráfico web pasa primero por sus filtros. Esta posición privilegiada les permite analizar cada paquete de datos en busca de comportamientos sospechosos antes de que estos puedan siquiera tocar la infraestructura del cliente.

Así funciona un proxy

Así funciona un proxy Orange El Androide libre

Junto a esta función de barrera, la red utiliza una tecnología de enrutamiento denominada Anycast. A diferencia del enrutamiento tradicional, donde una dirección IP corresponde a un único servidor físico, Anycast permite que múltiples servidores dispersos por la geografía mundial compartan la misma identidad.

Cuando un usuario en Madrid solicita ver una web alojada en California, la red no le envía hasta la costa oeste de Estados Unidos. En su lugar, detecta que el nodo más cercano está en la propia Península Ibérica y le sirve el contenido desde allí.

Esto reduce drásticamente la latencia, que es el tiempo que tardan los datos en viajar de un punto a otro, haciendo que la navegación sea casi instantánea.

La defensa de denegación de servicio

La seguridad es, sin duda, el principal motor de adopción de estos servicios. En el panorama actual de ciberamenazas, el ataque de denegación de servicio distribuido, conocido por sus siglas DDoS, es una de las armas más comunes y destructivas.

Estos ataques consisten en coordinar miles o millones de dispositivos infectados para que envíen solicitudes simultáneas a una web objetivo, saturando su capacidad de respuesta y dejándola fuera de línea.

Para una PYME o incluso para una gran corporación, intentar frenar un ataque de esta envergadura con sus propios medios es realmente complicado.

Ilustración de un ataque DDoS.

Ilustración de un ataque DDoS. Manuel Fernández Omicrono

Cloudflare posee una capacidad de ancho de banda que supera con creces el volumen de los ataques más grandes registrados hasta la fecha.

Al actuar como un filtro gigante, absorbe el tráfico malicioso en sus cientos de centros de datos distribuidos, filtrando las peticiones dañinas y dejando pasar únicamente a los usuarios legítimos.

Esta democratización de la ciberseguridad ha permitido que pequeños blogs y tiendas online puedan resistir ofensivas que hace una década los habrían borrado del mapa digital.

Sin embargo, esta protección tiene un precio oculto: la centralización de la confianza en una sola entidad corporativa.

El problema de la centralización

La estructura original de internet fue diseñada para ser descentralizada y resistente a fallos puntuales. Si un nodo caía, el tráfico debía encontrar rutas alternativas para llegar a su destino.

No obstante, la evolución comercial de la red ha favorecido la concentración de servicios en unos pocos gigantes tecnológicos en busca de eficiencia y reducción de costes.

Estantes de servidores en un centro de datos moderno

Estantes de servidores en un centro de datos moderno istock

Cloudflare gestiona una porción tan significativa de las conexiones web mundiales que se ha transformado en un punto único de fallo para una gran parte de la economía digital.

La paradoja reside en que, al buscar protegerse de caídas individuales, las empresas han contribuido a crear un sistema donde las caídas son menos frecuentes pero, cuando ocurren, son sistémicas y globales.

Cuando esta infraestructura central falla, el efecto dominó es inmediato. No se trata solo de que una página web no cargue; aplicaciones móviles dejan de funcionar, sistemas de pago en tiendas físicas quedan inoperativos y herramientas de comunicación interna en empresas se desconectan.

La dependencia es tan profunda que muchos servicios que ni siquiera saben que usan Cloudflare se ven afectados porque dependen de librerías de código, fuentes tipográficas o interfaces de programación que sí están alojadas en esta red.

Impacto en la soberanía digital y el futuro

La hegemonía de empresas estadounidenses como Cloudflare en la infraestructura crítica de internet plantea interrogantes serios sobre la soberanía digital de naciones y regiones como la Unión Europea.

El hecho de que el tráfico de datos de ciudadanos, empresas y gobiernos pase obligatoriamente por los servidores de una compañía sujeta a leyes extranjeras genera inquietud sobre la privacidad y el control de la información.

Aunque la encriptación mitiga parte de estos riesgos, la capacidad de inspeccionar metadatos y controlar el flujo de información otorga un poder geopolítico considerable.

Además, la resiliencia de la red se ve comprometida. Si un actor malicioso quisiera causar una disrupción significativa en la economía occidental, atacar o sabotear estos nodos centrales sería mucho más efectivo que atacar objetivos individuales dispersos.

Servidores de Internet

Servidores de Internet iStock Omicrono

La concentración de recursos convierte a estos proveedores en objetivos de alto valor, obligándolos a mantener una carrera armamentística constante en términos de ciberseguridad.

Esta dinámica refuerza aún más su posición dominante, ya que cada vez es más difícil y costoso para nuevos competidores entrar en el mercado y ofrecer niveles de protección similares.

Algunos expertos abogan por estrategias de multi-nube, donde las empresas no dependen de un único proveedor para su seguridad y distribución de contenidos, sino que mantienen sistemas redundantes que pueden entrar en funcionamiento si el principal falla.

Sin embargo, la complejidad técnica y el coste económico de mantener estas estructuras duplicadas hacen que esta solución sea inviable para la gran mayoría de los actores de la red.

El futuro de un internet más robusto quizás pase por el desarrollo de nuevos protocolos descentralizados que permitan distribuir la carga y la seguridad sin necesidad de autoridades centrales.