Image: ¿Buenas prácticas?

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Opinión

¿Buenas prácticas?

por Juan Palomo

11 septiembre, 2008 02:00

Chema Madoz, López Cobos, Pedro Almodóvar y Marlon Brando

Hace dos días Cesare Pavese (1908-1950), el poeta, novelista, editor y traductor italiano, hubiese cumplido cien años, y les confieso que no sé por dónde empezar su relectura, si por la nueva Biblioteca Pavese que acaba de inaugurar Lumen con Entre mujeres solas y La literatura norteamericana y otros ensayos; por Tierra adentro, recuperado por Pre-Textos; por El oficio de vivir o por poemas como "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos", escrito tras uno de sus desengaños amorosos. Para empezar, en los años 30 se implicó en actividades antifascistas por convicción pero también por amor... Lo detuvieron en 1935, tuvo que exiliarse y cuando regresó, su amada se había casado con otro. No le fueron mejor sus amoríos con la actriz Constance Dowling. Tras romper con ella, el 27 de agosto de 1950 alquiló una habitación en un hotel de Turín y la telefoneó en un inútil intento de reconciliación. Luego, tomó varios frascos de pastillas para dormir, y ya no despertó. En la mesilla estaba su libro Diálogos con Leuco, con la siguiente nota: "Perdono a todos y pido a todos que me perdonéis, OK? No cotilleéis demasiado, por favor". Telón.

Código de Buenas Prácticas (II). Arde el Auditorio y arde el Real. En la Plaza del Rey está el ladrillo en plena ebullición por esas políticas de hechos consumados. A López Cobos no se le comunica en plazo su futuro (una práctica ejemplar de la dirección y del Patronato, como todo el mundo pudo apreciar) y el Auditorio, tocado ya, si no hundido, por el INAEM. Y por si fuera poco, me dicen que por los pasillos de la Plaza del Rey hay una auténtica guerra de guerrillas entre funcionarios y políticos, entre políticos y políticos, que nadie sabe cómo va a acabar. El otoño se espera caliente.

Pasado mañana, la III Noche en Blanco contemplará dos lunas sobre Madrid: a la que todos conocemos, a la soñada por Verne, se unirá la que Chema Madoz descubrirá a las nueve de la noche, rompiendo el fuego de todos los actos, en la Plaza de España y con el patrocinio de la Fundación Banco de Santander. Luego vendrán más de 150 actividades a vueltas con la vanguardia y la creación más joven. Y un gran protagonista, Pedro Almodóvar, al que se rinde homenaje por haber "llevado el nombre de la ciudad por todo el mundo" con un gran espectáculo creado a partir de las bandas sonoras de Alberto Iglesias y la participación de artistas escogidos por el propio cineasta, que interpretarán las canciones más representativas de su filmografía.
Ya se sabe que en You Tube cabe casi todo, pero ahora The Observer acaba de descubrirnos sus 50 mejores vídeos culturales. Y no tiene desperdicio: resulta que ahí podemos encontrar una prueba de cámara de Marlon Brando para Rebelde sin causa, rodada en 1947; a Billie Holiday cantando "Strange Fruti", en 1959, poco tiempo antes de morir; el debut televisivo de Oasis, en 1994; a Jimi Hendrix y The Who destruyendo instrumentos en un reportaje para TV, a Martin Scorsese con su madre en 1973; a Igor Stravinsky dirigiendo El pájaro de fuego en 1965, o a Francis Bacon en una entrevista de 1985.

Los amantes del ajo están de enhorabuena: mientras J. K. Rowling expime las penúltimas gotas de Harry Potter, dos hermanos vampiros, Stefan y Damon, se están apoderando delos lectores más jóvenes de todo el mundo gracias a las Crónicas de L. J. Smith. En Estados Unidos está arrasando, con más de medio millón de ejemplares vendidos, pero me cuentan que el fenómeno se extiende por Oriente como pólvora china y que en España Destino piensa volcarse en el lanzamiento de Conflicto y Furia.

Es asombroso con qué poco se compone hoy un libro: se mezcla una trama a lo Código Da Vinci (imprescindible un crimen lo más truculento posible); se busca una figura cultural indiscutible y misteriosa o así (por ejemplo, en lugar de Da Vinci la raíz del enigma puede ser Beethoven), y voilá, ya está, ya tenemos un libro como La décima sinfonía, una novela cargada de buena voluntad, pero aburrida y farragosa, la verdad. La firma un tal Joseph Gelinek, y ya desde el principio la editorial muestra sus cartas: es, nos dicen, el seudónimo de un "musicólogo". Bueno, pues bajo el seudónimo de marras se esconde Máximo Pradera. Y los malvados de siempre aseguran que lo asombroso no es el seudónimo vergonzante, sino que no lo haya utilizado más a menudo, vistos algunos de sus libros anteriores.