Image: Nada hay donde la palabra quiebra. Antología de poesía y prosa

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Poesía

Nada hay donde la palabra quiebra. Antología de poesía y prosa

Stefan George

10 junio, 2011 02:00

Stefan George

Edición de Carmen Gómez. Trotta, 2011. 237 pp., 16 e.


De entre los poetas raros y secretos buscados por los lectores "novísimos", allá por los años 60, pocos tan significativos como Stefan George (Büdesheim, Alemania, 1868-Minusio, Suiza, 1933). Leyéndolo en profundidad se comprende dicho interés, esa estética del exceso que sintonizaba muy bien con la libertad temática y expresiva que aquí se perseguía. Pero las pistas de los poemas de George eran pocas para los que no conocieran el alemán: alguna escasa traducción en nuestras revistas, el eco americano de alguna edición inencontrable, como los Poemas editados en Argentina (Assandri, 1953). Vinieron, años después, las versiones de Marina Gurruchaga (Antología, Libertarias, 2001) y ahora ésta editada por Trotta que, por abarcadora -recoge verso y prosade George - es especialmente cuidada, destacada y útil.

Toma el título de esta antología de los versos de un poema en el que fijó su atención Heidegger y que fue motivo de una conferencia, el titulado "La palabra", uno de los últimos escritos por el poeta alemán y perteneciente a su libro El nuevo reino. Heidegger se hace esta pregunta que remite al sentido revelador y provocador, desbordado y fulgurante, de la poesía de George: "¿Hay para el poeta algo más excitante y peligroso que la relación con la palabra?" Lo "excitante" proviene de que la palabra nueva que debe ser la poesía él nos la ofrece con originalidad desbordada. Lo de "peligrosa" nos lleva a algo que hemos comentado en esta sección: lo qué ocurre cuando el artista se cruza con la Historia y las ideologías nacientes. De éstas y su desenlace no supo plenamente George, y es significativo que la ascensión de Hitler al poder en 1933 coincidiera con su huida al Ticino, a Suiza, y con su muerte en agosto. Luego, vendrían las utilizaciones de su obra.

Quizá hoy no es fácil de digerir la poesía de George por el lector amigo del simplismo, pero nadie dudará de que en él hay un poeta muy grande. Reconocido como "el más importante de los simbolistas alemanes", en el simbolismo de sus poemas podemos hoy encontrar la carga de tensión y su significación más duraderas. Por otro lado, la creación de George se desarrolla en la órbita de otras obras -Hofmannsthal, Rilke, Tralk, Benn- que permiten contrastar la fecundidad de su inspiración y su esfuerzo estético. Su inquietud editorial y literaria, sus experimentaciones tipográficas y ortográficas, su afán de magisterio, su homosexualidad y, sobre todo, su rebeldía contra la desacralización del mundo, el mercantilismo y la mecanización, son otros aspectos que ahora despiertan interés hacia su obra.

Quizá la lectura de sus poemas la hagan algunos hoy con rigor, filtrando cuanto en su espléndido mundo onírico y legendario hay de excesivo, pero permanece en él esa contundencia de los poemas más maduros. Como en casi todos los poetas, también en éste su obra es una marcha desde el exceso hacia la concisión, del sentir al meditar. En otro de los versos del poema citado, George es consciente del "tesoro" lujoso que para él fue la palabra ("Y escapó a mi mano la palabra,/ Y jamás el tesoro ganó mi patria…"). Había pues otra "patria" (interior) más allá de la originalidad y el fulgor de sus poemas, que para él tuvieron algo de meta imposible. Antes de acercarse muchísimo al ideal, George supo dar con lo que la palabra poética debe ser: palabra que abre mundos, imagen que fulge e ilumina.