Manuel Bandeira, Chico Buarque, Tom Jobim y Vinicius de Moraes

La Estafeta del Viento. Visor/ UANL. Madrid, 2012. 587 páginas, 24 euros.



Pese a su indudable calidad y proximidad idiomática la poesía brasileña sigue siendo la injusta y gran desconocida del público español. La antología que comentamos reúne a dos docenas de poetas del siglo XX, aunque más de uno cabalgue sobre el presente, porque la más joven, Claudia Roquette-Pinto nació en 1963. Justificadamente abre el volumen Manuel Bandeira (1886-1968) y con él, el Modernismo, cuyo significado, más próximo a las vanguardias, no coincide con el movimiento hispanoamericano en español de idéntica denominación. Poco habrá que reprochar al antólogo por los nombres seleccionados. Con buen criterio, se sitúa página a página el texto en versión original y su respectiva traducción casi literal. Sin embargo, los poemas en su mayoría se eligen de obras completas o seleccionadas. Hubiera sido más provechoso indicar a qué libro o fecha correspondían en lugar de mencionar, al pie, siempre la fecha de la edición utilizada. Cada poeta se introduce con una breve consideración general que, con variantes, se reitera al final del volumen, tal vez de forma innecesaria. El prólogo del mexicano José Javier Villarreal, "En el cielo y en la tierra", resulta una disquisición sobre el fenómeno poético, pero no utiliza fuentes brasileñas ni alude a las poéticas, escuelas o períodos.



Por lo menos, la mitad de los poetas seleccionados superaron las fronteras lingüísticas. Y es probable que Murilo Mendes, Carlos Drummond de Andrade, Vinicius de Moraes, Joal Cabral de Melo, Oswald de Andrade o Cecilia Meireles sean ya conocidos por el público lector. La ventaja de la antología es que abre la perspectiva general del siglo, a modo de introducción, al resto de los no elegidos y, al tiempo, permite adivinar las amplias estéticas que representan los poetas seleccionados. En general, dada la escasez del espacio disponible son poemas breves y uno puede advertir en ellos desde la espiritualidad, a la reflexión filosófica, desde la sensualidad, al ambiente que transpiran textos que reflejan una diversidad urbana muy acentuada. Poco tiene que ver un poeta que realizó su labor en Sao Paulo a otro que lo hizo en Rio de Janeiro, quien sufrió exilio, como Ferreira Cullar, o quien, como Haroldo de Campos, recibió toda suerte de honores dentro y fuera de su país. En buena medida, la poesía brasileña es una poesía de ruptura. Bebe de las fuentes del surrealismo; pero, asimismo, de las de las vanguardias europeas que adapta a su manera en este macrocosmos que se ha denominado, no sin deliberada vaguedad, Modernismo brasileño.



Tampoco faltan rasgos de humor, como en "Receta de mujer", de Vinícius de Moraes o "Los malditos", del mismo poeta. Y también, tan alejado, "La adolescente", de Mario Quintana: "Va andando y creciendo. Toda esmirriada: su/ voz, sus gestos, sus piernas... ¡Antílopes! /¡Veo antílopes cuando ella pasa! Pues deja, al pasar, un/ friso de antílopes, de bambúes al viento, de lunas/ cambiantes, mudables, crecientes..." Tal vez, llega a percibirse el renovador tratamiento de la imagen, que golpea desde la realidad misma, captada como una cámara fija. Así, en Francisco Alvim, la simplicidad de su díptico "Pareja": "En la recámara ella hace la maleta/ En la sala él ve la televisión" o navegar hacia atrás, hasta Murilo Mendes para descubrir la sensualidad de un largo poema, "Jandira", del que mencionaremos tan sólo su primer verso: "El mundo comenzaba en los pechos de Jandira/.../". Estos breves ejemplos permitirán advertir a los amantes de la poesía que no deben dejar pasar buena parte de la poesía brasileña tan audaz como renovadora de los mecanismos del poema. En este libro no está todo lo que es, pero puede entenderse como una excelente introducción.