Joan-Margarit2

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Poesía

Joan Margarit. La sombra del otro mar

8 abril, 2016 02:00

Joan Margarit Y Josep M. Subirachs

Traducción de Joan Margarit. Ed. bilingüe e ilustrada. Nórdica. Madrid, 2016. 96 páginas. 16'50€

Cuenta Joan Margarit (Lérida, 1938) en el prólogo las circunstancias en que conoció a Josep Maria Subirachs (Barcelona, 1927-Barcelona, 2014), en 1962, y cómo la amistad que surgió entonces, extendida a las familias, sólo la quebró la muerte. Así, este libro en el que se hermanan poemas de Margarit y piezas de Subirachs ha de verse como homenaje al amigo desaparecido y una más de las ocasiones en que uno y otro colaboraron en diferentes trabajos -Margarit es, además de poeta, arquitecto-, aunque ahora sea en parte de manera póstuma.

Margarit ha seleccionado dieciocho poemas, con traducciones propias, acompañados de otras tantas obras plásticas de Subirachs. El libro es un diálogo entre el poeta y el amigo ya desaparecido prolongado más allá de la muerte, un conversar entre la palabra y la imagen.

El título recupera el ya utilizado en 1981, L'ombra de l'altre mar, y sirve para nombrar una antología de autor, espigados los poemas mayoritariamente de sus libros más recientes. Antología de autor que, en cierto modo, supone una especie de autorretrato poético, lo que, por otra parte, no es ajeno a la escritura de Margarit, en la que son motivos frecuentes la infancia, las figuras familiares, las casas habitadas, las pérdidas, en particular, las de las hijas muertas, la tan recordada Joana y, recientemente, la vejez y la proximidad de la muerte.

No faltan las ocasiones, sin embargo, en que los temas no se circunscriben a ese espacio, sino que van más allá. Así, si en “Museo del Holocausto. Jerusalén” se evoca una vez más a Joana, se hace en el contexto del recuerdo de los niños sacrificados por la barbarie. Y es que entre los poemas de Margarit también los hay que tratan de lo general, social si se quiere, y a este respecto ahí está el desgarrador caso del que habla “Casa de Misericordia”. Poesía en la que la emoción de lo tratado se traslada directamente a la lectura por un uso del lenguaje claro, directo, que parece hablarle al lector, y que Margarit sabe utilizar con maestría. Una maestría reconocida por premios y lectores, quienes encontrarán aquí una vez más una palabra cálida.

Autorretrato con mar

Aquel niño callado. Juega solo.
Permanece detrás de estos ojos de viejo,
resiste la embestida brutal del mediodía
oyendo los confusos versículos del mar
y el grito de los cuerpos desnudos y oxidados
al entrar en las aguas transparentes y frías
de la playa de piedras. Avergonzado, corre
de un escondite a otro de los cuentos.

Duerme dentro de mí, desvalida criatura:
duerme dentro de mí, una noche de reyes,
donde en silencio vuelan las escobas
y los lobos dejaron sus huellas en la nieve.
Afuera brilla un cielo lleno de albaricoques,
y el mar azul oscuro de ciruelas
se deshace en los negros cuchillos de las rocas.

El verano de alcohol frío en los ojos
me hace sentir mi vida como la pulpa oscura
y dorada de un fruto que se pudre
alrededor del hueso del recuerdo.
Dentro de mí ocúltate, desvalida criatura.
Dentro de mí protégete de la cruel claridad.
Recita la leyenda que habla del niño gris
y de la miserable bicicleta
montada por el triste ciclista del suburbio.
Te busca y está cerca. Pedalea hacia aquí.

(De 'Cálculo de estructuras', 2005)

Un pobre instante

La muerte no es más que esto: el dormitorio,
la luminosa tarde en la ventana,
y este radiocasete en la mesita
-tan apagado como tu corazón-
con todas tus canciones cantadas para siempre.
Tu último suspiro sigue dentro de mí
todavía en suspenso: no dejo que termine.
¿Sabes cuál es, Joana, el próximo concierto?
¿Oyes cómo en el patio de la escuela
están jugando los niños?
¿Sabes, al acabar la tarde,
cómo será esta noche,
noche de primavera? Vendrá gente.
La casa encenderá todas sus luces.

(De 'Joana', 2002)

Lectura

Penetro en otras vidas.
Llevo días leyendo, pero ahora
alzo los ojos porque me doy cuenta
de que apenas sé nada de quien escribió el libro.
Me avergüenza no conocer
más que su lucidez. Toda supervivencia
es esta especie de conversación
silenciosa y sin tiempo. Es algo aterrador
y ocurre en el abismo de la mente,
un frío cielo azul en el que el amor es
la única forma de posteridad.

(De 'No estaba lejos, no era difícil', 2010)