Imagen | Crear en el ojo del huracán

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Crear en el ojo del huracán

¿Se pueden tener certezas en medio de situaciones tan negativas como la pandemia que vivimos? ¿Necesitamos escapar del ojo del huracán para pensar mejor? Lucía Carballal e Ignacio Morgado nos hablan del papel de la distancia en el proceso creativo

27 julio, 2020 10:27
Lucía Carballal
Dramaturga y guionista. Autora de Las bárbaras y La resistencia

Distantes

La escena es clásica: en una sobremesa, el escritor relata aquello que vive (se está divorciando, supera un duelo…). Alguien le anima a escribir sobre ello y el escritor responde: “Lo haré, pero aún quiero tomar distancia”. La expresión “tomar distancia” siempre me ha gustado por su fisicidad. Invoca la imagen de alguien que retrocede dos pasos con respecto al objeto que observa. Me hace pensar en el ojo que se separa para enfocar. Paradójicamente, se aleja para ver mejor. Esa distancia, tan relevante en el proceso creativo, pasa por atemperar aquello que hemos vivido. Nos proporciona perspectiva sobre los hechos. Amplía el campo de visión sobre nuestro drama particular. Permite contextualizar, relativizar, incorporar el humor… Nos libera del yo afectado y aspira a sofisticar nuestro trabajo.

Mucha gente pensó que los autores escribiríamos sin cesar durante el confinamiento. Sé que muchos compañeros pudieron hacerlo, y sé también que algunos de nosotros pasamos parte de aquella etapa sin escribir una sola línea.

– “Oye, ¿tú estás escribiendo sobre lo que pasa? ¿Estás escribiendo… en general?” Al otro lado del teléfono se hacía un silencio y el compañero, si era amigo, terminaba por confesar: “No. Yo tampoco puedo. Quizá no quiero”.

Estábamos paralizados y no dábamos con la razón. Contábamos con una guarida silenciosa y una agenda social vacía. La tormenta de acontecimientos insólitos, históricos, nos exigía darle forma sobre el papel. Todo nos empujaba a escribir, pero nos faltaba algo esencial: carecíamos de distancia. Estábamos conmocionados. ¿Qué decir desde ahí? ¿Qué contar? Mi alternativa era ignorar el contexto, tomar alguno de los proyectos que había iniciado antes de la pandemia y continuar escribiendo, ajena a lo que estaba pasando. Durante las primeras semanas, ni siquiera eso me pareció posible. Solo me apetecía callarme, escuchar y esperar. Llegué a dudar si alguna historia concebida antes dela pandemia sería capaz de conservar su sentido después de ella. Después de los hospitales colapsados, después del Palacio de Hielo convertido en morgue, después de la crisis social y económica. Parece que el tiempo me ha llevado la contraria y ha demostrado lo inmenso que es nuestro rechazo a ponerle espejos a la realidad. Pero ¿cómo iba a saberlo entonces? ¿Cómo saberlo, sin distancia?

"La distancia, tan relevante en el proceso creativo, pasa por atemperar lo que hemos vivido. Amplía el campo de visión. permite contextualizar, relativizar, incorporar el humor."

Ahora tenemos más certezas, aunque nos faltan las más importantes. Cuando escribo, dudo qué sociedad retratar: la actual o la que esperamos recuperar. Con extraordinarias medidas de seguridad rodamos películas y series en las que la gente vive cosas que ya no podemos vivir. ¿Será una especie de realismo vintage? En el cine asistiremos, con mascarillas, a escenas que transcurren sin ellas y que están literalmente prohibidas en nuestra vida real. ¿Aceptaremos ese desfase como espectadores? Si es así, ¿por cuánto tiempo? No lo sabemos, porque desconocemos casi todo del camino que transitamos. Mientras lo recorremos, seguiremos escribiendo. Veremos cuánto de lo que decimos ahora resiste el paso del tiempo. Tomar distancia es, de momento, una tarea de futuro.

Ignacio Morgado
Psicobiólogo y autor de Emociones e inteligencia social (Ariel)

Las emociones fuertes como estímulo

Un dicho popular tan frecuente como cierto es que nunca se debe actuar o responder “en caliente”, es decir, bajo condiciones emocionales intensas. Cuando lo hacemos nos arriesgamos a comportarnos de manera inconveniente o incluso equivocada, pues, por la influencia de la amígdala los sentimientos intensos condicionan el razonamiento en la corteza frontal del cerebro y pueden llegar a bloquearlo originando comportamientos de los que más tarde nos arrepentiríamos.

Pero las emociones intensas podrían ser también una fuente de estimulación y creatividad. Ahora, en medio de la pandemia, la experiencia de quien directa o indirectamente es afectado por el virus podría ser una de esas fuentes. Sin embargo, así como parece demostrado que las emociones positivas promueven la creatividad elevando el humor e incrementando la flexibilidad mental de las personas no lo está tanto que lo hagan también las emociones negativas, pues suelen cerrar la mente al concentrar el pensamiento en los elementos de preocupación.

Quienes defienden que las emociones y los estados sentimentales negativos, como los que con llevala pandemia del covid-19, promueven la creatividad, encontrarían justificación en observaciones como las de un estudio de Arnold Ludwig, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Kentucky, que analizó a más de 1.000 individuos prominentes del siglo XX de unas 45 profesiones y halló una pequeña pero significativa relación entre depresión y creatividad. Es decir, los sujetos más depresivos eran también los más creativos.

"Hay muchos más datos empíricos relacionando la creatividad con los sentimientos positivos que con los negativos. La distancia temporal pone menos fronteras a los pensamientos."

Los sentimientos también pueden afectar ala creatividad indirectamente. Por un lado, la obra creada produce alegría y a veces incluso entusiasmo, lo que puede potenciar aún más la propia actividad creadora. Pero, además, las opiniones ajenas también influyen en la capacidad creativa de su autor. Si estas opiniones animan se establece un círculo vicioso que favorece la creatividad, pero si las reacciones son negativas ese ciclo se rompe. Y hasta la empatía es importante en la creatividad. Para Mike de Sousa, director de Able Stable, una conocida web que estimula y apoya la creatividad, los creadores deben estar tan en contacto con sus propios sentimientos como con los ajenos. Sin empatía, dice, el producto creativo suele ser más pobre y tanto si el placer viene de la contemplación de una pintura como del uso de un cepillo de dientes bien diseñado, el valor emocional del trabajo es la clave de su éxito.

En definitiva, hay muchos más datos y observaciones empíricas relacionando la creatividad con los sentimientos positivos que con los negativos. Reflexionar en paralelo a los acontecimientos puede o no generar creatividad dependiendo de los sentimientos que esos acontecimientos creen en los autores. Si son negativos, como cuando se percibe próximo el sufrimiento, su mente va a estar más cerrada que si son positivos, como cuando se siente la empatía de ver que quienes luchan contra la desgracia están saliendo victoriosos. La distancia temporal, por otro lado, pone menos fronteras a los pensamientos y, por ende, a la creatividad.